Ante
el fracaso de su guerra no convencional, el imperio está aumentando su cerco militar sobre
Venezuela
Carlos
E. Lippo
“Seguiremos
derrotando cada agresión imperialista, las mentiras de su propaganda y sus
arteras maniobras políticas y diplomáticas”
Fidel Castro Ruz
Desde
que el Comandante Chávez declarase el carácter antiimperialista de la
revolución bolivariana, a mediados del año 2004, el imperio comenzó a
aplicarnos una guerra no convencional o guerra de cuarta generación que en sus
comienzos fue casi exclusivamente una guerra financiera librada por medio de
las empresas calificadoras de riesgo financiero: Moody’s, Standard & Poor's
y Fitch, entre otras, las cuales lograron encarecer en forma apreciable nuestra
deuda financiera al elevar desmesuradamente el llamado riesgo país, sin ningún
basamento técnico-económico válido (1).
Con
el paso del tiempo esta guerra comenzó a ser desarrollada en todas sus otras modalidades:
política, diplomática, psicológica, cibernética y económica, esta última librada
con una gran intensidad y con la incorporación de los grandes monopolios
procesadores y distribuidores de alimentos, nacionales y extranjeros, como combatientes locales de
primera línea, desde los inicios de la campaña presidencial del 2012 que
culminase con una clamorosa victoria del Comandante.
Se
trataba de una guerra solapada e incruenta, que a partir del triunfo del
presidente Maduro en las elecciones del 2013, sobrevenidas debido a la trágica
y prematura desaparición física de Chávez, comenzó a ser acompañada con
acciones de sabotaje sobre los sistemas prestadores de servicios públicos,
fundamentalmente el sistema eléctrico nacional, y por unas extremadamente
cruentas series de acciones de carácter terrorista desarrolladas en aquellos
municipios donde la oposición era gobierno, con la complicidad de sus
autoridades, y protagonizadas fundamentalmente por paramilitares y mercenarios
provenientes del lumpen delincuencial, camuflados como jóvenes estudiantes
pacíficos, tal como sucedió en abril del 2013, de febrero a mayo de 2017 y de
abril a julio de 2017.
A
partir del 25 de agosto de 2017, con la emisión de la Orden Ejecutiva # 13808
por parte de Donald Trump, instrumento que nos limita ampliamente el uso de la
divisa estadounidense, la guerra económico-financiera alcanzó niveles
estratosféricos, pasando a convertirse en un auténtico bloqueo, al servir de
base para la apropiación ilegal de nuestras divisas destinadas al pago de
bienes y servicios importados, por parte de instituciones financieras del mundo
capitalista, lacayunamente plegadas a los designios del amo imperial. Altamente
representativo de este brutal bloqueo y secuestro de dinero, es el caso de la
proveedora de servicios financieros Euroclear, denunciada por el presidente Maduro
en noviembre pasado, por mantener congelados 1.650 millones de dólares
destinados a la compra de medicinas y alimentos para nuestra población (2);
más una cantidad casi igual que le fuese depositada para el pago de los cupones
de los bonos de la república y de PDVSA vencidos desde noviembre 2017,
generando así un impago forzado de parte de nuestra deuda externa.
Cuando
decimos que el imperio ha fracaso en la guerra no convencional que nos ha
impuesto no queremos ni mucho menos ocultar que la misma, sobre todo en sus
variantes psicológica, económica y financiera, no haya causado estragos en
nuestra sociedad, al hacer aflorar de algunos de nosotros lo peor de lo que
llevamos dentro, provocando un lamentable enfrentamiento de pueblo contra
pueblo, origen de una especulación comercial fuera de toda medida. A la vista
de todos, como lo hemos señalado en artículo anteriores, está: que casi han
logrado pulverizar nuestro signo monetario; que nos están desangrando con el
contrabando de extracción a través de nuestras fronteras, llevado a cabo por
las mafias habitualmente dedicadas al narcotráfico, ante la mirada cómplice de
los gobiernos cipayos de Colombia, Brasil y las islas holandesas; que para
poder pagar estos bienes ilícitamente extraídos del país nos están despojando
de la casi totalidad de nuestro dinero físico, amparados en una brutal
devaluación de carácter totalmente ilegal, ajena a la más elemental
racionalidad económica capitalista; y que nos han inducido una hiperinflación
de niveles jamás vistos en el país.
Decimos
que sus ataques han fracasado, no sólo porque los hemos podido resistir hasta
ahora, lo cual viene a ser toda una proeza de nuestro pueblo y de nuestro
gobierno, si tomamos en cuenta que sólo las sanciones, base fundamental de la
guerra financiera durante los últimos meses, han sido señaladas por Peter
Koening, economista y analista geopolítico de origen estadounidense, ex
funcionario del Banco Mundial, como las más amplias sanciones económicas de la
historia, representativas de una guerra financiera directa que prácticamente paralizaría
a Venezuela, siendo constituyentes además de un verdadero crimen de guerra, ya
que ponen en peligro y amenazan las vidas del pueblo venezolano (3).
Insistimos
en que el imperio ha fracasado con su guerra de cuarta generación porque a
pesar de sus terribles efectos hemos logrado pasar a la ofensiva en lo social,
en lo político, en lo diplomático, en lo militar y fundamentalmente en lo económico-financiero,
algo plenamente demostrable con base en las siguientes razones:
·
En lo social,
porque no sólo es que el imperio no logró generar la deleznable “pelea de perros” que buscaban en el
seno de nuestra sociedad, sino que a partir del rechazo generalizado a las
sanciones, encabezado por el pueblo y el gobierno revolucionario, se ha
producido un rechazo importante en algunos sectores opositores, hacia los
líderes locales que las han promovido y hacia el mismísimo imperio y sus
amenazas de invadirnos militarmente.
·
En lo político, porque
se ha producido: una importante recomposición de las fuerzas del chavismo,
capaz de explicar las amplias victorias electorales alcanzadas a pocos días de
la entrada en vigencia de las sanciones (elecciones regionales) y a finales de
2017 (elecciones municipales); una implosión total de la llamada Mesa de la
Unidad Democrática (MUD), plenamente sumisa a los caprichos de Washington; así
como un acuerdo con parte importante de la oposición, para celebrar unas
elecciones presidenciales, legislativas regionales y legislativas municipales,
el próximo 20 de mayo, contrariando abiertamente las órdenes injerencistas del
imperio.
·
En lo diplomático, porque
a pesar del inmenso chantaje aplicado a sus sumisos aliados, necesitaron
aplicar la vieja práctica de la “zanahoria
y el garrote” a los valientes países del convenio Petrocaribe, para con la
muy precaria diferencia de un voto, lograr aprobar una tímida resolución que
exhorta al gobierno revolucionario a postergar las elecciones presidenciales,
que en aquellos días estaban previstas para el 23 de abril, en medio de una
ilegal sesión del consejo permanente de la OEA celebrada el pasado 23 de
febrero (4); un
logro extremadamente insignificante en comparación con sus aspiraciones de
aplicar a Venezuela la llamada “carta
democrática” de la organización.
·
En lo militar, porque
las funestas incitaciones a la FANB para que ejecute un golpe de estado en
contra de la revolución bolivariana por parte del departamento de estado gringo,
fueron inmediatamente rechazadas por su alto mando, que además advirtió al
imperio en forma magistral y enfática, lo siguiente: “… no
volverán jamás a imponerse los tiempos de dictadores formados en la Escuela de
las Américas; ni la tristemente célebre Estrategia de Contención o el criminal
Plan Cóndor, con todo lo cual se plagó de miseria y opresión a tantos pueblos
de la región” (5).
·
En lo económico-financiero,
porque el exitoso lanzamiento de nuestra criptomoneda con respaldo en petróleo,
denominada el Petro, logró captar para el tesoro público unos 735 millones de
dólares, el 20 de febrero que fue el primer día de operaciones (6)
y unos 3.000 millones, el equivalente casi al 50 % del total de nuestra deuda
externa de este año, durante la primera semana (7),
todo ello a pesar de las amenazas de sanciones proferidas por el departamento
del tesoro norteamericano);
así como también porque Euroclear se vio obligada a desbloquear unos 90
millones de dólares correspondientes al pago de intereses del bono PDVSA/22/6 %
(8), que le habían sido
depositados por la estatal petrolera en noviembre del pasado año, augurando un
inminente desbloqueo del resto de los fondos ilegalmente retenidos.
Ante el evidente fracaso de su guerra de cuarta
generación y en el escenario de absoluta desarticulación en el que se encuentra
la porción de la contrarrevolución venezolana más virulenta y sumisa a sus
designios, al parecer no le quedan al imperio, que jamás habrá de desistir en
su empeño de defenestrar a la revolución bolivariana, otras alternativas que:
promover la movilización de los ejércitos dependientes de Colombia, Perú y
Brasil para con el apoyo, al menos logístico, de Argentina, Panamá y Holanda, poder
estrechar el cerco militar sobre Venezuela o lanzar a las fuerzas del Comando
Sur en un ataque directo.
A
la segunda de las alternativas y por las razones que hemos analizado
ampliamente en artículos anteriores, le asignamos una muy escasa probabilidad
de ocurrencia, aunque tratándose de una administración tan volátil como la de
Trump, es imposible descartarla.
En
cambio, la segunda de las alternativas, que comenzó a ser desplegada desde el
mes de noviembre de 2017, con la ejecución de la “Operación América Unida” (9),
consistente en teoría en 10 días de “simulacros
bélicos” efectuados fundamentalmente por componentes de las fuerzas armadas
de Estados Unidos, Brasil, Colombia y Perú, dirigidos desde una base
multinacional “provisional”,
construida para este propósito en la ciudad brasileña de Tabatinga, fronteriza
con Leticia, en Colombia y con Santa Rosa, en Perú, en el sito que se ha dado
en llamar “la triple frontera”,
distante unos 700 km. de la frontera con Venezuela, ha seguido su desarrollo de
manera casi inexorable, como lo evidencian los siguientes hechos:
·
La ilegal presencia en
Panamá, desde comienzos del mes de enero, de unos 415 efectivos de la fuerza
aérea gringa, puestos allí con sofisticado armamento y amplios privilegios,
para ejecutar las maniobras militares “Nuevos
Horizontes”, hasta el mes de julio del presente año (10).
·
La reciente instalación de
dos bases militares estadounidenses de acción rápida en las comunidades de
Vichada y Leticia, en el departamento colombiano de Amazonas, limítrofe con
Venezuela por el sur oeste del país (11),
que sumadas a las no menos de nueve ya existentes, significan un paso
importante en la ocupación militar de Colombia, considerada por el difunto senador
estadounidense Paul Coverdell como un paso previo necesario para invadir a
Venezuela.
·
La movilización hacia las
fronteras venezolanas de efectivos militares de Colombia y Brasil, en
acatamiento de órdenes expresas del imperio impartidas durante los días de la
visita a la región del secretario Tillerson, que ha sido un hecho público,
notorio y comunicacional.
·
La presencia de efectivos
del Comando Sur en la región de Tumaco (suroccidente de Colombia), el domingo
11 de febrero, con el propósito declarado de realizar maniobras con efectivos
del ejército colombiano tendientes a contrarrestar “las amenazas de seguridad” en la zona, según lo declarase el
almirante Tidd, al momento de señalar además desde su cuenta Twitter que
Colombia "es un socio fuerte y de
confianza" para los Estados Unidos (12).
·
La presencia comprobada de
dos fragatas de guerra gringas, de las usadas para escoltar portaaviones en
campaña, en aguas de la isla de Aruba, el pasado 12 de febrero (12)
y la presencia, que aún no hemos podido comprobar, de otra fragata de la armada
de Holanda.
·
La próxima celebración de
los ejercicios “Fuerzas Aliadas Humanitarias”,
en la ciudad de Guatemala
·
del 10 al 27 de abril,
sospechosamente coincidente con la fecha originalmente anunciada para la celebración
de las elecciones presidenciales en Venezuela; hecho manejado con una
discreción mayor que la acostumbrada, que se hizo del dominio público por un
documento filtrado del ministerio de defensa del Perú (13).
·
La reciente autorización
concedida por el gobierno de Macri a los EE. UU. para instalar una base militar
en la triple frontera de Argentina, Brasil y Paraguay, acordada en la visita
realizada a Washington por la ministra Patricia Bullrich a comienzos del mes de
febrero pasado (14).
A
pesar de la existencia de este escenario al cual la contundencia de los hechos
descritos forzosamente obliga a calificarlo como un “escenario prebélico”, dos conocidos hombres públicos
estadounidenses se empeñan en negar la factibilidad de una invasión imperial a
Venezuela; se trata de Thomas Shannon, diplomático, subsecretario de estado
adjunto para el hemisferio occidental, “en
vías de retirarse” y Noam Chomsky, lingüista, filósofo, politólogo,
activista político y profesor emérito del MIT.
En
efecto, Shannon, en una entrevista para el medio W Radio de Colombia señaló: “Es cero factible una intervención militar
de Estados Unidos en Venezuela” y adicionalmente, “Es un problema que los mismos venezolanos tienen que resolver” (15);
por su parte Chomsky en una entrevista concedida a Rafael Correa, dice admitir
que Venezuela "tiene problemas muy
graves", pero que no cree que EE.UU. "esté en posición de organizar un golpe de Estado o de atacar a
ese país" (16).
A
juicio mío no debe darse el más mínimo crédito a estos señalamientos; en el caso
de Shannon, por considerar que nadie llega tan lejos en las filas del imperio
sin haber hecho firme profesión de fe sobre el excepcionalismo estadounidense y la validez de
la doctrina Monroe; y en el caso del profesor, por considerarlo un permanente detractor de la
revolución bolivariana al mismo tiempo que un muy curioso detractor del imperio,
especializado en “atacarlo” pero al
mismo tiempo defenderlo.
En
suma, no podemos ni dormirnos en los laureles celebrando por mucho tiempo más
esta derrota parcial del imperio, ni mucho menos bajar la guardia ingenuamente confiando
en señalamientos como los de Shannon y Chomsky, ya que lo que está en juego es
la integridad y la pervivencia de la patria.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, marzo 05 de 2018
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