¿Qué
han venido a hacer los “Cascos Blancos”
de Argentina a nuestra frontera con Colombia?
Carlos
E. Lippo
"¿Qué
cosa esperamos que Estados Unidos haga contra Venezuela, si ya lo han intentado
todo?
A
Estados Unidos solo le resta la intervención militar".
Stella
Calloni
Desde
mucho antes de marzo del año 2015 cuando en una audiencia celebrada en el
senado estadounidense (1) el
anterior jefe del Comando Sur, John Kelly, profiriese una serie de profecías
autocumplidas sobre que Venezuela estaba “cerca
del colapso y de implosionar”, debido a su “triste” situación económica, así como aquella de que si llegara a
presentarse una “crisis humanitaria (...)
podríamos reaccionar ante eso…” se entiende que interviniendo con las
tropas bajo su mando, el imperio no ha dejado de accionar para generar un
desabastecimiento inducido, fundamentalmente de alimentos, medicinas y
artículos de higiene y aseo personal, con el propósito de precipitar una situación
de crisis humanitaria que pudiese servirle de base para justificar la intervención
militar. Siendo el caso de que en el desarrollo de este funesto accionar el
imperio no sólo ha actuado de manera directa, imponiéndonos sanciones económicas
y financieras que han terminado por generar un auténtico bloqueo financiero del
país, sino que también ha hecho uso de sus marionetas de la oposición local,
así como de sus gobiernos cipayos a todo lo largo y ancho del planeta.
En
efecto, ya desde finales del 2012 y comienzos de 2013 hicieron desaparecer de
los anaqueles dos productos como el café y el papel higiénico que si bien no
pueden ser catalogados como de primera necesidad, es un hecho objetivo que su
carencia siempre genera una gran irritación en el seno de la población, más aun
cuando ésta cuenta con el poder adquisitivo necesario para adquirirlos.
Sin
embargo este desabastecimiento inducido y selectivo de bienes de consumo masivo
comenzó a verse exponencialmente incrementado a partir del año 2013, a causa del contrabando de extracción hacia
Colombia, fenómeno ampliamente descrito por nosotros en artículos anteriores (2),
(3), (4) y (5),
y que según un señalamiento del Presidente Maduro se elevase en el 2014 hasta totalizar
un 40% de los productos básicos con precios subsidiados que se entregaban a nuestras
cadenas de distribución, hecho impúdicamente reconocido en su momento por la
Canciller María Ángela Holguín cuando señalaba sin rubor alguno que: "efectivamente
el desabastecimiento en Venezuela tiene mucho que ver con el contrabando que
está pasando a Colombia" (6).
Que
a pesar de todo su esfuerzo y empeño el imperio y sus aliados no han podido
generar esta pretendida crisis humanitaria es algo que queda plenamente
demostrado por el reiterado testimonio de funcionarios de diferentes
instituciones multilaterales que han estado de visita en el país con el
propósito de evaluar su situación, tales como Alicia Bárcenas, secretaria
ejecutiva de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal), quien a finales de 2016 señalaba: “Venezuela no atraviesa una crisis
humanitaria, sino que trabaja para superar las dificultades políticas y
económicas por la que atraviesa” (7), y
más recientemente por los de: el experto independiente de la ONU sobre la “Promoción de Un Orden Internacional
Democrático y Equitativo”, Alfred de Zayas, quien concluyó y declaró tras
su visita a Venezuela, que tuvo lugar a finales de 2017, que nuestro país no
sufre una crisis humanitaria (8); y la
directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, quien
aseguró durante su visita realizada a mitad del mes en curso, que el gobierno “está trabajando en el sentido correcto en
materia de salud”, al mismo tiempo que suscribió acuerdos con el gobierno
revolucionario para garantizar a nuestro país el suministro oportuno y
confiable de medicamentos (9).
Sería
un completo absurdo desconocer que después de más de cinco años de guerra
económica, bloqueo financiero y un incontrolable contrabando de extracción, no
estuviésemos padeciendo un importante nivel de desabastecimiento y escasez,
causante de un natural ambiente de zozobra; ocurre sin embargo que considero,
al igual que los expertos internacionales antes citados, que afortunadamente no
estamos confrontando la situación de “crisis
humanitaria” que tanto han anunciado el imperio y sus corifeos, en medio de
una gran frustración y desespero.
Uno
de los más patéticos de estos corifeos ha venido siendo el moribundo gobierno
de Juan Manuel Santos, quien para intentar promover el cumplimiento de la
profecía autocumplida que viene a ser para él una suerte de “sueño húmedo”, ha sido capaz de ordenar
dos bárbaras acciones en nuestra contra, al mismo tiempo que hipócritamente
dice dolerse de “nuestra situación”; estas acciones son: la retención por
varios meses de más de 400 toneladas de alimentos con destino a nuestros Comités
Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), en el puerto de Cartagena, con
la absurda excusa de que no eran aptos para el consumo humano (10);
y el bloqueo de la venta al estado venezolano de medicamentos contra la malaria
y el paludismo, en momentos en los cuales se trataba de enfrentar un brote de
estas enfermedades en la región sur del país (11).
Entrando
ya en materia sobre el tema central de estas notas es necesario señalar que la
más reciente de las acciones de descrédito perpetradas por este digno heredero
del traidor Santander ha sido el solicitar la presencia de los “Cascos Blancos” de Argentina en las
ciudades fronterizas de Cúcuta (departamento Norte de Santander) y Maicao
(departamento de La Guajira), con el propósito declarado de atender las
necesidades de salud de una supuesta “avalancha”
de venezolanos que ha cruzado la frontera huyendo de nuestra “crisis humanitaria” (12).
El
argumento esgrimido por el gobierno colombiano para justificar la solicitud de
este órgano del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina encargado de
diseñar y ejecutar su asistencia humanitaria internacional, con importante
experiencia en misiones humanitarias en diferentes regiones del planeta, ha
sido que en los últimos 15 meses unos 819.000 venezolanos han ingresado a ese
país y que de ellos algo más de 442.000 estarían en situación migratoria irregular.
Aunque
la cifra en cuestión me parece un tanto elevada, confieso no tener base alguna
para aceptarla o negarla, lo que es a mi juicio harto lamentable es que a este
tipo de “asistencia de guerra” se pueda
reducir la debida reciprocidad del narcoparamilitar gobierno colombiano para
con un gobierno que le atiende desde hace ya bastante tiempo a no menos de 6
millones de nacionales desplazados por sus precarias condiciones de vida, haciéndolo
al mismo nivel y en las mismas condiciones con las que atiende nuestros
nacionales. A quien pueda parecerle exagerada esta cifra de colombianos
residentes en el país le recomendaría tomar debida nota del extracto de unas
recientes declaraciones de este terrible y gratuito enemigo de la revolución
bolivariana que es el expresidente colombiano Andrés Pastrana, que paso a
presentar a continuación: “En Venezuela
hay de 4 a 5 millones de colombianos. Si solamente se desplazan esos colombianos
de nuevo a nuestro país, ya tenemos una tragedia como la que estamos viviendo”
(13).
La
misión médica argentina que llegó a sus sitios de trabajo el pasado sábado 23 y
permanecerá en ellos hasta diciembre próximo ya ha comenzado a desarrollar su agenda
visible, que al parecer incluye además de las tareas de asistencia médica el
ofrecer declaraciones a los medios de divulgación de noticias que contribuyan a
seguir posicionando la matriz de la supuesta “crisis humanitaria” en Venezuela,
según
puede apreciarse de las siguientes declaraciones ofrecidas a Reuters por un
cardiólogo bonaerense que dijo estar en su primera misión internacional: “Es angustiante, los chicos llegan con muy
bajo peso y las mujeres sin cobertura adecuada para sus embarazos, nos preocupa
la hidratación y aportes nutricionales para los niños” (14), que
es algo que evidentemente también podría decir, sin que fuera noticia digna de
ser replicada internacionalmente, tras la visita a cualquiera de los barrios
marginales de la que suponemos sea su amada Argentina o de cualquiera de los
países del “Cartel de Lima” y de los
mismísimos Estados Unidos. Lo realmente preocupante del despliegue de
esta misión médica es el contenido de su agenda oculta y a tratar de desvelarla
dedicaremos los párrafos siguientes.
Debo
comenzar diciendo que genera mucha suspicacia el hecho de que una misión médica
altamente especializada, capacitada para atender las lesiones físicas y
emocionales de naturaleza traumática, asociadas a intensos desastres naturales,
tales como los terremotos de la India (2001), Irán (2003), Haití (2010) y Japón
(2011), así como el huracán Katrina en EE UU, sea solicitada para atender este
tipo de hipotética situación, caracterizada por la ausencia de lesiones
traumáticas y por la presencia de muchas patologías asociadas a la
marginalidad, algo que harían por primera vez según lo declararon a Reuters en
la misma ocasión descrita en el párrafo anterior.
Pero
esta suspicacia tiene por fuerza que aumentar si se toma en consideración que
la Argentina de Macri, sometida cada vez más al tutelaje militar del imperio y
experimentando en los actuales momentos una importante escalada armamentista,
se está mostrando cada vez más dispuesta a ser protagonista de primer orden en
la intervención militar conjunta de Venezuela que lleva tiempo tratando de
articular el vicepresidente gringo Mike Pence, con sus reiteradas visitas a los
países cipayos de la región, la última de ellas en pleno desarrollo cuando
planifico escribir estas líneas.
Que
la Argentina de Macri está inmersa en una intensa carrera armamentista,
absurdamente justificada por sus más altas autoridades en materia de defensa
por la necesidad de combatir las actividades de narcotráfico y de terrorismo en
un país que no ha sido ni es un gran productor de narcóticos ilícitos, ni
territorio de trasiego de drogas y en el cual tampoco funcionan organizaciones
calificadas como terroristas, es algo que queda demostrado por los siguientes
hechos:
- La
anunciada creación por parte del ministro de defensa, Oscar Aguad, de una
fuerza militar de despliegue rápido (15),
la cual estaría formada por elementos de las tres ramas de las fuerzas
armadas (tierra, mar y aire), conformándose como un aparato muy bien
pertrechado, que será dotado con helicópteros, transportes terrestres,
aviones y barcos y habrá de tener una organización similar a la del Comando
Sur del ejército estadounidense.
- La
circunstancia de que desde que Mauricio Macri asumió la investidura
presidencial, la compra de armas a Estados Unidos y a otros miembros de la
OTAN y aliados como Israel, se ha transformado en moneda corriente, siendo
una muestra de ello el que en marzo del año pasado se filtrara un listado de
armamento solicitado por la embajada argentina en EE.UU., que contemplaba,
la compra de más de 60 helicópteros
y 182 tanquetas tipo Stryker, utilizadas por el ejército norteamericano y
el israelí; 12 aviones de caza F-16 Fighting Falcon; y 24 aviones de caza
Texan T6, empleados para el entrenamiento de pilotos (16).
- La
creciente compra de material bélico
que no sólo es que se ha mantenido al mismo ritmo a lo largo del
primer semestre de este año, sino que se prevé que habrá de incrementarse
a partir del hecho de que el presupuesto para gasto militar en 2018 subió
un 14 %, un aumento bastante considerable que supera ampliamente el
porcentaje promedio de la región (16).
Es
en el marco de estas consideraciones y dado que su permanencia en las zonas
fronterizas habrá de prolongarse por seis meses, que no resulta utópico pensar
que el equipo médico argentino esté asociado a la intervención militar multiestatal
de Venezuela, en la cual según opinión de las insignes compañeras de origen
argentino Stella Calloni, periodista y analista geopolítica, y Adriana Rossi,
directora del “Observatorio Geopolítico
de los Conflictos”, la Argentina de Macri ha decidido colocarse en la
primera línea de ataque junto a las fuerzas armadas del imperio, así como las
de Colombia, Perú, Panamá y Brasil, países cuyos gobiernos parecen haber
olvidado, de forma muy conveniente a sus intereses crematísticos, que después
de nosotros vendrán ellos puesto que el imperio está decidido a consolidar su “patio trasero”.
A
juicio mío, resulta evidente que el momento más auspicioso para la ejecución de
esta intervención es el venidero mes de septiembre, durante la celebración en
Cartagena, Colombia, de las maniobras aeronavales conjuntas UNITAS LIX, a
partir de las cuales podría conformarse un dispositivo invasor de la misma
naturaleza que el proyectado para invadir a Venezuela en 1963, aprovechando la
celebración en Colombia de las “Maniobras
Navales UNITAS IV” (17).
¡Alerta máxima, que guerra
avisada también mata soldados!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(11) https://www.telesurtv.net/news/Colombia-bloquea-venta-de-medicinas-a-Venezuela-20171103-0024.html
(12) https://www.clarin.com/mundo/mision-medica-argentina-atiende-venezolanos-colombia_0_rkOi6JgMQ.html
Caracas,
junio 30 de 2.018
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