No se ha instalado aún La Constituyente y ya
comienzan a soplar vientos de justicia
Carlos E. Lippo
En
la madrugada de ayer fueron devueltos a sus respectivas celdas, de las que a
juicio mío nunca debieron haber salido, los terroristas contrarrevolucionarios
Leopoldo López Mendoza y Antonio Ledezma, quienes habían recibido el inmerecido
beneficio de casa por cárcel tras haberlo solicitado con base en razones
humanitarias, después de haber alegado el padecimiento de diferentes dolencias,
reales o ficticias, durante su cautiverio.
En
ambos casos ha sido más que evidente que estos reos violaron al menos la más
importante de las condiciones bajo las cuales recibieron tan significativo
beneficio procesal, cual era su no participación pública en eventos de
naturaleza política.
Como
es sabido por muchos Leopoldo López, flagrante y por ende comprobado autor
intelectual de los siguientes delitos: el asesinato de al menos 43 personas; las
lesiones más o menos graves, algunas de ellas incapacitantes a más de 800
personas y la destrucción de una
cantidad inmensa de infraestructuras y bienes muebles de propiedad pública y
privada, todos ellos hechos criminales de naturaleza terrorista perpetrados en
el marco de la estrategia golpista que él mismo bautizó con el nombre de “La Salida”, entre febrero y mayo de
2014, fue imputado apenas por delitos menores como la instigación a incendiar
por el fiscal Franklin Nieves, actualmente refugiado en el imperio, siguiendo
instrucciones de la fiscal general Luisa Ortega Díaz. A consecuencia de esta
auspiciosa y venal acusación, fue condenado a poco más de 13 años de presidio,
cuando era más que evidente que debió habérsele aplicado la pena máxima de 30
años prevista por nuestro código penal. Por tener sentencia definitivamente firme, el
beneficio de casa por cárcel le fue otorgado por el TSJ a comienzos del mes de
julio pasado, por su expresa solicitud y bajo el compromiso de propiciar una
disminución de la actividad terrorista que en los últimos 121 días ha cobrado
142 víctimas mortales, en su condición de líder máximo del partido terrorista
Voluntad Popular.
Antonio
Ledezma estaba siendo procesado en cautiverio como auspiciador de la frustrada
estrategia terrorista que la contra dio en llamar “La Salida II”, en febrero de 2015. Poco tiempo después recibió el
beneficio procesal de ser trasladado a un centro asistencial para ser atendido
de presuntas afecciones y de allí, luego
de ser atendido, fue trasladado a su residencia con base en el otorgamiento de
una medida sustitutiva dictada por el tribunal de la causa. Desde la comodidad
de su casa pretendió inicialmente seguir activando de manera pública y es algo
más que presumible que como líder fundador del partido terrorista Alianza al
Bravo Pueblo y alcalde metropolitano suspendido, haya promovido y financiado la
actual actividad terrorista con dineros del Municipio Capital, a través de la
alcaldesa encargada y de su lugarteniente Richard Blanco, quien ha sido
señalado por muchos como el verdadero jefe de las bandas paramilitares que
desde hace ya 4 meses tienen secuestradas a las familias de las residencias “Los Verdes”, en El Paraíso, convertidas
en el mayor foco terrorista de esa parroquia.
Desde
su llegada a casa López, considerado por muchos, yo entre ellos, como un agente
al servicio de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA),
reclutado durante su pasantía de estudios en ese semillero de agentes que es la
universidad de Harvard, se dedicó a seguir promoviendo las acciones
terroristas, como consta en abundante material fílmico distribuido a todo lo
largo y ancho del planeta, lo cual constituye una violación flagrante de las
condiciones bajo las cuales le fue concedido el beneficio. El otro personajillo
venía cumpliendo aparentemente las condiciones acordadas por su liberación
hasta que el día de ayer, probablemente acicateado por las “sanciones” que ha pretendido imponer Trump al camarada Maduro, le
dio por hacer público un largo y fastidioso video (1) de
desconocimiento a la voluntad expresada por más de 8 millones de compatriotas
el pasado día 30 y de la propuesta de dar continuidad las acciones terroristas de la contra. Por
todo lo antes expuesto es que comparto íntegramente y hasta celebro, sin
disimulo alguno, la revocatoria de la medida de gracia otorgada a estos políticos
delincuentes, tachados de presos políticos por el imperio y sus cipayos, como lo
ha repetido hasta el cansancio la canalla mediática nacional e internacional.
Debo
decir que no se trata de que yo sienta una especial animadversión hacia estos
personajes en lo particular, que en todo caso nunca pretendería ocultar, sino
de que de manera general me opongo al otorgamiento de medidas sustitutivas de
libertad a reos de delitos de terrorismo y otros delitos de lesa humanidad, tal
como me opuse en su momento a las otorgadas a los comisarios de la extinta
Policía Metropolitana de Caracas (Iván Simonovis, Henry Vivas y Lázaro Forero),
que bajo instrucciones expresas del embajador estadounidense de la época
planificaron y coordinaron directamente la ejecución de la llamada “Masacre de Puente Llaguno”, durante el desarrollo
del golpe de estado del 11 de abril de 2002, quienes al poco tiempo de haber sido
sentenciados a la pena máxima de 30 años empezaron a solicitar las medidas
sustitutivas alegando problemas de salud reales o ficticios, convenientemente amplificados
por sus abogados y la canalla mediática.
Sin
ser un experto en la materia puedo entender que toda persona privada de
libertad está sujeta a desarrollar alteraciones de su sistema inmunológico
capaces de generarle enfermedades, lo cual podría ser considerado como una justa y merecida pena
accesoria. La razón humanitaria obliga el estado a proporcionarle una curación
en el mismo recinto carcelario si ello es posible o en un centro asistencial
externo; ocurre sin embargo, que una vez sanado el reo no tiene por qué ser
enviado a su casa, sino que debe ser trasladado nuevamente a prisión a terminar
de cumplir su condena. Considero que lo contrario es promover la
impunidad, más aún en casos como los que he citado, cuyos autores no sólo es
que no han pronunciado una sola palabra de remordimiento ni han dado la menor
señal de rectificación, lo que sólo puede ser interpretado como la convicción
de que actuarían de la misma forma bajo circunstancias similares, sino que
todos ellos han demostrado un olímpico desprecio sobre la memoria de sus
víctimas y el natural dolor de sus parientes y de los sobrevivientes.
En
una sociedad como la nuestra, regida por una constitución ampliamente
garantista y auspiciadora de una amplia gama de derechos humanos, civiles, sociales,
políticos y económicos es hasta cierto punto explicable que una mayoría importante
de la población asuma que sólo tiene derechos, sin asumir que también tiene
deberes para con la patria y sus instituciones y que sus derechos terminan justamente
donde comienzan los derechos de sus conciudadanos.
Lo
anterior, aunado a la extrema impunidad con la que han logrado desempeñarse
delincuentes políticos de todo tipo, comenzando por quien en mala hora fuese
electo presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, pasando por
los cabecillas civiles y militares del golpe de estado de abril de 2002 y del
paro sabotaje petrolero de 2002 y 2003, así como por la caterva de traidores a
la patria (Capriles R., María Machado, Julio Borges, Luis Florido, etc., etc.,
etc.) que tienen años solicitando la intervención armada del imperio, hasta
llegar a los actuales terroristas de la contra, reos comprobados de toda clase
de delitos de odio y de lesa humanidad, es algo que amenaza con destruir el
tejido social si no es atacado de manera perentoria, cosa que es totalmente
factible ahora mediante decisiones decretos, leyes y demás ejecutorias a ser
promovidas desde la recientemente electa Asamblea Nacional Constituyente.
Dejando
para una próxima entrega nuestras proposiciones para la soberanísima ANC,
relativas a este tema, no nos queda otra cosa que celebrar con gran esperanza y
extrema confianza en el pueblo constituyente, el que desde ya estén soplando
tiempos de justicia en nuestro país.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, agosto 02 de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario