domingo, 24 de abril de 2016



Sobre el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y el “Plan de Administración de Carga” próximo a ser implantado
Carlos E. Lippo


Desde la creación de la Corporación Eléctrica Nacional S.A (CORPOELEC) el 31 de julio de 2.007, todas las actividades de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica en el país, son responsabilidad del estado. En esa misma oportunidad fueron adscritas a CORPOELEC todas las empresas eléctricas públicas existentes para la época, entre las cuales había algunas que eran públicas desde su creación y otras que habían sido adquiridas de particulares en diferentes épocas; en resumen,  le fueron adscritas: ENELVEN, ENAGEN, ENELCO, ENELBAR, SENECA, CADAFE y CVG-EDELCA, más la recientemente nacionalizada empresa gringa AE & S, que era propietaria de la Electricidad de Caracas y de Luz Eléctrica de Venezuela por haberlas adquirido del Grupo Machado, parientes de María Corina, en una clásica y mafiosa maniobra financiera en la Bolsa de Valores de Nueva York, a donde habían acudido éstos en su afán de obtener cada vez más ganancias con el dinero de los demás.

Poner orden en un sistema tan vasto y complejo como el asignado a CORPOELEC, haciéndolo capaz de prestar  un servicio confiable y de calidad, con acceso universal y en condiciones de factibilidad económica, aun bajo patrones socialistas, no es cosa nada fácil si tomamos en cuenta de que se trata de un sistema diseñado en sus orígenes casi con el único propósito de maximizar los beneficios de las empresas eléctricas privadas que prestaban el servicio en Caracas y en las más importantes ciudades del interior de la república: Valencia, Maracaibo y Barquisimeto, entre otras, que eran las áreas de mayor demanda de energía y por ende las más rentables en su operación.

Una de las mayores vulnerabilidades de origen del Sistema Eléctrico Nacional es su extrema dependencia de la generación hidroeléctrica, que como se sabe es altamente sensible a las condiciones meteorológicas, y fundamentalmente del sistema de generación del río Caroní, conformado actualmente por cinco centrales (Guri, que es la tercera central más grande del mundo, Caruachi y Macagua I, II y III), ya que el otro sistema importante de generación hidroeléctrica, el Uribante-Caparo, cuya construcción durante el gobierno de Herrera Campins fue una escandalosísima fuente de corrupción, siempre ha estado muy lejos de generar los niveles de energía de diseño.

Una forma de reducir esta vulnerabilidad ha consistido en diversificar la fuente de generación mediante el desarrollo de grandes centrales termoeléctricas. Así comenzó a intentarse desde el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, con tan mala fortuna que de las dos grandes centrales construidas en esos años: Planta Centro, la mayor de su tipo en América Latina, desarrollada por CADAFE y Tacoa, de similar tecnología, financiada por el estado para la Electricidad de Caracas, la primera nunca ha podido operar a capacidad plena y la otra había venido siendo un gran elefante blanco, como quedó evidenciado durante el trágico incendio del año 1.982, ya que los Machado preferían comprar energía al Guri, a precios de gallina flaca, que tener que generar la energía que comercializaban con pingües ganancias. Ambas plantas han demandado ingentes recursos del estado revolucionario para su rehabilitación sin embargo, todo apunta a que sus niveles actuales de generación son muy inferiores a los niveles de diseño.

Si a este diseño inapropiado le agregamos unos hábitos de consumo exagerados, sobre todo en esos templos del consumismo capitalista que son los grandes Centros Comerciales, que lamentablemente han sustituido a nuestros parques en la tarea de llevar de paseo a los niños, así como la extrema proliferación de tomas de electricidad ilegales y la “viveza criolla” de muchos comerciantes e industriales y de una cantidad importante de exponentes de nuestra clase media-alta y media-media, la misma que vive en quintas o grandes apartamentos, equipados con cuanto cachivache eléctrico produce la industria del consumismo, que hurtan descaradamente la energía eléctrica interviniendo de manera fraudulenta los medidores de sus instalaciones, debemos concluir que la tarea encomendada a CORPOELEC nunca ha sido cuestión de “soplar y hacer botellas”, como acostumbraban a decir nuestros abuelos.

Así mismo, es innegable y nada despreciable el incremento del consumo de energía eléctrica producido a causa del millón y pico de viviendas construidas por la “Gran misión Vivienda Venezuela”, tomando en cuenta que todas ellas han sido entregadas con su dotación completa de electrodomésticos, como a causa de la grandes ofertas del programa “Mi Casa Bien Equipada”, iniciativas ambas del Comandante Chávez que han servido para mejorar sensiblemente el nivel de calidad de vida de nuestros compatriotas de menores ingresos.

Ni las campañas de concientización sobre el ahorro energético generosamente estimuladas con la distribución gratuita por parte del estado de millones y millones de “bombillos ahorradores”, ni las penalizaciones monetarias incluidas en las facturas de quienes consumen por encima de los límites establecidos, han logrado introducir elementos importantes de racionalidad en el consumo ya que la tarifa se ha mantenido por años a uno de los niveles más bajos del planeta.

A las adversas condiciones señaladas en los tres párrafos anteriores hay que añadir las acciones de sabotaje, perpetradas la mayoría de ellas como ha podido comprobarse, por o con la complicidad de funcionarios opositores, provenientes muchos de ellos de las antiguas operadoras privadas, destinadas a producir apagones parciales, como preparación para el “soñado apagón total”, con el cual nos amenazan con harta frecuencia los voceros de la meritocracia eléctrica, tan nociva o más que la meritocracia petrolera que produjo el paro sabotaje de 2.002 y que permanece enquistada medrando en diferentes dependencias de CORPOELEC.

Es público y notorio además que el Sistema Eléctrico Nacional viene siendo severamente impactado por acciones de sabotaje, al menos desde el año 2.008, cuando se registraron varios grandes apagones en la ciudad de Caracas, dos de ellos en el día y hora de menor demanda de energía (domingo de 9 a 11 am.), lo cual descarta de plano que se hubiese tratado de apagones producidos por sobrecargas del mismo.

Este tipo de acciones se han venido sucediendo hasta volverse casi cotidianas en las cercanías de procesos electorales o como complemento de las campañas terroristas de la contra desde que el SEN pasó a ser un objetivo de guerra señalado explícitamente por el “Plan Estratégico Venezolano” (1), consensuado en Colombia por los más conspicuos líderes de la contrarrevolución con representantes del imperio y del Uribismo en junio del año 2.013; siendo necesario destacar que esta caracterización de nuestro sistema eléctrico como objetivo militar se ha mantenido como parte importante de la guerra híbrida que nos han venido aplicando y aparece como parte del quinto de los lineamientos estratégicos de la “Operación Venezuela Freedom-2”, actualmente en desarrollo bajo los auspicios del Comando Sur de los Estados Unidos (2), en el cual se admite además que es necesario aprovechar la situación de vulnerabilidad del SEN a consecuencia de la muy prolongada sequía.

No pretendo señalar en estas notas que el Sistema Eléctrico Nacional es perfecto porque ningún sistema físico lo es. Se han producido y habrán de seguirse produciendo interrupciones más o menos importantes del servicio por causas imputables a deficiencias en su operación y en su mantenimiento; quiero si resaltar que se trata de un sistema en extremo vulnerable a las condiciones meteorológicas y que ha estado bajo un ataque terrorista permanente, desde adentro y desde afuera casi desde su misma conformación hace ya casi nueve años.

El fenómeno climatológico “El Niño” presente entre nosotros con gran intensidad desde el año 2.015 ha acentuado una sequía que comenzó en el 2.013 y que habiéndose agravado en los últimos meses, amenaza con producir el colapso del embalse de Guri, lo cual ocasionaría en el país una severísima crisis eléctrica, ya que cerca del 64 % de nuestro consumo actual de energía proviene de fuentes de generación hidroeléctrica.

Según el General Motta Domínguez, Ministro de Energía Eléctrica, el nivel del embalse de Guri al 21 de abril se encontraba en 242,07 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de la cota mínima operativa de 240 metros (2), razón por la cual se ha tomado la decisión de implantar desde mañana lunes 25 de abril, lo que se ha denominado el “Plan de Administración de Carga”, consistente en la aplicación de una suspensión diaria del servicio eléctrico, de 4 horas de duración, durante un período estimado de 40 días, para todas las regiones del país con excepción de la Gran Caracas y los estados Nueva Esparta y Vargas. Con arreglo al mencionado plan se garantiza la prestación del servicio a todo el país entre las 8 y las 12 de la noche así como a todas las instalaciones de carácter asistencial y además se establecen los intervalos de 4 horas de corte del servicio para cada una de las regiones sujetas a la medida.

Según dos connotados “voceros técnicos” de la contrarrevolución (3), consumados profetas del desastre, la cota mínima de 240 metros debía haber sido alcanzada el pasado 15 de abril y en ese caso habrían de perderse más de 4 mil Megavatios en Guri y al menos 3 mil entre Caruachi y Macagua, lo que implicaría la total oscuridad para una zona del país equivalente a tres ciudades como Caracas. Tal cosa no ocurrió y lo que ha ocurrido es que las medidas dictadas hasta ahora por el gobierno revolucionario han permitido frenar el descenso de los niveles del agua en la embalse de la Central Simón Bolívar (Guri) en 7 cm. diarios, al día 20 de abril, frente a los 15 cm. diarios que en promedio había venido descendiendo en las últimas semanas (4).

Sin pecar de optimista considero que el plan de administración de cargas a ser aplicado, aunado a la terminación de la sequía con la llegada de las lluvias de mayo, debería ir permitiendo una recuperación progresiva de las cotas de operación del embalse a niveles que pudiesen hacer posible el levantamiento de la medida restrictiva a un plazo mucho más corto que largo.

Mientras el país consciente se dispone a acatar la medida restrictiva del servicio y se propone intentar racionalizar su consumo, la contrarrevolución pasando por alto la influencia determinante de la actual sequía, persiste en culpar a Maduro de estas restricciones temporales del servicio llegando algunos al extremo de manifestar por twitter, que no sólo no la acatarían sino que habrían de incrementar su ya elevado consumo habitual.
Por otro lado, la diputada Manuela Bolívar del partido “voluntad fascista”, aseguró en una rueda de prensa que las horas del “Plan de Administración de Carga”, serían empleadas para la protesta en las calles (5), lo cual aunado a las marchas no permisadas que según Freddy Guevara, coordinador del mismo grupo terrorista, están convocando para el próximo 27 de abril en todo el país, nos lleva a pensar que están por iniciar la versión 2 de las guarimbas del año 2.014.

¡Todos a acatar el Plan, a intentar racionalizar el consumo y a estar pendientes para apagar las candelitas que intenten prender!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!



Caracas, abril 24 de 2.016

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