miércoles, 2 de agosto de 2017



No se ha instalado aún La Constituyente y ya comienzan a soplar vientos de justicia
Carlos E. Lippo


En la madrugada de ayer fueron devueltos a sus respectivas celdas, de las que a juicio mío nunca debieron haber salido, los terroristas contrarrevolucionarios Leopoldo López Mendoza y Antonio Ledezma, quienes habían recibido el inmerecido beneficio de casa por cárcel tras haberlo solicitado con base en razones humanitarias, después de haber alegado el padecimiento de diferentes dolencias, reales o ficticias, durante su cautiverio.

En ambos casos ha sido más que evidente que estos reos violaron al menos la más importante de las condiciones bajo las cuales recibieron tan significativo beneficio procesal, cual era su no participación pública en eventos de naturaleza política.

Como es sabido por muchos Leopoldo López, flagrante y por ende comprobado autor intelectual de los siguientes delitos: el asesinato de al menos 43 personas; las lesiones más o menos graves, algunas de ellas incapacitantes a más de 800 personas  y la destrucción de una cantidad inmensa de infraestructuras y bienes muebles de propiedad pública y privada, todos ellos hechos criminales de naturaleza terrorista perpetrados en el marco de la estrategia golpista que él mismo bautizó con el nombre de “La Salida”, entre febrero y mayo de 2014, fue imputado apenas por delitos menores como la instigación a incendiar por el fiscal Franklin Nieves, actualmente refugiado en el imperio, siguiendo instrucciones de la fiscal general Luisa Ortega Díaz. A consecuencia de esta auspiciosa y venal acusación, fue condenado a poco más de 13 años de presidio, cuando era más que evidente que debió habérsele aplicado la pena máxima de 30 años prevista por nuestro código penal. Por tener sentencia definitivamente firme, el beneficio de casa por cárcel le fue otorgado por el TSJ a comienzos del mes de julio pasado, por su expresa solicitud y bajo el compromiso de propiciar una disminución de la actividad terrorista que en los últimos 121 días ha cobrado 142 víctimas mortales, en su condición de líder máximo del partido terrorista Voluntad Popular.

Antonio Ledezma estaba siendo procesado en cautiverio como auspiciador de la frustrada estrategia terrorista que la contra dio en llamar “La Salida II”, en febrero de 2015. Poco tiempo después recibió el beneficio procesal de ser trasladado a un centro asistencial para ser atendido de presuntas afecciones  y de allí, luego de ser atendido, fue trasladado a su residencia con base en el otorgamiento de una medida sustitutiva dictada por el tribunal de la causa. Desde la comodidad de su casa pretendió inicialmente seguir activando de manera pública y es algo más que presumible que como líder fundador del partido terrorista Alianza al Bravo Pueblo y alcalde metropolitano suspendido, haya promovido y financiado la actual actividad terrorista con dineros del Municipio Capital, a través de la alcaldesa encargada y de su lugarteniente Richard Blanco, quien ha sido señalado por muchos como el verdadero jefe de las bandas paramilitares que desde hace ya 4 meses tienen secuestradas a las familias de las residencias “Los Verdes”, en El Paraíso, convertidas en el mayor foco terrorista de esa parroquia.

Desde su llegada a casa López, considerado por muchos, yo entre ellos, como un agente al servicio de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), reclutado durante su pasantía de estudios en ese semillero de agentes que es la universidad de Harvard, se dedicó a seguir promoviendo las acciones terroristas, como consta en abundante material fílmico distribuido a todo lo largo y ancho del planeta, lo cual constituye una violación flagrante de las condiciones bajo las cuales le fue concedido el beneficio. El otro personajillo venía cumpliendo aparentemente las condiciones acordadas por su liberación hasta que el día de ayer, probablemente acicateado por las “sanciones” que ha pretendido imponer Trump al camarada Maduro, le dio por hacer público un largo y fastidioso video (1) de desconocimiento a la voluntad expresada por más de 8 millones de compatriotas el pasado día 30 y de la propuesta de dar continuidad  las acciones terroristas de la contra. Por todo lo antes expuesto es que comparto íntegramente y hasta celebro, sin disimulo alguno, la revocatoria de la medida de gracia otorgada a estos políticos delincuentes, tachados de presos políticos por el imperio y sus cipayos, como lo ha repetido hasta el cansancio la canalla mediática nacional e internacional.

Debo decir que no se trata de que yo sienta una especial animadversión hacia estos personajes en lo particular, que en todo caso nunca pretendería ocultar, sino de que de manera general me opongo al otorgamiento de medidas sustitutivas de libertad a reos de delitos de terrorismo y otros delitos de lesa humanidad, tal como me opuse en su momento a las otorgadas a los comisarios de la extinta Policía Metropolitana de Caracas (Iván Simonovis, Henry Vivas y Lázaro Forero), que bajo instrucciones expresas del embajador estadounidense de la época planificaron y coordinaron directamente la ejecución de la llamada “Masacre de Puente Llaguno”, durante el desarrollo del golpe de estado del 11 de abril de 2002, quienes al poco tiempo de haber sido sentenciados a la pena máxima de 30 años empezaron a solicitar las medidas sustitutivas alegando problemas de salud reales o ficticios, convenientemente amplificados por sus abogados y la canalla mediática.

Sin ser un experto en la materia puedo entender que toda persona privada de libertad está sujeta a desarrollar alteraciones de su sistema inmunológico capaces de generarle enfermedades, lo cual podría  ser considerado como una justa y merecida pena accesoria. La razón humanitaria obliga el estado a proporcionarle una curación en el mismo recinto carcelario si ello es posible o en un centro asistencial externo; ocurre sin embargo, que una vez sanado el reo no tiene por qué ser enviado a su casa, sino que debe ser trasladado nuevamente a prisión a terminar de cumplir su condena. Considero que lo contrario es promover la impunidad, más aún en casos como los que he citado, cuyos autores no sólo es que no han pronunciado una sola palabra de remordimiento ni han dado la menor señal de rectificación, lo que sólo puede ser interpretado como la convicción de que actuarían de la misma forma bajo circunstancias similares, sino que todos ellos han demostrado un olímpico desprecio sobre la memoria de sus víctimas y el natural dolor de sus parientes y de los sobrevivientes.

En una sociedad como la nuestra, regida por una constitución ampliamente garantista y auspiciadora de una amplia gama de derechos humanos, civiles, sociales, políticos y económicos es hasta cierto punto explicable que una mayoría importante de la población asuma que sólo tiene derechos, sin asumir que también tiene deberes para con la patria y sus instituciones y que sus derechos terminan justamente donde comienzan los derechos de sus conciudadanos.

Lo anterior, aunado a la extrema impunidad con la que han logrado desempeñarse delincuentes políticos de todo tipo, comenzando por quien en mala hora fuese electo presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, pasando por los cabecillas civiles y militares del golpe de estado de abril de 2002 y del paro sabotaje petrolero de 2002 y 2003, así como por la caterva de traidores a la patria (Capriles R., María Machado, Julio Borges, Luis Florido, etc., etc., etc.) que tienen años solicitando la intervención armada del imperio, hasta llegar a los actuales terroristas de la contra, reos comprobados de toda clase de delitos de odio y de lesa humanidad, es algo que amenaza con destruir el tejido social si no es atacado de manera perentoria, cosa que es totalmente factible ahora mediante decisiones decretos, leyes y demás ejecutorias a ser promovidas desde la recientemente electa Asamblea Nacional Constituyente.

Dejando para una próxima entrega nuestras proposiciones para la soberanísima ANC, relativas a este tema, no nos queda otra cosa que celebrar con gran esperanza y extrema confianza en el pueblo constituyente, el que desde ya estén soplando tiempos de justicia en nuestro país.

¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!



celippor@gmail.com
Caracas, agosto 02 de 2017

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