Urge
pararle el trote a la embajada gringa
Carlos
E. Lippo
"Mientras presionaban a
otros gobiernos para que rompieran con nosotros, utilizaban ellos la embajada
para introducir aquí agentes conspiradores y terroristas; porque han estado
dirigiendo el terrorismo amparados en la inmunidad diplomática"
Fidel Castro Ruz (1)
En
estas casi dos décadas de revolución hemos tenido en Venezuela cinco
embajadores gringos, cada uno más injerencista e irrespetuoso que el anterior: John
Maisto (1997–2000), Donna Hrinak (2000
–2002), Charles Shapiro
(2002–2004), William Brownfields
(2004–2007) y Patrick Duddy (2007–2010), así como incontables encargados
de negocios, algunos actuando en los períodos subsiguientes al cambio de algún
embajador y otros, desde el 2010 hasta esta fecha, por no haber sido nombrado
un nuevo embajador. Un sexto embajador de nombre Larry Palmer, designado para
sustituir a Duddy ostenta lo que debe ser todo un record mundial de imprudencia
diplomática al haber señalado en el senado de su país, antes de venir a
Venezuela, una supuesta “baja moral” de
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y unos presuntos vínculos del
presidente Chávez con los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) (2), motivo por el cual no recibió el requerido
beneplácito de nuestra cancillería, quedando inhabilitado para ejercer el
cargo. A continuación presentamos algunas
muestras del prontuario injerencista y en ciertos casos delictivo, de cada uno
de estos funestos personajillos:
John Maisto, era todo
un veterano en operaciones encubiertas y de inteligencia (3):
en Bolivia había asistido a la CIA en la captura y muerte del Ché Guevara;
había trabajado en inteligencia en Colombia y Costa Rica; en Filipinas había
ayudado a derrocar al presidente Marcos; en Panamá manejaba la sección política
de la embajada que preparó la invasión de 1989, y en Nicaragua a principios de
los 90 ayudó a desmantelar el gobierno sandinista después de la victoria tutelada
de Violeta Chamorro. En Venezuela, antes del triunfo electoral de Chávez en
1998, la embajada estadunidense tenía tiempo financiando una campaña mediática
en su contra y a favor del candidato Henrique Salas Römer, al que lograron
imponer a todos los partidos de la derecha al final de la campaña,
defenestrando a los otros candidatos que tenían más de un año accionando como
tales.
Donna
Hrinak, venía de prestar servicios como
embajadora en la República Dominicana y en Bolivia, países en los que solía
tratar a los presidentes latinoamericanos con un dejo patronal. Quizás por ello
se le facilitó el solicitar una audiencia personal a Chávez a raíz de que éste condenase
el bombardeo norteamericano contra Afganistán que produjese numerosas muertes
de civiles, en la cual siguiendo instrucciones de su cancillería intentó
exigirle que no fuera tan crítico con los Estados Unidos como solía serlo. Es
harto conocido que Chávez la interrumpió diciéndole “Ud. está hablando con el Jefe del Estado. Respecto de su posición, Usted
no se comporta de manera apropiada, por favor, retírese ahora”. Algunas
fuentes han sostenido que Chávez le permitió leer el mensaje hasta el final, lo
cual a mi juicio no demerita en nada la posición tan digna y valientemente
sostenida.
Charles
Shapiro, era elogiado por su trabajo como
agregado militar en Chile mientras preparaba el derrocamiento de Salvador
Allende y también se había destacado durante la “guerra sucia” contra las guerrillas salvadoreña y nicaragüense en
la década de los 80; por ello Washington confiaba en él para lidiar con el “problema Chávez”. Llegó a Venezuela un
mes antes del golpe de abril de 2002, el cual obviamente contribuyó a financiar
y en el cual participó de manera directa como lo demuestran las grabaciones de
algunas transmisiones de radio cursadas por los golpistas durante el desarrollo
de las acciones, así como su presencia junto a sus agregados militares James
Roger y Ronald Mac Cameron, al lado de los generales golpistas en “Fuerte Tiuna” (sede del Ministerio de
Defensa) los días 11 y 12 de abril; siendo necesario hacer notar el propio 13
de abril acudió a Miraflores, junto al embajador de España en Caracas, Manuel
Viturro de la Torre, para entrevistarse personalmente con el presidente de
facto Pedro Carmona Estanga, después que éste derogara la constitución de 1999
y disolviera los poderes públicos constituidos. Una semana después, sin duda
tratando de tender una cortina de humo sobre su participación en estos hechos, Shapiro
solicitó una reunión con Chávez; estando reunidos, Shapiro le informó sobre una
conspiración para asesinarlo. Chávez le preguntó: ¿Qué es lo que Ud. exactamente sabe acerca de la conspiración? ¿Quién
está detrás? Deme los nombres: Shapiro se encogió de hombros y dijo: “Las instrucciones que recibí no tratan ese
tipo de información”. Unos años después Chávez comentó con unos periodistas
acerca de su conversación con Shapiro describiéndolo como un “verdadero payaso pero no un embajador”:
“Teniendo a la CIA al FBI y a otras agencias, ellos declaran no tener más informaciones
sobre el problema”.
William
Brownfield, cuya carrera diplomática se inició en
1979 como vicecónsul en Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela, sede de
importantes instalaciones petroleras, siendo un hecho comprobado que tradicionalmente
todos los cargos en ese consulado son ocupados por agentes de la CIA o por
funcionarios de inteligencia. Antes de ser asignado a Venezuela como embajador Brownfield
participó en la preparación del denominado Plan Colombia y también supervisó
las políticas relacionadas con Cuba en el Departamento de Estado. Aquí se
dedicó intensamente a promover la secesión del Estado Zulia y estableció una
sucursal de la embajada, no un consulado, en la ciudad de Maracaibo, ubicada en
un costosísimo edificio. Es el autor de un informe cifrado enviado desde la propia
embajada, en noviembre de 2006, en el cual detalla cómo docenas de
organizaciones no gubernamentales (ONG) de Venezuela reciben financiamiento del
gobierno norteamericano por intermedio de la USAID y de la Oficina de
Iniciativas de Transición (OTI). En dicho informe, el embajador proponía la siguiente
estrategia: fortalecer a las “instituciones
democráticas”; infiltrarse en la base política de Chávez; dividir el
chavismo; proteger negocios vitales para los EE.UU.; y aislar a Chávez
internacionalmente. Siendo oportuno y necesario señalar que tal informe, fue
divulgado apenas en abril de 2013, como producto de un trabajo de
contrainteligencia y de desclasificación de archivos secretos por parte de
Wikileaks (4).
Patrick
Duddy, continuó con el derrotero de su antecesor,
aunque de manera más moderada, ayudado por su mayor prudencia y bagaje intelectual.
Durante su gestión la contrainteligencia venezolana recibió informes de que la
embajada norteamericana estaba preparando una “sorpresa” para las elecciones regionales del 2008, que sin embargo
fueron ampliamente ganadas por el chavismo. En el mes de agosto del 2008 Chávez
le dio un plazo de 72 horas para abandonar el país, en un gesto de solidaridad
con el gobierno de Bolivia, que había expulsado al embajador Philip Goldberg y
había cerrado la embajada, una valiente decisión digna de ser emulada por el evidente
éxito que ha tenido hasta el presente. A su regreso a Caracas después de nueve
meses, se dedicó a prodigar jugosos financiamientos a los medios opositores de
divulgación de noticias, según informes de Wikileaks, que además dan cuenta de
su descontento y frustración por el bajísimo rendimiento de tales
financiamientos.
Desde
la salida de Duddy no hemos tenido embajadores sino encargados de negocios, los
cuales no han sido menos injerencistas e irrespetuosos que los embajadores,
como lo ha puesto en evidencia el penúltimo de ellos, de cuyo nombre no vale la
pena acordarse, al hacer una solicitud de otorgamiento de acceso consular en favor de cinco ex altos funcionarios corruptos
de nuestra empresa CITGO (filial de PDVSA que opera en territorio de EE.UU),
alegando su supuesta nacionalidad estadounidense. En efecto, con la prepotencia
y la estupidez que les es característica, el citado funcionario ha señalado: “… pedimos al Gobierno venezolano que lo
haga de inmediato de conformidad con la Convención de Viena sobre relaciones
consulares” (5), “olvidándose” muy convenientemente de
que se trata de ciudadanos venezolanos por nacimiento que a lo sumo estarán detentando
una doble nacionalidad, y que lo sustancial del asunto es que han sido
imputados y privados de libertad por el Ministerio Público en virtud de la
presunta comisión de gravísimos hechos punibles en contra del estado venezolano
(6).
El
actual encargado de negocios, de nombre Todd Robertson, a su llegada a
Venezuela el pasado 18 de diciembre, intentando presentarse a sí mismo como “la tapa del frasco”, tuvo el tupé de
transmitir a través de su cuenta Twitter que él había venido a Venezuela con la
misión de que vuelva la democracia a nuestro país, dejando ver de manera
implícita, con la arrogancia e insolencia que les es característica, que ha
sido enviado por el gobierno de Donald Trump, para conspirar y tratar de
derrocar al gobierno constitucional del Presidente Nicolás Maduro (7).
El mismo funcionario, en una reunión sostenida con el canciller Arreaza y
haciéndose eco de un comunicado del Departamento de Estado de fecha 14 de diciembre
de 2017, ha pretendido ejercer una indebida presión para que se libere en forma
inmediata a Joshua Holt, un terrorista convicto detenido en la residencia de su
cónyuge (una vivienda popular construida por el gobierno revolucionario en el
marco de la GMVV), en posesión de un amplio y variado arsenal de guerra, cuyo
juicio por los delitos imputados por el Ministerio Público se había iniciado dos
días antes; siendo oportuno apuntar que el citado Holt ha sido señalado por el Constituyente
Diosdado Cabello como director de una red de espionaje gringa con alcance sobre
toda Latinoamérica.
El
summum del injerencismo de esta versión en negativo de Henry Kissinger encuadernada
en rústica, ha tenido lugar a partir de una melosa entrevista que le hiciese la
semana pasada el conocido “pitiyanqui” Pedro
Pablo Peñaloza, para el escualidísimo medio digital www.runrun.es (8),
tan cipaya y rastrera por parte del entrevistador y tan jactanciosa por parte
del entrevistado, que no me resulta cómodo referirme a ella en detalle. Sólo mencionaré
que el “diplomático” se dedicó a todo
lo largo de ella: a proferir las amenazas de siempre; a jactarse de la
efectividad de las sanciones impuestas y a preanunciar otras nuevas; a instigar
a la FANB para que diese un golpe; así como a anunciar que él y su personal
saldrán a la calle a hacer contacto con los miembros de la contrarrevolución,
entre muchas otras acciones irrespetuosas e injerencistas. Para rematar respondiendo
a la estupidísima pregunta de si tenía miedo a ser declarado persona no grata,
de la siguiente forma: “No, no tengo ningún temor, no es una
amenaza para mí”.
Es
claro que en los actuales momentos no se trata de declarar persona no grata a
este personaje, que rápidamente sería sustituido por otro de igual o peor
calaña, sino de cortar por lo sano y ordenar la salida de todo el personal de
la embajada norteamericana de una buena vez, pasando a manejar las mínimas
relaciones que siempre sería necesario mantener con el imperio, a través de la
embajada de un país amigo designado de común acuerdo.
Una
medida de esta naturaleza, que podría parecerle drástica hasta a algunos
camaradas bien intencionados, es a mi juicio cónsona con las únicas relaciones
que pueden mantenerse con un país que, sin habernos declarado formalmente la
guerra, nos tiene sometidos a una guerra no convencional en todas sus
variantes: diplomática, mediática, económica, financiera, psicológica y
cibernética, desde bastante antes que adviniese a la presidencia el camarada
Maduro.
Una
medida como la propuesta serviría para impedir o al menos dificultar en gran
medida el apoyo logístico y financiero que actualmente y desde hace ya bastante
tiempo viene prestando descaradamente el imperio a la contrarrevolución a
través de su embajada, con base en la inmunidad diplomática.
Es
por ello que en momentos como los que estamos viviendo, con un recrudecimiento apreciable
de las acciones terroristas destinadas a sabotear nuestros principales sistemas
prestadores de servicios públicos (hospitales, S/E eléctricas, centrales de
comunicaciones y estaciones de los sistemas de transporte masivo), como las que
han tenido lugar durante las últimas semanas y ante los numerosos intentos de la
contrarrevolución de iniciar una nueva escalada masiva de terror, en esta
ocasión por vía de secuestros y asesinatos selectivos de personeros chavistas,
una medida como la propuesta se hace inaplazable.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, febrero 26 de 2018
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