sábado, 28 de julio de 2018


Alerta, a los “Cascos Blancos Argentinos” presentes ya en nuestra frontera habrán de sumarse sus homónimos sirios
Carlos E. Lippo

"… Estamos muy agradecidos por todo el trabajo que los Cascos Blancos (de Siria) continúan haciendo en nombre del pueblo de su país
y en nombre del Gobierno de Estados Unidos y de todas las fuerzas de la coalición".
Hearher Nauert, portavoz del Departamento de Estado estadounidense




Hace algunas semanas, en un artículo que publicásemos con el título de  ¿Qué han venido a hacer los “Cascos Blancos” de Argentina a nuestra frontera con Colombia? (1), dábamos cuenta de la llegada de sendas misiones de dicha organización, adscrita formalmente al ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la república Argentina, a las poblaciones colombianas de Cúcuta (Norte de Santander) y Maicao (La Guajira), fronterizas con Venezuela y enclavadas en dos regiones totalmente abandonadas por el estado colombiano desde el punto de vista sanitario, al extremo de que en la última de ellas cerca de 400 niños menores de cinco años han fallecido de hambre en los últimos años, proyectándose una cifra de 64 fallecimientos durante el presente año, en caso de que no se logre revertir la tendencia actual (2).

En el mencionado artículo decíamos que la misión médica argentina llegada a sus sitios de trabajo el pasado 23 de junio, para permanecer en ellos hasta diciembre próximo, ya había comenzado a desarrollar su agenda visible, que al parecer y con base en las declaraciones dadas por algunos de sus miembros,  incluye además de las tareas de asistencia médica el contribuir a seguir posicionando la matriz mediática de la supuesta “crisis humanitaria” en Venezuela.

También señalábamos que era necesario desvelar la agenda oculta de la misión, dada la natural suspicacia generada por la extrema animadversión hacia nosotros exhibida por el gobierno de Macri en escenarios como la OEA y el “Grupo de Lima”, así como por su extrema sumisión a los dictados del imperio y su probada disposición a sumarse en la primera línea de la tan anunciada intervención militar.

Ocurre sin embargo, que algunos hechos que hemos conocido con posterioridad a la publicación del citado artículo contribuyen de manera significativa a desvelar dicha agenda, al propio tiempo que aumentan considerablemente nuestra suspicacia; entre tales hechos podemos mencionar:

  • Unas altamente reveladoras declaraciones ofrecidas por el extitular de “Cascos Blancos”, Gabriel Fucks al diario “Tiempo Argentino” (3), señalando entre otras cosas: que la misión en la frontera colombiana "tiene más que ver con una política de presión hacia Venezuela en sintonía con la posición que tiene el gobierno argentino en la OEA que a la necesidad de montar una acción de asistencia sanitaria"; que “… cuando los “Cascos Blancos” intervienen sobre todo en países de América Latina, en general se articula con todos los países afectados y no con uno solo", como está ocurriendo en este caso; y que "Si acá existiera una crisis humanitaria de una migración incontrolable que necesitara de la presencia de los “Cascos Blancos”, sería importante que la Cancillería argentina articulara con los dos países y pudiera tener una participación en ambos lados de la frontera". En las mismas declaraciones el exfuncionario diplomático, atestiguando el extremo cipayismo del gobierno Macri, señalaba que existe riesgo de intervención militar del imperio en Venezuela, aunque "No inmediato, porque Estados Unidos lo que quiere es mantener una presión permanente. Pero la Argentina siempre sobreinterpreta estas cosas, y el señalamiento de la crisis humanitaria es como una espada de Damocles que puede permitir en algún momento la intervención".

  • Que la pretendida operación humanitaria de autoría presuntamente argentina, actualmente en desarrollo es realmente una operación en la que participan también el Consejo Noruego de los Refugiados y la Cruz Roja colombiana (4), la misma que aceptó sin mayores reclamos el uso ilegal de su logotipo por parte del ejército colombiano para engañar a unos guerrilleros de las FARC que iban a liberar a Ingrid Betancourt y otros secuestrados, como parte de una operación humanitaria debidamente coordinada por el gobierno del Comandante Chávez, con el gobierno de Uribe Vélez en el 2008; lo cual le da el carácter de una operación internacional multinacional.

  • Que este delicado carácter internacional, es confirmado por otros que señalan que la operación se viene desarrollando con el acompañamiento de la Cruz Roja Internacional y ACNUR (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) (5), instituciones que teniendo la obligación de haber coordinado con nuestro gobierno, ni siquiera han intentado hacerlo aún.

  • Que aunque “Cascos Blancos” es una organización adscrita al gobierno argentino recibe financiamiento de numerosas instituciones argentinas de carácter privado tales como: la OSDE, que es la primera red de servicios médicos asistenciales de Argentina; el CEMIC (Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas de Argentina); la ALAMI (Asociación Latinoamericana de los Sistemas Privados de Salud; y el CSIS (Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales; así como también de B´Nai B´rith Internacional, una ONG de presunto carácter filantrópico, de confesión judaica fundada en Nueva York (5). Siendo el caso de que como es ampliamente conocido este tipo de organizaciones privadas jamás da “puntada sin dedal”.

  • Que algunos de los elementos que integran este tipo de organizaciones, adicional a sus conocimientos sanitarios también son duchos en el arte de matar o apañar a asesinos en otros países, así como además en perpetrar “falsos positivos” y ataques de bandera falsa, como ha ocurrido en Siria. Siendo oportuno y necesario recordar que el grupo llegado de Argentina, bajo la bendición del presidente Mauricio Macri y en contubernio con el saliente mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, como parte de una farsa montada en el aprovechamiento de la próxima asunción de Iván Duque, tiene por fuerza que contar con aquiescencia y protección de las fuerzas militares norteamericanas acantonadas en las bases de la OTAN desde la época de Uribe Vélez, quien aprobase el establecimiento de las primeras siete.

Resulta evidente que hechos como los anteriormente reseñados no hacen más que afianzar la hipótesis que formulásemos en el artículo citado a comienzos de estas notas, consistente en que la operación de “asistencia” internacional de la que hemos estado hablando tiene una altísima probabilidad de estar asociada a la intervención militar multiestatal de Venezuela, asomada de manera explícita por Donald Trump en agosto de 2017, y en la cual según opinión de las insignes compañeras de origen argentino Stella Calloni, periodista y analista geopolítica y Adriana Rossi, directora del “Observatorio Geopolítico de los Conflictos”, la Argentina de Macri ha decidido colocarse en la primera línea de ataque junto a las fuerzas armadas del imperio, así como las de Colombia, Perú, Panamá y Brasil.

Comenzando ahora a abordar el tema central de estas notas es necesario decir que la organización conocida con el nombre de “Cascos Blancos” de Siria, que se anuncia fraudulentamente como la organización de defensa civil de ese atribulado pero heroico país hermano, es una “ONG humanitaria” que tiene como propósito declarado la protección y asistencia de civiles en las zonas controladas por los distintos “grupos rebeldes” opuestos al gobierno legítimo de Bashar Al Assad, en el marco de la invasión imperial eufemísticamente llamada por las potencias occidentales, la guerra civil de Siria.
Se trata de una organización creada y dirigida por James Le Mesurier, un oficial del MI6 inglés, distinguido en 2016 por la reina Isabel II con el rango de Oficial del Imperio Británico, que se ha dedicado fundamentalmente  a publicar en internet videos con imágenes sangrientas que supuestamente muestran los “crímenes del régimen de Al Assad” y de los que se ha demostrado que están realizados con actores y con fines de propaganda; para el logro de sus fines cuenta con un generoso financiamiento de Estados Unidos a través de la USAID, así como de algunas de sus principales potencias aliadas: Alemania, Dinamarca, Francia, Japón, los Países Bajos y el Reino Unido. Tan espléndido financiamiento les ha permitido disponer de equipos de filmación de la más alta tecnología y hasta lucir cascos de afamadas marcas, más aptos para la práctica de deportes extremos que para su utilización en un frente de combate. El gobierno francés llegó al extremo de proponerlos al Premio Nobel de la Paz, cuando realmente debió hacerlo al Premio Oscar de Hollywood en la categoría de documentales de “guerra ficción”.
Es un hecho comprobado que siempre han estado detrás de los ataques con armas químicas, reales y ejecutados como ataques de falsa bandera, o ficticios, pero siempre atribuidos a las fuerzas de Al Assad; sin embargo también han participado en no pocos combates al lado de los terroristas, muchos de ellos debidamente documentados por el ministerio de defensa de Rusia, que por ello los ha calificado como muy cercanos a Al Qaeda.
Su participación en la que ha sido sin duda alguna la más terrible de las acciones terroristas perpetradas a lo largo de este cruento conflicto a punto ya de terminar favorablemente a las fuerzas de Al Assad, cual es la contaminación de las aguas del río Barada en diciembre de 2016, fuente del preciado líquido para los más de 7 millones de habitantes de la capital Damasco, ha quedado plenamente comprobada por la suscripción de la llamada “Acta de Barada”, junto a seis de los grupos yihadistas invasores, en la que amenazaban con impedir la ejecución de las tareas de saneamiento y recuperación de las aguas, si el gobierno legítimo de Al Assad no se rendía (6); siendo oportuno señalar que esta única acción es más que suficiente para calificarlos de terroristas al servicio del imperio y sus potencias aliadas.

Desde el fin de semana pasado este inefable grupo ha vuelto a ser noticia de alcance planetario debido a la evacuación de alrededor de 800 de sus miembros, entre activistas directos y familiares, a cargo de las fuerzas de ocupación del estado sionista de Israel, a través de la frontera sur-occidental de Siria, con destino a Jordania.
Aunque mucho se ha especulado sobre la razones para haber ejecutado esta operación calificada de criminal por las legítimas autoridades sirias, es un hecho cierto que la misma fue ejecutada con el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Jordania, Alemania y Canadá, lo que viene a comprobar sus estrechos vínculos con el terrorismo yihadista, tantas veces negados, y por solicitud directa y expresa del presidente Trump, el primer ministro Trudeau del Canadá, y “otros grandes líderes mundiales” según ha informado el premier israelí (7); todo lo cual viene a comprobar la necesidad de evacuarlos para mantener ocultas las muchas otras atrocidades cometidas por ellos a lo largo del conflicto y lo que es más importante, la participación de sus mentores, que obviamente saldrían a la luz pública tras los interrogatorios a las que habrían sido sometidos por las autoridades sirias después de su captura. La necesidad de preservar este “valioso” grupo de mercenarios terroristas para su utilización por parte del imperio y sus aliados en cualquiera de los otros escenarios de guerra que mantienen vigentes a nivel planetario pudiese ser otra de las razones para haber acometido con prontitud semejante tarea.

A su salida de Siria, pasando por los territorios ocupados por Israel, los evacuados fueron llevados a Jordania donde presuntamente permanecerán por breve tiempo ya que el gobierno jordano sólo dio el permiso de acceso después de que Gran Bretaña, Alemania y Canadá hicieran una promesa jurídicamente vinculante de reasentarlos en sus propios países dentro de un período específico.

Realmente me preocupa muy poco el caso de los evacuados que puedan ser reasentados en Alemania y la Gran Bretaña, pues siendo terroristas los gobiernos de esas naciones, entre terroristas ya encontrarán la manera de entenderse; me preocupan si los que habrán de ser asentados en el Canadá, unos 250, de los cuales 50 son “socorristas”  y el resto sus parientes (8), una curiosa proporción que demuestra que forman parte de una curiosa fauna que gusta de invadir países para hacer la guerra acompañados de sus propios familiares. Y digo que me preocupan porque siendo el Canadá uno de los más rabiosos miembros del llamado Grupo de Lima, nada tendría de extraño que terminaran asentándolos en Colombia, país miembro de la OTAN al igual que el resto de los países occidentales involucrados en la operación de evacuación.

Resulta más que evidente que su traslado a Colombia se haría para ser incorporados junto a sus homónimos argentinos a las tareas de apoyo: mediático, operacional y eventualmente sanitario, a la intervención militar multiestatal de Venezuela, que a juicio nuestro sigue teniendo el mes de septiembre y las maniobras aeronavales conjuntas UNITAS LIX, como la fecha y el escenario de más probable ocurrencia.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

Caracas, julio 28 de 2018

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