lunes, 29 de febrero de 2016



Crónica de un acto de traición a la patria anunciado
Carlos E. Lippo

Desde que documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) (1), pusieran en evidencia que dicha agencia promovió la masiva impresión y distribución, fuera y dentro de la URSS, de la novela “Dr. Zhivago” del autor de origen soviético Boris Pasternak, al mismo tiempo que su gobierno presionaba a la Academia Sueca para que le otorgase el Premio Nobel de Literatura de 1.958, resulta absolutamente imposible negar que la generación de galardonados con dicho premio en todas sus categorías: Química, Física, Medicina, Literatura y Paz, para su posterior utilización con fines políticos, ha sido una de las más sofisticadas operaciones encubiertas de dicha agencia, destinada a incrementar el variado y nutrido arsenal de la “Guerra No Convencional” que el imperio nos viene aplicando, con mayor o menor éxito, a todos los países que nos hemos negado a aceptar sumisamente sus designios.

Es por ello que no nos causa ninguna extrañeza el que la junta directiva contrarrevolucionaria de la Asamblea Nacional al haber convocado una sesión especial el pasado 18 de febrero, para conmemorar el segundo aniversario en prisión del terrorista Leopoldo López, haya tenido como invitados especiales al costarricense Oscar Arias, expresidente de su país y Premio Nobel de la paz de 1.987 y al polaco Lech Walesa, también expresidente y Premio Nobel de la paz de 1.983.

Sin embargo, no contentos con ello, en un arrebato de cursilería y como si el preciado galardón político de la Academia Sueca fuese susceptible de ser transmitido de generación en generación, los representantes de la MUD gritaron a los cuatro vientos que “Cuatro Premios Nobel de la Paz venían a Venezuela en apoyo a Leopoldo López(2), después de invitar a Ndaba Mandela, nieto de Nelson Mandela quien se negó a aceptar la invitación declarando además que la trayectoria de Leopoldo no tenía nada que ver con los ideales de su abuelo y a Ppho Tutu, hija del arzobispo Desmond Tutu, quien sí estuvo presente en la sesión de marras.

Antes de entrar a considerar los detalles de esta indignante sesión, sin duda alguna la más grotesca del actual período de sesiones y quizás una de las más deleznables de toda nuestra historia republicana, hemos considerado conveniente presentar una brevísima semblanza del orador principal y unas pocas líneas acerca de otro de los invitados:

  • Oscar Arias Sánchez, presidente de Costa Rica en dos oportunidades es quizás el más neoliberal de todos los presidentes neoliberales que ha padecido este hermano país. Su trayectoria internacional al servicio del imperio incluye su actuación como representante de facto de sus intereses en el proceso de terminación, por vías políticas, de los conflictos populares de carácter bélico que se escenificaron en la región centroamericana a lo largo de las décadas séptima y octava del siglo XX, lo que le hizo acreedor al Nobel. Incluye también una lamentabilísima actuación en el 2.009, cuando dejó libres sin ni siquiera intentar apresarlos, a los golpistas que aventaron de Honduras al Presidente José Manuel Zelaya, terminando por recomendar su no regreso al país cuyo pueblo lo había electo en comicios democráticos, cuatro años antes. Adicionalmente, en clara demostración de ser una ficha del imperio, a finales de su segundo mandato, aprobó el establecimiento de una de sus bases militares, cuya existencia y operatividad reconoce su propia Armada, más allá de que su existencia sea persistente y vergonzantemente negada por las autoridades costarricenses (3).

  • Lech Walesa era ya un agente de los servicios de inteligencia occidentales que operaba bajo el seudónimo de Bolek (4), desde los tiempos en los que siendo dirigente sindical en los astilleros de Gdansk pasó a desempeñar un rol protagónico en los actos de desestabilización que promovidos por la CIA y el Vaticano condujeron a la caída del gobierno pro soviético de Polonia. Para el momento que recibe el Nobel sus únicos méritos, aparte de los de ser agente de un gobierno extranjero, eran el haber estado preso por agitador político y el ser católico en un momento en el cual el Papa Juan Pablo II estaba convertido en un factor de primer orden en la conspiración internacional destinada a producir la caída de la URSS. Fue presidente de la república entre 1.990 y 1.995 pero al intentar la reelección en el año 2.000, recibió apenas un 1 % de los votos.

A este par de joyas, seguramente actuales fichas tarifadas del imperio, y a la señora que habría recibido el Nobel de su padre por vía genética, la directiva de la Asamblea, con el grotesco beneplácito de toda la fracción de la contra, concedió el uso de la tribuna de oradores para que en humillante acción injerencista, y con la excusa de pedir la excarcelación del terrorista López, despotricaran de nuestro sistema de gobierno y vilipendiaran a nuestras instituciones públicas, con excepción de la que los invitó y presumiblemente les pagó sus viáticos y honorarios, hecho que por supuesto será necesario investigar también.

De la intervención de la señora Tutu no vale la pena rescatar absolutamente nada en estas líneas; de la del señor Walesa tampoco, como no sea aquello que lo confirma como un mentiroso contumaz, que después de ocho años sigue divulgando por el mundo la falacia de que nuestro gobierno le tenía prohibida la entrada al país, cuando de lo que se trata es que el gobierno de Chávez le declaró persona no grata en el año 2.008, cuando intentó venir a colaborar en la desestabilización del país, invitado por los estudiantes de las “manitos blancas”, con el pretexto asistir a un foro sobre la democracia. Habremos de recoger sí parte de las intervenciones de Oscar Arias, en su carácter de procónsul auto designado del imperio y del aspirante a paniaguado del imperio y actual presidente de la Asamblea, Henry Ramos Allup.

Acicateado por los gritos histéricos de una fracción parlamentaria y unas barras integradas ambas por tal clase de lacayos adoradores del imperio que serían capaces hasta de “pagar por vendérsele”, Arias se permitió proferir frases de tal contenido injerencista como las que paso a señalar a continuación (5):

  • “Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria que es consecuencia de políticas públicas equivocadas. De una estructura endógena, donde la riqueza se ha esfumado entre la corrupción y la ineficiencia. Concurren tres crisis paralelas, reforzadas: una crisis económica, social e institucional. Dos cosas resultan evidentes no es posible salir de esta crisis, profundizando el modelo económico actual sino más bien abandonándolo y segundo que ese golpe de timón implicará una difícil transición para los venezolanos, especialmente a los sectores más vulnerables".

  • “Venezuela no puede esperar meses para corregir la distorsión de los precios, tasas de cambio que enriquecen a unos pocos y empobrecen a la mayoría, subvenciones irracionales, las limitaciones al derecho, a la propiedad, al ejercicio de la actividad económica, es urgente devolverle al sector privado la seguridad jurídica, la confianza para inyectar recursos en el país".

  • “No hay soberanía en la lista de anaqueles vacíos en los supermercados, en la zozobra de los diabéticos sin insulina, en la desesperanza de quienes han visto evaporarse con la inflación los ahorros de toda una vida, no hay soberanía en el drama de un pueblo cuya verdadera suerte se juega en el mercado negro. Negociar con los organismos internacionales no es una renuncia a la lucha social, por el contrario es la única forma de preservar ese compromiso”.
  • “… lo digo con la verdad, de la libertad de los presos políticos, de la libertad de Leopoldo López depende que Venezuela pueda volver hacer reconocida  como un democracia que respeta los derechos humanos”.

No considero necesario abrumar a los lectores con la sarta de melosas y adulantes alabanzas proferidas por el aspirante a paniaguado a sus invitados de turno, tampoco me referiré al grotesco diagnóstico que hizo sobre la situación del país, según el cual la deuda externa pública total sería de 250 mil millones de dólares, en lugar de los menos de 90 mil millones de dólares declarados por el BCV al término del tercer trimestre del 2.015, me referiré sólo a su reiteración de que: “…tenemos que ponernos de acuerdo con el mecanismo que sea más eficiente, menos gravoso, menos complicado (para salir del gobierno) de lo contrario van a acabar con Venezuela”, aseveración que unida a su balbuceante súplica de “No nos dejen solos” (6), dirigida a quienes minutos antes habían cometidos tales acciones de injerencia en contra de nuestro país, configura a no dudarse un delito de traición a la patria, según lo previsto por el artículo 132 del Código Penal, cuyo texto señala: “… en la misma pena (8 a 16 años) incurrirá  el  venezolano  que  solicitare  la  intervención  extranjera en  los  asuntos  de  la  política  interior  de  Venezuela, o  pidiere  su  concurso  para trastornar la  paz de  la República…” Considero que está en manos del Ministerio Público el abrir una Investigación de Oficio sobre este caso.

Pero no fue éste el único delito en el que incurrió Ramos Allup en su rocambolesca pieza oratoria, ya que al referirse al Tribunal supremo de Justicia en la forma como lo hizo (6), también incurrió en la violación del Artículo 149 del citado código, que señala: “Cualquiera que vilipendiare públicamente a la Asamblea Nacional, al Tribunal  Supremo  de  Justicia  o  al  Gabinete  o  Consejo de  Ministros,  así  como  a alguno  de  los  consejos  legislativos  de  los  estados o  algunos  de  los  tribunales superiores, será castigado con prisión de quince días a diez meses...”.  Sólo que en este caso y según el Artículo 151, el  enjuiciamiento  por  estos hechos no se hace lugar sino mediante requerimiento de la persona o cuerpo ofendido, hecho por conducto del representante del Ministerio Público, ante el juez competente.

No hay duda alguna que estamos en presencia de una fracción parlamentaria que ha perdido todo sentido de la realidad nacional y de los deberes y límites que la misma nos impone a todos, ya que se siente guapa y apoyada por el imperio a partir de iniciativas como la desarrollada en esta insólita sesión especial y por las amenazas de invasión que siguen aún pendiendo sobre la Patria. No olvidemos  además, que contando los pollos antes de nacer, como es su costumbre, cuenta desde ya con la impunidad que pretende consagrar su ley de amnistía, aún en proceso de formación y con la total certeza de que no será promulgada jamás. 

¡La Patria se ama y se respeta, Carajo!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

Caracas, febrero 28 de 2.016

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