sábado, 25 de marzo de 2017



¡A mirarnos en el espejo de Siria!
Carlos E. Lippo




Como es sabido por muchos, Siria es un pequeño país localizado en el Medio Oriente que tiene como límites: Turquía al norte; Iraq al este; Jordania al sur y el Mar Mediterráneo, Líbano e Israel, al oeste. Siria advino a su independencia de manos de Francia en 1946, pero no fue sino hasta 1963 que adoptó su actual sistema de gobierno republicano. Su Constitución define su modelo político como una República Democrática, Popular y Socialista.

Se trata de un país musulmán de cerca de 20 millones de habitantes entre los cuales predomina la corriente musulmana sunita, la cual a diferencia de la corriente chiita que predomina en Irán, no postula el establecimiento de un gobierno teocrático basado en la ley islámica sino un gobierno secular con clara separación entre la religión y sus instituciones; sin embargo, una gran parte de sus gobernantes, Bashar Al Assad entre ellos, y muchos dirigentes militares profesan la corriente musulmana alawita, que es una especie de sincretismo religioso entre la fe musulmana chiita y la fe cristiana ortodoxa (1).

Desde la presidencia de Hafez Al Assad, quien dirigió el país desde 1970 hasta el año 2000, y luego, bajo la presidencia de su hijo Bashar Al Assad, Estados Unidos ha incluido a Siria dentro de la lista confeccionada por dicho país como uno de los “ejes del mal”, junto a la República Islámica de Irán y antes, a la Gran Jamahiriya Árabe Popular Socialista de Libia.

Según Raimundo Kabchi, abogado y analista de origen libanés residenciado en Venezuela desde hace más de 55 años, asesor de Chávez para temas del Medio Oriente y todo un referente para abordar al conocimiento sociopolítico de esa región del mundo, “Siria es el alma y el cuerpo de la resistencia a los designios del imperialismo, del sionismo y de la reacción en el mundo árabe”. El mismo analista en una entrevista realizada por Vanessa Davies (2) en septiembre de 2011, poco después de que el imperio comenzase a promover una de sus falaces “revoluciones de colores” en ese país, sostuvo que una vez que murió Gamal Abdel Nasser, de no haber sido “por la posición digna y gallarda de Siria, la causa árabe hubiera tenido un retardo para triunfar de muchas décadas” y que la alianza entre Siria, Irán, Hezbolá, Hamás y otras organizaciones en el mundo árabe “representa un obstáculo para los designios hegemónicos del imperialismo y del sionismo”; por todo ello, “a Siria le están pasando muchas facturas”.

La voluntad integracionista de Siria se ha puesto de manifiesto por su iniciativa de haber creado la República Árabe Unida (RAU), estado conformado por Egipto y Siria, como un primer paso hacia una futura unidad de todos los estados árabes, creado a raíz del auge arabista y antiimperialista generado por la flagrante derrota propinada por el ejército egipcio a los ejércitos conjuntos de Gran Bretaña, Francia e Israel, que intentaron invadir esa nación en respuesta a la justa nacionalización del Canal de Suez en 1956. La RAU, que tuvo una muy breve existencia (1958-1961) debido a las diferencias legislativas entre ambas naciones, las graves diferencias entre las respectivas clases políticas y la presión de los nacionalismos locales, se mantuvo hasta el triunfo de un golpe militar en Siria que declaró su separación el 28 de septiembre de 1961; sin embargo, Egipto siguió usando el nombre de República Árabe Unida hasta 1971, un año después de la muerte de Nasser. En cualquier caso Siria sigue siendo el país foco de atracción del panarabismo, así como Libia antes de ser destruida lo era del panafricanismo.

El proyecto de recolonización del Medio Oriente y el Norte de África, cínica y eufemísticamente llamado “Primavera Árabe” se inicia en Siria en julio del año 2011, con una movilización de calle en la que participaron los propios embajadores de estados Unidos y Francia (3). Curiosamente la manifestación no exigía una mayor democracia como nos hicieron creer los medios sino la imposición de un gobierno Islámico. Tras este primer evento numerosas ciudades fueron testigos de las mayores manifestaciones de apoyo al gobierno sirio en toda la historia del país; sin embargo, la canalla mediática internacional las hizo aparecer como manifestaciones de protesta en contra del gobierno de Al Assad.

Seguidamente, mercenarios locales y extranjeros generosamente financiados por las petromonarquías del golfo, Arabia Saudita y  Qatar entre ellas, que aportaron cerca de 2.000 millones de dólares para ese propósito, lograron instaurar un estado de violencia generalizado que pronto devino en un conflicto armado de alta intensidad, debido a la tenaz resistencia que debieron oponer las fuerzas militares y policiales a las cada vez más violentas hordas paramilitares extranjeras procedentes de Irak y Turquía, presentadas por la canalla mediática internacional como la legítima oposición siria al gobierno de Al Assad.

Hoy en día ya se sabe a plenitud que esta cruentísima guerra, no ha sido un conflicto civil entre ciudadanos sirios, sino una guerra de resistencia a una invasión extranjera promovida por el gobierno estadounidense y sus gobiernos aliados de la OTAN junto al estado sionista de Israel, que habiendo accionado en diversas oportunidades con fuerzas propias, de manera encubierta, tienen a los terribles efectivos mercenarios de Al Qaeda y el EIIL (Estado Islámico de Irak y El Levante), artificialmente creado por occidente, como feroces perros de presa en esa atribulada región.

El hecho cierto de que el imperio y sus aliados han montado un escenario totalmente ficticio para mostrar al Presidente Al Assad como un despreciable dictador, violador de los más elementales derechos humanos, con colaboración de varias organizaciones internacionales, supuestas defensoras de los derechos humanos como Amnistía Internacional, ha quedado totalmente evidenciado por hechos tales como: la existencia de dos centros de producción de imágenes falsas, confirmada por la inteligencia rusa; el descubrimiento de que la supuesta bloguera lesbiana Amina Abdallah, presuntamente secuestrada y torturada, es realmente un escocés de 40 años (4); la aparición de numerosas personas en las televisoras sirias que habían sido presentadas como muertas, y lo más sorprendente de todo, manifestaciones públicas en Rusia que se ha pretendido hacer pasar por manifestaciones de protesta en Siria.

Considero innecesario repetir las incidencias de estos casi seis años de cruentas luchas; si considero que es necesario y útil puntualizar que un país que antes del 2011 contaba con un gobierno democrático, legal y legítimo, que había sido capaz de mantener una sociedad tolerante y secular, con una economía centrada en el bienestar social y una política basada en el respeto y aceptación al diferente, que había logrado mantener un importante crecimiento económico-social, suficiente para incluir a Siria en el grupo de países con Índice de Desarrollo Humano (IDH) medio, por encima de Egipto y Marruecos, por ejemplo, (5), por obra y gracia de las acciones terroristas del imperio y sus aliados, se encuentra ahora con una economía totalmente destruida, que según algunos expertos tardaría más de 30 años en ser reconstruida y lo que es más grave, con más de un cuarto de millón de víctimas mortales y casi 12 millones de desplazados, más de 4 millones de ellos pujando por hacer vida en la Unión Europea, después de una travesía adelantada en medio de las condiciones más adversas, riesgosas y denigrantes que se pueda concebir.

Para finalizar este ya larguísimo preámbulo debo decir que considero que la hermana República Democrática, Popular y Socialista de Siria ha logrado mantenerse en pie, gracias a: la acción heroica del pueblo todo, incluyendo al pueblo opositor (6), que junto a las fuerzas armadas han logrado propinar importantes derrotas al invasor extranjero; la firmeza revolucionaria del equipo político dirigente, personificado en el Presidente Bashar Al Assad y el partido Baaz; y el apoyo diplomático de Rusia y China, materializado en el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, al establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Siria, que al igual que en el caso de Libia hubiese servido de excusa para la invasión militar directa. Es necesario decir además que las fuerzas revolucionarias sirias no estarían a punto de derrotar totalmente al invasor extranjero, expulsándolo de su territorio, como confiamos que finalmente habrá de ocurrir, de no ser por el apoyo militar directo que le ha venido brindando el gobierno de la Federación de Rusia.

Siendo evidente que existe un paralelismo importante entre la situación de asedio por parte de la potencia imperial que viene confrontando Venezuela desde hace varios años y la confrontada por Siria a comienzos del año 2011 y años subsiguientes, la propuesta de mirarnos en su espejo tiene como propósito el intentar diseñar una estrategia para combatir al enemigo común, el imperio estadounidense, tratando de corregir las posibles deficiencias de la estrategia siria y haciendo esfuerzos para emular todo lo que de ella sea beneficioso emular.

En este orden de ideas, sin pretender en modo alguno agotar el tema, hemos considerado oportuna, apropiada y necesaria la formulación de los siguientes lineamientos destinados a servir de guía para el diseño de dicha estrategia:

·         Intentar desmontar la falaz y manida argumentación del secretario Almagro y  la contrarrevolución en pleno, en relación a la supuesta crisis humanitaria que estamos viviendo en el país, haciendo uso de los más sólidos argumentos de carácter técnico, tales como: los contenidos en el último informe del “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo” (PNUD), que nos sitúa entre los países de Índice de Desarrollo Humano (IDH) alto, por encima de muchos países de la región como Brasil, Colombia y Perú (7); y los formulados por Pasqualina Curcio Curcio, en su más reciente artículo, titulado “El informe de Almagro contra el pueblo de Venezuela” (8).
·         Intentar desmontar la falaz argumentación de que el Gobierno Revolucionario es un violador contumaz de los derechos humanos, con base en la calificación recibida en la más reciente evaluación del “Consejo de Derechos Humanos de la ONU” (marzo de 2017), en el seno del cual, a decir del embajador Jorge Valero (9), numerosas delegaciones felicitaron al Gobierno Bolivariano por su demostración de seriedad y compromiso con la vigencia de los DDHH y sólo el gobierno de Estados Unidos y el de uno de sus aliados de la Unión Europea realizaron intervenciones hostiles en contra de Venezuela.
·         Intentar demostrar la matriz mediática de que acciones injerencistas del gobierno norteamericano ya ejecutadas, como la infausta orden ejecutiva de Obama de marzo de 2015 y otras que eventualmente pudieran ser ejecutadas bajo su fuerte presión, como una eventual aplicación de la Carta Democrática Interamericana, sólo afectaría a los chavistas, como tantas veces han vociferado los más conspicuos dirigentes de la contra.
·         Intentar la incorporación de sectores de oposición a las tareas de defensa de la soberanía nacional, por más difícil que ello pueda resultar, si tomamos en cuenta que hasta ahora sólo un dirigente opositor de algún peso, Manuel Rosales, se ha manifestado en contra de la aplicación de la ignominiosa carta (10).

·         Seguir potenciando el desempeño de la unión cívico-militar en las tareas de defensa de la soberanía.

·         Estrechar aún más las relaciones diplomáticas y de cooperación económica y militar con las potencias amigas: Rusia, China e Irán.
·         Solicitar la ayuda solidaria de los gobiernos de la región afines al nuestro, agrupados en el ALBA-TCP y el Acuerdo Petrocaribe, para poder resistir exitosamente el asedio imperial y alertar al resto de los gobiernos que hoy se muestran reticentes o francamente hostiles al nuestro, recordándoles que nada impide que ellos también puedan ser asediados a futuro, por más complacientes que se empeñen en comportarse, ya que el imperio ha demostrado suficientemente no tener amigos, sino intereses.

Consideramos que la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA a celebrarse el próximo lunes 27 por solicitud de nuestro gobierno (11) es una oportunidad de oro para el desarrollo exitoso de los dos primeros lineamientos, así como para comenzar a desarrollar con la premura que el caso amerita el último de los mismos.

¡No podemos permitir que nuestro país sea obligado a seguir el mismo camino seguido por Siria!
¡Prohibido fallarle a la Patria, prohibido fallarle a la Revolución… prohibido fallarle a Chávez, carajo!
¡El presente es de lucha, el futuro nos pertenece!
¡Venceremos!



celippor@gmail.com
Caracas, marzo 25 de 2017

miércoles, 15 de marzo de 2017




La inminente amenaza que la Exxon Mobil representa para Venezuela
Carlos E. Lippo




La Exxon Mobil es heredera de la Standard Oil Company of New Jersey, que fue una de las compañías que surgieron en el año 1911 tras el desmembramiento del gigante petrolífero creado por Rockefeller a finales del siglo XIX, ordenado por el gobierno estadounidense en aplicación de una ley antimonopolio. A lo largo del tiempo ha llegado a tener tal músculo financiero que en el 2016 fue la cuarta mayor empresa del planeta, ocupando además el primer lugar entre las empresas petroleras, alcanzando un valor de capitalización bursátil o precio de mercado de un poco más de 400 mil millones de dólares estadounidenses (1).

Esa gigantesca magnitud y su elevado nivel de influencias en los Estados Unidos, junto a su amplia presencia internacional le ha permitido convertirse en un “estado corporativo dentro del estado americano”, según sostiene Steven Coll, periodista de investigación estadounidense ganador de dos Premios Pulitzer por sus artículos en The Washington Post, en un libro titulado “Private Empire, ExxonMobil and American Power” (El Imperio Privado, ExxonMobil y el Poder Americano) (2), publicado en el 2012, que muestra un retrato detallado de las actividades de la compañía en los últimos 25 años.
Una idea cabal del verdadero peso específico de esta gigantesca corporación a nivel del gobierno del imperio puede inferirse de la consideración de una frase pronunciada por George W. Bush en el año 2001, cuando en teoría era el hombre más poderoso del planeta. La frase en cuestión señala: “Nadie dice a estos tíos lo que tienen que hacer” y con ella respondía Míster Danger, como lo llamaba Chávez, a la exigencia del primer ministro de India, Manmohan Singh, de que presionara a estos “tíos” (Exxon Mobil) para que firmaran un acuerdo con la petrolera estatal india.

La empresa es un organismo con sus propios objetivos y con su propia diplomacia internacional que, a veces pueden coincidir con los de EEUU, y otras no. “Yo no soy una compañía de Estados Unidos y mis decisiones no están basadas en lo que es bueno para los Estados Unidos”, dijo en una ocasión Lee R Raymond, su  director ejecutivo entre 1993 y 2005, quien antecediese en el cargo al inefable Rex Tillerson que lo ejerció hasta que fue nombrado secretariado de estado por Donald Trump, a fines de diciembre de 2016.

El principal objetivo declarado de la empresa, con presencia en más de 40 países, es la explotación, elaboración y comercialización de productos petroleros y gas natural, así como la fabricación de productos químicos, plásticos y fertilizantes; sin embargo en aras de sus intereses crematísticos no ha tenido escrúpulos para ejecutar acciones injerencistas de alto calibre tales como: el apoyo en dinero y armas a los “rebeldes” que iniciaron una cruentísima guerra civil en Angola; el apoyo irrestricto a la sangrienta dictadura del general Mohammad Suharto en Indonesia y el ejercer una presión decisiva sobre George W. Bush, de cuya campaña fue el mayor financista,  para que aprobase aquella nefasta invasión a Irak en el 2003 que tuvo como pretexto la destrucción de unas armas de destrucción masiva que jamás fueron encontradas.

Es precisamente este desmesurado interés crematístico lo que ha estado detrás de su manifiesto desprecio por la preservación del ambiente, puesto en evidencia por la promoción de diferentes grupos de activistas negadores del cambio climático y por la responsabilidad que se le atribuye en el hecho de que Estados Unidos, siendo el país con mayor consumo de energía en el planeta, se haya negado a firmar el Protocolo de Kyoto que promovía la reducción de gases que generan el efecto de invernadero. Pero ocurre que, ¿qué otra cosa podría esperarse en materia ambiental de la empresa que en 1989 provocó un catastrófico desastre ecológico en Alaska con el derrame petrolero del buque Exxon Valdez y que ha producido severos daños ecológicos en Nigeria, Ecuador, Perú y Colombia? (3).

En Venezuela, su antecesora la Standard Oil Company of New Jersey, operó desde inicios del siglo XX, por medio de diferentes razones sociales de las cuales la de más larga duración e importancia fue la Creole Petroleum Corporation, con la cual operó hasta el 31 de diciembre de 1975, fecha en la que sus concesiones expiraron y pasaron a manos del estado venezolano en virtud de la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera (4).

Durante ese período Creole llegó a ser la principal de las operadoras transnacionales en el país, alcanzando una producción tope de 1.500.000 barriles diarios en 1950, lo que le permitió aportar el 40 % de las ganancias de su casa matriz que a su vez llegó a ser la mayor empresa petrolera a nivel planetario. Aquí, su desprecio por el medio ambiente le llevó a verter ingentes cantidades de petróleo en el Lago de Maracaibo por su renuencia a controlar eficazmente el flujo de productos entre sus numerosos tanques de almacenamiento, ya que como lo han revelado algunos de sus planos consideraban al lago como su último tanque, al cual arrojaban subrepticiamente el petróleo cuando los demás estaban llenos.

Y para no quedarse atrás en materia de injerencia política, la Creole apoyó de manera decisiva el golpe militar de Pérez Jiménez que en noviembre de 1948 derrocó al primer presidente electo en Venezuela por el voto popular, en completa coincidencia con la embajada norteamericana (5). Esto último fue reconocido por el propio presidente Gallegos al  llegar a La Habana en 1949, al inicio de su largo exilio, aunque posteriormente se viese obligado a desmentirlo a causa de las presiones de su cipayo discípulo y compañero de partido, Rómulo Betancourt Bello, y de la necesidad de tener que residenciarse en territorio estadounidense.

La Exxon vuelve a operar en Venezuela en 1998, después de su fusión con la Mobil, que ya desde 1997 extraía petróleo pesado de nuestro estado Monagas (Cerro Negro y La Ceiba) en el marco de aquella entreguista y regresiva política de Caldera II que se llamó la Apertura Petrolera.

Casi diez años más tarde su forma de operación hubiera tenido que ser modificada, al decretar el presidente Hugo Chávez la Plena Soberanía Petrolera de la nación, que implicaba entre otras cosas la migración de las empresas transnacionales que habían venido operando a través de los convenios de la Apertura, que en el mejor de los casos garantizaban una participación estatal en el negocio del 35 % (inferior a la participación en el régimen anterior a “la nacionalización” de 1975), a unas empresas mixtas con mayoría accionaria de PDVSA, con lo cual se incrementaba al 78 % la participación estatal. De las 33 empresas sujetas a constituir empresas mixtas con PDVSA, entre las cuales se encontraban, a título de ejemplo, Chevron (USA), BP (Reino Unido), Total (Francia) y Statoil (Noruega), 31 estuvieron de acuerdo con los parámetros económicos establecidos por el estado venezolano para realizar la compra de sus acciones a los fines de la constitución de las nuevas empresas, mientras que dos de ellas, Exxon Mobil y Conoco Phillips, decidieron iniciar acciones legales contra PDVSA.

En ese mismo año (2007) Exxon Mobil solicitó un arbitraje ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), exigiendo el pago de la astronómica y absurda cifra de 20 mil millones de dólares de indemnización, pero no contentos con eso introdujeron ante sendos tribunales de Londres y New York una solicitud de congelamiento de bienes por 12.500 millones de dólares y otro arbitraje ante la Cámara de Comercio Internacional, con sede en Estados Unidos.

A comienzos de 2008 y después de un mes de tener estos activos congelados, un juez londinense no sólo revocó la medida sino que ordenó a la Exxon que pagara a PDVSA 380 mil libras esterlinas como anticipo por los costos judiciales en los que incurrió la estatal para defenderse ante los tribunales londinenses (6).

En el año 2014 el tribunal arbitral del CIADI emitió su veredicto: el estado venezolano debería pagar a Exxon por los antiguos Proyectos Cerro Negro y La Ceiba, 1.591 millones de dólares; pero el CIADI también reconoció el veredicto emitido en el año 2012 por la Cámara de Comercio Internacional, a través del cual Venezuela pagó 908 millones de dólares a la Exxon Mobil. Por lo tanto, PDVSA solo debería cancelar 683 millones de dólares en un plazo de aproximadamente siete años (7). En resumen, tal como señaló en su oportunidad el entonces canciller Rafael Ramírez Carreño, Exxon Mobil sufrió una triple derrota: recibirá un monto muy por debajo del esperado (menos del 5 % de lo que estaba exigiendo), siete años después y habiendo perdido definitivamente la oportunidad de hacer negocios con Venezuela, el país que posee las mayores reservas petroleras del planeta.

En forma paralela al desarrollo de estas querellas judiciales Exxon ha estado sumamente activa en sus exploraciones y trabajos preliminares de perforación en pozos situados en áreas no permitidas de Guyana, por estar sujetas a la secular reclamación territorial por parte de Venezuela, con el agravante de que para esta nueva agresión la Exxon cuenta con el apoyo irrestricto del departamento estado gringo que ve en la política retadora y contraria a derecho del primer ministro Granger y en la circunstancia de ser Guyana la sede de la Secretaría Permanente de la CARICOM, una oportunidad de oro para hacer estallar el acuerdo Petrocaribe.  

Después de esta larga cadena de disputas judiciales con este gigante gringo y de estar siendo objeto de los impertinentes e injustificados ataques diplomáticos de su nuevo pupilo suramericano, el primer ministro de Guyana a quien él interesadamente está apoyando, no puede menos que  causarnos un gran regocijo el nuevo dictamen del CIADI emitido el 09 de marzo, hace menos de una semana en respuesta a una apelación interpuesta por PDVSA en el 2015, que anula varias porciones del laudo de octubre de 2014 que “versan directamente sobre la valuación de la compensación y las razones subyacentes” (8); es decir, que es altísimamente probable que Venezuela no tenga que pagar un centavo de dólar más de los 908 millones que PDVSA considerase como el justo valor de los activos de Exxon en Venezuela y que ya pagase en el 2007. ¡Sin embargo, esta clamorosa victoria además de regocijarnos, debe ponernos en alerta, porque no hay nada más peligrosa que una bestia herida!

Todas las agresiones antes citadas se han producido durante el mandato de Rex Tillerson como director ejecutivo de la empresa, por lo cual sigo plenamente convencido de que siendo el personaje por sí solo  una grave amenaza para Venezuela, su nombramiento como secretario de estado de los Estados Unidos, necesariamente lleva asociada una enorme probabilidad de que nuestro país sea intervenido militarmente por el imperio durante la presente administración, tal como lo planteásemos en dos recientes artículos publicados en este mismo portal, titulados: “La política intervencionista de Trump en contra de Venezuela se encuentra ya en pleno desarrollo” (9) y “¡Alerta, que la política intervencionista de Trump en contra de Venezuela está siguiendo ahora su curso inexorable!” (10).

Para finalizar, debo comentar que conociendo las prácticas mafiosas de la Exxon Mobil, nada tendría de raro que dicha corporación hubiese contribuido generosamente con la campaña presidencial de Donald Trump, así como en el año 2000 lo hiciesen con la de George Walker Bush, por lo que cabe esperar que de la misma forma que  presionaron a Míster Danger para invadir a Irak en el 2003, presionen ahora a Trump para invadir a Venezuela en aras de sus bastardos intereses. ¡Cómo podemos ver sólo es cuestión de que el departamento de estado y la Exxon Mobil, que por obra y gracia de Trump y de Míster Tillerson han pasado a ser casi la misma miasma, se pongan de acuerdo sobre “el cuándo y sobre el como”!   

¡Alerta, que guerra avisada también mata soldados!

¡Prohibido fallarle a la Patria, prohibido fallarle a la Revolución… prohibido fallarle a Chávez, carajo!
¡El presente es de lucha, el futuro nos pertenece!
¡Venceremos!



celippor@gmail.com
Caracas, marzo 15 de 2017