miércoles, 25 de enero de 2017



Con la presidencia de Trump, ¿no estaremos saliendo de Guatemala para entrar en Guatepeor?

Carlos E. Lippo




Unas recientes declaraciones brutalmente injerencistas del nuevo secretario de estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, ofrecidas en una entrevista difundida por el medio Latin America Goes Global a finales de la pasada semana, que a su vez son extremadamente coincidentes con lo respondido por él en el cuestionario escrito presentado ante el senado norteamericano en la audiencia de confirmación celebrada el pasado 11 de enero, cuando entonces era sólo un nominado para el cargo por el presidente Trump, sirven para poner en evidencia que la política del nuevo gobierno del imperio en relación a Venezuela será cuando menos una continuación de la agresiva política adelantada por el trío Obama-Clinton-Kerry en contra de la revolución bolivariana, entre los años 2008 y 2016.
Una selección de los principales señalamientos hechos por el nuevo canciller del imperio, según lo recogen sendos despachos de TeleSur (1) y del Diario Las Américas, de Miami (2), citados textualmente a continuación, habrán de ser más que suficientes para demostrar el anterior planteamiento:

  • “Creo que estamos totalmente de acuerdo en cuanto a la calamidad que ha sucedido en Venezuela, en gran medida debido a la incompetencia y la disfunción de su Gobierno, primero, con Hugo Chávez y ahora con su sucesor designado, Maduro. De ser confirmado, insto a una estrecha cooperación con nuestros amigos en el hemisferio, en particular con los países vecinos de Venezuela, Brasil y Colombia”.

  • “…así como también cooperaremos con organismos multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA), para buscar una transición negociada a la democracia en Venezuela”.

  • “Debemos continuar denunciando las prácticas antidemocráticas de Maduro. Debemos pedir que se liberen los presos políticos (entiéndase políticos presos) por hechos de corrupción o por actos criminales y reforzar las sanciones a los violadores de derechos humanos en Venezuela y a los narcotraficantes”.

  • “Al final, se reconstruirán las instituciones políticas, encabezadas por valientes defensores de la democracia y de los derechos humanos, que allanarán el camino para el tipo de reformas necesarias para poner a Venezuela en el camino de la recuperación económica”.

  • “Se van a cumplir las sanciones impuestas por el Congreso (…) vamos a continuar apoyando los esfuerzos del secretario general de la OEA, Almagro, en la búsqueda de la invocación de la Carta Democrática Interamericana para promover la normalización de la situación en Venezuela y el restablecimiento de las situaciones democráticas”.

Es indudable que comparado con este nuevo personaje, pendiente aún de ser confirmado para el cargo por el senado norteamericano, el inefable John Kerry, último canciller de Obama, luce como un émulo de San Francisco de Asís, el santo aquel que no era capaz de matar ni siquiera a una serpiente venenosa.

Aunque a la fecha de publicación de estas notas este aspirante a canciller aún no ha sido confirmado oficialmente, su confirmación se da como un hecho debido a  que dos influyentes senadores republicanos, John McCain y Lindsey Graham, ambos redomados halcones, anunciaron el pasado domingo que lo están respaldando.

Según las informaciones recogidas esta audiencia de confirmación debió ser en algunos pasajes un auténtico aquelarre en contra de Venezuela, promovido por el aspirante a canciller, con el beneplácito de algunos legisladores tanto republicanos como demócratas, conocidos enemigos de nuestra revolución, que se pronunciaron a favor de sanciones a nuestro país por un supuesto tráfico de alimentos, liderado a juicio de ellos por el ejército venezolano. Muestras de lo anterior son este terrible e infundado señalamiento del senador demócrata Ben Cardin, miembro de alto rango de la comisión de relaciones exteriores: “Cuando el Ejército lucra con la distribución de comida mientras el pueblo venezolano sufre cada vez más hambre, la corrupción ha alcanzado nuevos niveles de perversión que no pueden quedar inadvertidos”; así como otro no menos terrible del republicano Marco Rubio, presidente del subcomité de relaciones exteriores para la América Latina, quien dijo muy tranquilamente, como quien se come un pasapalo: “Esta (la aplicación de sanciones) debería ser una de las primeras acciones del presidente Trump (3).

La hermana república de Cuba y su gloriosa revolución tampoco salieron ilesos del mencionado aquelarre fascista, habiendo sido objeto de duros ataques durante esta maratónica audiencia de confirmación de más de 9 horas; tan es así, que ante los tendenciosos comentarios y las incisivas preguntas vinculadas a sus posiciones acerca del futuro de las relaciones oficiales con Cuba que le formulasen el senador demócrata Bob Menéndez y el senador republicano Marcos Rubio (ambos radicalmente opuestos a las políticas hacia ese país desarrolladas por el ahora ex presidente Barack Obama), Tillerson se apresuró a afirmar, entre otras cosas que, en caso de ser aprobado como secretario de estado él “le recomendaría” al presidente Trump que vetara cualquier decisión del Congreso estadounidense orientada a eliminar el embargo contra Cuba”.

De esta primera aproximación al conocimiento de la política exterior del nuevo gobierno del imperio en relación a Venezuela, es posible inferir que al menos por ahora se habrá de seguir desarrollando la agenda del Comando Sur contenida en el plan estratégico denominado “Operación Libertad Venezuela 2” (4), al cual nos hemos referido tantas veces en artículos anteriores, así como última fase del “Plan Rock An Roll” (5), que habiendo sido diseñada por los laboratorios de guerra no convencional del imperio para ser desarrollada por las huestes terroristas de la contrarrevolución, fue iniciada el pasado 10 de noviembre con fecha de terminación indefinida, asociada a la supuesta negada defenestración del Presidente Maduro.
Y es que no podría ser de otra manera, ya que la guerra a muerte contra la revolución bolivariana es un evidente tema de estado, sobre el cual están totalmente de acuerdo los dos grandes partidos del imperio, como lo evidencia el hecho de que Obama, quizás tratando de congraciarse con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, decidiese desbrozarle parte del camino, renovando por un año más la vigencia de la infamante Orden Ejecutiva que nos declara una amenaza para la seguridad interior de los estados Unidos, cuando aún le quedaba casi dos meses de vigencia. Afortunadamente al oportuno rechazo de nuestro gobierno a este malhadado acto del “premio nobel de la guerra norteamericano”, se ha unido el de instancias tan reconocidas e influyentes a nivel planetario como el MNOAL y el G77+China, así como el de la V Cumbre de la CELAC que actualmente se está celebrando en la República Dominicana (6).

A cuatro días de la toma de posesión de Trump, ese excelente diplomático en el que se ha convertido nuestro Presidente señalaba que había que esperar a ver como habrá de desenvolverse este fuertemente criticado personaje como gobernante de los Estados Unidos, señalando además que Trump no puede ser peor que Obama” (7). En esa misma oportunidad el Presidente terminó diciendo: "Esperemos, vienen grandes cambios en la política mundial, uno de los cambios seguramente que será muy importante será lo que llaman 'la era Trump'… yo creo que los cambios de la geopolítica mundial van a estar marcados por la pluripolaridad y el multicentrismo, la época del mundo unipolar se acabó y Venezuela está en la ola de esos cambios".

Sin embargo, como yo no soy diplomático ni estoy obligado a observar la necesaria y encomiable prudencia de nuestro Presidente, me siento obligado a decir que aunque resulte difícil imaginarse que algún presidente del imperio pueda ser peor que aquel que en tan sólo 8 años promovió tres golpes de estado en nuestra región: Honduras (Zelaya, 2009), Paraguay (Lugo, 2012) y Brasil (Dilma, 2016); que intentó defenestrar a Correa y a Evo; que lo ha intentado todo menos la intervención armada en contra nuestra; que ha intentado no recuerdo cuántas “revoluciones de colores”, tanto en países de credo fundamentalmente musulmán como en países laicos, la mayoría de ellas cruentas y no tan “coloreadas”; que ha perpetrado dos grandes y cruentas invasiones, prolongando más de lo necesario otras dos y que finalmente, ha confesado sin rubor el haber ordenado miles de ejecuciones a distancia, sin términos de juicio, todo apunta a que en el estado actual de deterioro del imperio, que yo no dudo en calificar de pre implosionario, es altamente probable que los poderes reales del imperio (el “estado profundo” al que se refiere Atilio Borón en su más reciente artículo (8)), sean capaces de engendrar un nuevo y más letal “premio nobel de la guerra”. De esta apreciación deriva el que haya decidido titular estas notas a partir un  antiguo juego de palabras, debiendo hacer énfasis en recalcar que lo único que hemos hecho nosotros para cambiar nuestra situación es el insistir en querer seguir viviendo en una patria justa, igualitaria, libre y soberana.

Dos hechos objetivos de muy distinta naturaleza refuerzan la consideración anterior, tales son:

  • El hecho de que el “estado profundo” parece estar muy activo desde ya, evidenciado por los más que cuestionables antecedentes éticos y políticos de la inmensa mayoría de los propuestos para ocupar altos cargos, empezando por el ya mencionado Rex Tillerson que viene de ser gerente general de la Exxon Mobil, la corporación petrolera privada más grande del mundo, lo que forzosamente tiene que comportar un importante conflicto de intereses y añade una preocupación adicional para nosotros por su conocida animadversión en contra del chavismo; siguiendo con un auténtico sociópata, el general James Mattis, de muy ingrata recordación para millones de iraquíes y afganos, cuyo expresivo sobrenombre (“Perro Rabioso Mattis”) del cual parece estar muy orgulloso, lo dice todo, para la secretaría de defensa, y terminando por ahora con John Kelly, anterior capataz de la cárcel de Guantánamo y jefe de del Comando Sur, aquel imbécil que decía recordarnos todos los días en sus oraciones al mismo tiempo que amenazaba con invadirnos por razones humanitarias, nada menos que como secretario de seguridad nacional.
  • El llamado de alerta que tiene que representar para nosotros el contenido de un muy reciente comunicado de la cancillería de la Federación de Rusia (9), mundialmente reconocida por su prudencia y buen tino, en el cual se califica el escenario actual del país como un “escenario colorido que por desgracia no es nuevo”, en clara alusión a las cruentas “revoluciones de colores” que tanto promoviese en el pasado reciente el trío Obama-Clinton-Kerry (9).

Para finalizar debo decir que me inspira gran confianza y serenidad, en primer lugar, el saber que contamos con una Fuerza Armada en la cumbre de su apresto operacional, estrechamente hermanada a un poderoso movimiento popular organizado, como quedó evidenciado por el clamoroso éxito alcanzado en el reciente ejercicio cívico militar “Zamora 200”, culminado el pasado sábado 14 y en segundo término el hecho confirmado de que contaremos con el apoyo de las potencias militares amigas, en el caso que ello sea necesario.

Sin embargo, no debe tranquilizarnos para nada, al punto de hacernos bajar la guardia, el hecho cierto de que la contrarrevolución se encuentre en uno de los peores momentos de su historia, pues la desesperación es muy mala consejera y nuestro triunfo sobre ella debe ser lo menos cruento posible; mucho menos debe hacernos bajar la guardia el avanzado estado de deterioro del imperio. Recordemos que el imperio romano tardó varios siglos en desmoronarse desde que se iniciaron los signos visibles de su decadencia.


¡Prohibido fallarle a la Patria, prohibido fallarle a la Revolución… prohibido fallarle a Chávez, carajo!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

              
celippor@gmail.com
Caracas, enero 25 de 2017

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