lunes, 14 de marzo de 2016



El visible contubernio entre la contrarrevolución y la economía criminal
Carlos E. Lippo

Considero que la palabra contubernio, que la Real Academia Española de la Lengua define en una de sus acepciones como liga o alianza de carácter ilícito y deshonroso, describe apropiadamente esa abominable relación de la contrarrevolución venezolana con factores de la criminalidad nacional y transnacional, que efectos tan perversos ha tenido sobre nuestra vida cotidiana durante los últimos años. Considero además que para situar el tema en un marco de referencia adecuado se requiere presentar un breve resumen descriptivo de la naturaleza y alcances de éste auténtico superpoder mundial.

Comenzaremos entonces por decir que desde hace ya bastante tiempo el volumen de la economía criminal a nivel mundial, o lo que es lo mismo, la suma de todos los ingresos provenientes de las principales actividades delictivas tales como el tráfico de drogas, personas, animales silvestres, órganos humanos, armas y materiales nucleares, así como por los servicios controlados tradicionalmente por las mafias (prostitución, trabajo clandestino, secuestro, extorsión, juego y cambio de monedas) viene alcanzando el orden de los billones (millones de millones) de dólares anuales.

Según datos de la ONU correspondientes al año 2.009 (1), 1 billón seiscientos mil millones de dólares provenientes de actividades criminales entraron en el sistema financiero mundial para ser “lavados” durante ese año y casi todos se quedaron en él, puesto que sólo algo más de 300 millones, fueron descubiertos e incautados. Y que conste que a partir de esta astronómica cifra que representaba un 2,5 % del PIB mundial de ese año, estimado por el FMI en unos 63,8 billones de dólares, podría estimarse en 2,12 billones de dólares el monto total de la economía criminal generado en ese mismo año, lo cual representaba el 3,3 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Y todo apunta que desde esa fecha para acá este porcentaje ha aumentado de manera significativa.

Ante esta pavorosa e incontrovertible realidad, la inmensa mayoría de los gobiernos de los países capitalistas a nivel planetario, no sólo es que no se han ocupado de alistarse en una gran cruzada para combatir el crimen organizado, como lo ha demando infructuosamente la ONU en numerosas oportunidades y lo siguen exigiendo mayoritariamente sus pueblos, sino que acostumbrados como lo están a convivir simbióticamente con él, se disponen a sacarle el mayor provecho económico posible.

Tal es el caso de las grandes y de las no tan grandes potencias capitalistas neoliberales agrupadas en la Unión Europea, así como de no pocos países de nuestra región, entre los cuales se encuentran los que mantienen las mayores relaciones de sumisión con el imperio y frecuentemente nos son puestos como ejemplo a seguir en materia económica por nuestra oposición vende patria: Méjico, Colombia y Perú, entre otros.

Es sabido que en la Unión Europea, países tenidos como amplios y tolerantes en materia social y que normalmente muestran bajos índices delictivos, tales como Suecia, Noruega y Finlandia, incluyen los ingresos provenientes de la economía criminal en el cálculo de su Producto Interno Bruto (PIB) desde hace varios años, al igual que Austria (2); otros como Reino Unido, Italia, Irlanda, España y Portugal, se encontraban trabajando sobre el tema a mediados del 2.014, siguiendo directrices de la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) y para este año 2.016 cada uno de los veintiocho miembros de la UE deberán contemplar el monto de la economía criminal para el cálculo del PIB, con arreglo a la nueva normativa de Eurostat a ese respecto, aprobada en el 2.014.
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En verdad que da pena ajena ver a los organismos de estadística económica de los países europeos estimar, con mal disimulado entusiasmo, el incremento que producirá la integración de la economía criminal en el PIB de sus respectivos países, que sitúan entre un nada desestimable 0,7 %, en el Reino Unido, hasta un elevadísimo 10,9 % en el caso de Italia.

Jeannine Aversa, vocera de La Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos, institución que calcula el PIB de ese país, ha declarado con la doble faz que les es característica que: “no tienen planes por ahora de incluir gastos en actividades ilícitas”. Sin embargo señala que el PIB estadounidense crecería cerca de 3% si se adoptaran todos los cambios de la Unión Europea, de acuerdo con las normas de cálculo de Eurostat, lo cual permitiría ubicar el monto de la economía criminal en el gigante del norte en  un astronómico medio billón de dólares, para el presente año 2.016.

Para muchos analistas es claro que esta inmensa masa de dinero sucio cubre gran parte de déficit comercial de los Estados Unidos, que alcanza varios centenares de miles de millones de dólares anuales. Sin este dinero sucio la balanza de pagos de la economía norteamericana sería absolutamente insostenible; los niveles de vida de la población caerían; el dólar se debilitaría aún más; la inversión y disponibilidad de capital de préstamo se reducirían y Washington no sería capaz de sostener su imperio global.

Un informe del Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas (3), divulgado hace algunos años, caracterizaba la situación de la economía criminal mundial por medio de estas dramáticas palabras: “La reestructuración de la economía, el comercio y las finanzas en un mundo dominado por el neoliberalismo ha provocado la globalización del crimen. Mientras los sistemas estatales se desmoronan bajo el peso de la crisis financiera, el crimen organizado comienza a jugar un papel dominante en la economía y la política de los estados, a la vez que aprovecha la desregulación del sistema financiero internacional para lavar su dinero mal habido. El crimen se ha transformado, de esa forma, en parte integrante del sistema económico internacional, con trascendentales consecuencias sociales, económicas y geopolíticas”.

En el caso de Nuestramérica el referido informe señala más adelante que en países como Colombia “los carteles de la droga invadieron el aparato estatal y se integraron al partido político gobernante”, señalamiento que queda ampliamente demostrado por el hecho de que en 1.995 más de una docena de miembros del congreso, el contralor, el fiscal general y el ministro de defensa fueron procesados por aceptar pagos del Cartel de Cali. Pero si quedase alguna duda sobre los señalamientos oficiales de esta dependencia de la ONU a este respecto, ella debería quedar plenamente despejada por la ascensión a la  presidencia de ese país de Alvaro Uribe Vélez (a) “El Narcotraficante # 82”, antiguo mandado de Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín, en el año 2.002, quien se mantuvo en el cargo hasta el año 2.010 y continúa detentando un poder casi omnímodo en ese vecino país férreamente controlado por el narco paramilitarismo.

Un informe basado en datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y la Policía Nacional de Colombia, divulgado a mediados del 2.014 (4), mientras señalaba que están tipificadas unas 44 modalidades vinculadas al lavado de activos y la economía ilegal, sostiene que tales  actividades delictivas pueden estar aportándole al PIB del país más del 2,3%, algo así como unos 13.600 millones de dólares. Sin embargo, si tomamos en consideración que sólo el contrabando de extracción procedente de Venezuela reportaba a sus gestores colombianos a mediados de 2.015 una cantidad estimada entre los 8 mil y los 12 mil millones de dólares anuales, es evidente que el aporte de la economía criminal al PIB de este sufrido país debe estar varias veces por encima de esa estimación oficiosa.

Existiendo como efectivamente existe un amplio consenso entre los investigadores parlamentarios estadounidenses, los ex banqueros y los expertos bancarios internacionales sobre el hecho de que los bancos estadounidenses y europeos lavaban ya en el año 2.001, entre medio billón y un billón de dólares de dinero sucio anualmente y que la mitad de ese dinero iba a dar a los Estados Unidos (5), resultaría más que iluso pensar que la “gran banca privada venezolana”, con sucursales y bancos corresponsales en ese país y en numerosos paraísos fiscales del Caribe no haya tenido y continúe teniendo una participación importante en esta funesta actividad criminal.

Una evidencia irrefutable de esta participación está constituida por el hecho de que no pocos altos ejecutivos de bancos privados venezolanos fueron apresados en territorio norteamericano y acusados de estas actividades durante la década de los noventa del siglo pasado; también la constituye algo que es un secreto a voces en relación a que ha sido como producto de este tipo de actividades, que un joven ejecutivo bancario venezolano ha logrado convertirse en el segundo hombre más rico del país.

No hay duda alguna en relación al hecho de que hasta hace pocos años esta actividad de lavado de dinero por parte de la “gran banca privada nacional”, constituía el mayor aporte del país a la economía criminal mundial. Sin tener evidencia alguna de que tal situación haya cambiado, pienso que el contrabando de extracción de hidrocarburos así como de bienes e insumos producidos en el país o importados por el gobierno nacional para llevarlos al pueblo a precios considerablemente más bajos que los del mercado internacional; la extracción y comercialización ilegal de metales preciosos y otros minerales de carácter estratégico como el coltán (niobio y tantalio), así como el cambio vil de nuestra divisa por la divisa colombiana en las casas de cambio de la frontera bajo la presión generada por los narcoparamilitares y al amparo cómplice de la legislación criminal de ese país, están haciendo aportes significativos a ese monstruo que amenaza con destruir a la humanidad entera.

La existencia de esa abominable alianza de la contrarrevolución con el crimen organizado nacional y transnacional a la que se refiere el título de estas notas queda plenamente demostrada por hechos como los que paso a resumir a continuación:

·       Su renuencia permanente a apoyar las iniciativas del gobierno tendientes a combatir el crimen organizado transnacional, como es el caso del cierre de fronteras y los estados de emergencia decretados en los municipios de la frontera occidental a partir de agosto de 2.015, como una medida para combatir el contrabando de extracción y una inmensa gama de delitos que se venían cometiendo en esas apartadas regiones.

·       Su actitud de saboteo a las OLP (Operaciones de Liberación del Pueblo) desarrolladas por el gobierno revolucionario desde mediados del pasado año, con el propósito de combatir la acción criminal de delincuentes comunes de formación paramilitar, que venían acabando con la tranquilidad de las barriadas populares de nuestras grandes ciudades.

·       El evidente financiamiento que han recibido y continúan recibiendo tanto de la “gran banca privada nacional”, como de sus casas matrices y relacionadas de la banca privada internacional.

·       La utilización que han hecho y continúan haciendo de elementos de la “delincuencia común”, de origen nacional y extranjero, para motorizar sus acciones terroristas de calle (guarimbas); para perpetrar acciones de sicariato (Eliécer Otaiza y Robert Sierra, entre otros); y como espalderos de sus principales líderes (el descuartizador Pérez Venta como espaldero de Leopoldo López y jefe de seguridad de PJ y ABP), entre muchos otros.

·       Su oposición y saboteo en la calle de toda medida gubernamental que tienda a atenuar el impacto del desabastecimiento inducido y la especulación en la venta de bienes esenciales por vía de los llamados “bachaqueros”, tales como la implantación de días de compra en atención al número terminal de la cédula y el uso de captahuellas en los supermercados públicos y privados.

·       La evidente relación de dependencia política de dos de sus más conspicuos líderes (Capriles y López) del jefe indiscutible de la narcoparapolítica colombiana y gran capo de la economía criminal mundial, Alvaro Uribe Vélez.

·       La existencia de una cantidad importante de funcionarios públicos electos en sus planchas (alcaldes, gobernadores y asambleístas), actualmente imputados y/o denunciados por actividades de lavado de dinero, contrabando de extracción, desabastecimiento inducido de productos y explotación y comercialización ilegal de oro y minerales estratégicos.

·       Finalmente, la que viene a ser la madre de todas las complicidades, que es el intento de decretar la impunidad absoluta para toda clase de delitos bajo la excusa de haber sido cometidos para oponerse al gobierno revolucionario, por vía de la “Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional”, aprobada ya por su fracción parlamentaria en primera discusión.

Este evidente contubernio, plenamente demostrado como lo hemos hecho, nos da una razón adicional  para combatir a esta contrarrevolución delincuente y vendepatria, que no es otra que el evitar que el país, como algunos infelices países de Nuestramérica, pueda caer en las garras del crimen organizado transnacional, corrupto en sí mismo y corruptor de nuestros pueblos.

La lucha en primera instancia es contra esa “contrarrevolución” pero no podemos olvidar que ella está apoyada por el los gobiernos del imperio y sus países aliados y lo que es más importante, por todo el entramado criminal que sirve de sustento a esos gobiernos.

Quiero terminar estas notas tomando prestadas unas frases del estimado camarada zuliano Yldefonso Finol, escritas al final de un brillante artículo titulado “De la economía informal a la economía criminal” publicado hace ya algún tiempo, cuando la sangre aún no llegaba al río (6): Le corresponde al Estado impedir que continúe el imperio de la economía criminal; para lograrlo tiene dos tareas: dar el ejemplo y aplicar la justicia. Sería la mejor política económica”.

¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

                
Marzo 13 de 2.016

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