El
2018 será un año crucial para la revolución bolivariana
Carlos
E. Lippo
Para
dar inicio a este primer artículo del año debemos comenzar diciendo que pocas
veces hemos visto que una hipótesis nuestra haya sido tan ampliamente
demostrada por la fuerza inobjetable de los hechos, en tan breve tiempo.
La
hipótesis en cuestión, formulada en nuestro último artículo del año 2017,
titulado: “2017: un año de terribles
ataques pero de clamorosas victorias de la revolución bolivariana”, publicado
el día 14 de diciembre (1), consistía
en nuestra más absoluta convicción de que el presente año 2018 sería aún más
pródigo en ataques del imperio que el pasado 2017.
Los
hechos que la demuestran son la instrumentación de un conjunto de acciones por parte
de la alta diplomacia del imperio, así como la emisión de una serie de
comunicados oficiales del Departamento de Estado gringo, cada uno más grosero,
injerencista y amenazante que el anterior, ocurridos desde esa misma fecha;
pero más que esos mismos hechos, se trata de la oportuna respuesta oficial de
nuestros dirigentes a cada uno de ellos, plenamente demostrativa de que en
Venezuela estamos absolutamente determinados a ser libres y de que por más que
lo intenten no podrán “quebrarnos el
brazo”, como gustaba de decir Obama, refiriéndose a aquellos países que se
negaban a aceptar dócilmente sus designios.
A
continuación pasaremos revista a cada uno de estos hechos:
·
Comunicado del Departamento
de Estado, de fecha 14 de diciembre (2), con el cual se pretende ejercer indebida presión
para que se libere en forma inmediata a Joshua Holt, un terrorista convicto detenido
en la residencia de su cónyuge (una vivienda popular construida por el gobierno
revolucionario en el marco de la GMVV), en posesión de un amplio y variado
arsenal de guerra, cuyo juicio por los delitos imputados por el Ministerio
Público se iniciase el día 12; comunicado en el cual además se miente sin
escrúpulos al acusar al gobierno revolucionario de violación de la convención
de Viena sobre las Relaciones Consulares y al afirmar que la salud del reo se
ha visto seriamente afectada en razón de las condiciones de su cautiverio. Un
oportuno comunicado de nuestra cancillería da apropiada respuesta a este acto
injerencista (3), denunciando la
manipulación de la cancillería gringa alrededor de la condición de salud, de
quien el Constituyente Diosdado Cabello ha señalado como director de una red de
espionaje gringa con alcance sobre toda Latinoamérica.
·
Comunicado del Departamento
de Estado, de fecha 15 de diciembre (4),
en el cual al ofrecernos cínicamente una supuesta “ayuda humanitaria”, nos amenazan con nuevas sanciones, ya que “… hay medidas adicionales que siguen bajo
consideración activa”, y al mismo tiempo reconocen implícitamente que
tendrán estrangulado al pueblo venezolano hasta que el Presidente Maduro acepte
una intervención, ya que “… las sanciones
no tienen que ser permanentes”. En oportuna respuesta (5),
el gobierno revolucionario ha rechazado categóricamente el cínico comunicado de
la portavoz del Departamento de Estado que, de manera irresponsable, se burla
de la comunidad internacional al ofrecer ayuda humanitaria a Venezuela cuando
al mismo tiempo persiste con sus intentos de desestabilización y arremete con
sanciones económicas en contra de Venezuela; así mismo insta al gobierno gringo
a hacer uso de los alimentos y medicinas que dice tener acopiados para enviar a
Venezuela, en beneficio de los 45 millones de estadounidenses (50 % más que
nuestra población total), que se encuentran actualmente en condición de pobreza
(6).
·
Declaraciones injerencistas de
Todd D. Robertson, nuevo encargado de negocios de la embajada gringa a su
llegada a Venezuela el 18 de diciembre,
difundidas por sus redes sociales (7),
en las cuales señala que viene a Venezuela con la misión de que vuelva la
democracia a nuestro país, dejando ver de manera implícita, con la arrogancia e
insolencia que les es característica, que ha sido enviado por el gobierno de
Donald Trump, para conspirar y tratar de derrocar al gobierno constitucional
del Presidente Nicolás Maduro. El gobierno revolucionario reaccionó recordando
a Washington la legislación que rige en materia de relaciones internacionales,
señalando que los agentes diplomáticos "están obligados a no inmiscuirse en
los asuntos internos" del estado receptor (8).
·
Reunión de los cancilleres
de EEUU y Canadá, celebrada en Ottawa el 19 de diciembre,
con el propósito declarado por la ministra Freeland, de tomar “acciones” contra Venezuela, de manera
individual, en conjunto, y/o con la cooperación de los gobiernos latinoamericanos
cipayos agrupados en el llamado “Grupo de Lima” (Argentina, Brasil, Canadá,
Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y
Perú). Al rechazar estas nuevas amenazas, así como las medidas de presión que
aplican sobre hermanas repúblicas latinoamericanas para agredir al gobierno del
Presidente Maduro, el comunicado de nuestra cancillería señalaba que “… esta nueva amenaza estaba orientada a
socavar el proceso de diálogo que se desarrolla en República Dominicana, donde
el Gobierno Bolivariano y la oposición han avanzado en aspectos importantes
para garantizar la estabilidad política y económica del país, a pesar de las
fuertes presiones que desde el exterior se ejercen contra su continuidad y
éxito, y en la que dichos países desempeñan un rol protagónico” (9).
Adicionalmente, como una muestra del tipo de acciones que pudiesen estar
fraguándose en el seno del nefasto engendro limeño, podríamos mencionar la
acción intentada el día 15 de diciembre en el aeropuerto internacional Simón
Bolívar, por parte de una ONG del Perú, con el evidente apoyo del gobierno de Kuczynski,
consistente en transportar ilegalmente a ese país a unos 150 niños venezolanos,
pretendiendo emular la tristemente célebre “Operación
Peter Pan”, ejecutada por la contra cubana en los años sesenta del siglo
pasado, con complicidad del gobierno del imperio (10).
·
Comunicado del Departamento
de Estado, de fecha 22 de diciembre (11),
en el cual se condena los supuestos continuos
ataques a la democracia de nuestra Asamblea Nacional Constituyente (ANC), esta
vez con base en la emisión de un decreto de esa instancia de fecha 20, en el
cual, con toda fundamentación legal, se ordena de revalidación de aquellos
partidos políticos que no participaron y llamaron a la abstención en los
recientes actos comiciales. El
comunicado de rechazo de nuestra cancillería a esta descarada acción injerencista
exigió respeto, al tiempo de señalar que: “…
ni Estados Unidos ni ninguno de sus representantes, pueden pretender ser
árbitro o juez de la democracia venezolana o de sus instituciones" (8).
·
Reunión de Todd Robertson con el canciller Jorge Arreaza, de fecha 28 de diciembre, en
la que según el boletín de prensa emitido por la embajada gringa al respecto (12),
Robinson pidió al gobierno venezolano liberar al Sr. Joshua Holt, por razones
humanitarias; además, hipócritamente reiteró el apoyo de los EEUU al pueblo
venezolano para resolver la crisis económica, política y humanitaria que
enfrenta el país. Aunque no hemos tenido acceso a una reseña oficial de nuestra
cancillería sobre este encuentro, presumimos que se le reiteró al frustrado
procónsul la falsedad de la afirmación de que su terrorista estuviese enfermo;
la inaplicabilidad de una medida humanitaria en razón de ello; y la necesidad
de que reviertan las sanciones económicas y financieras que han aplicado al
país.
En
resumen: tres groseros comunicados injerencistas; una declaración descaradamente
injerencista; dos reuniones amenazadoras y una frustrada acción hostil en
territorio venezolano, en tan sólo 15 días, esto es, a más de una acción injerencista
cada tres días. ¡Una auténtica obsesión fatal del imperio sobre nosotros y nuestra
revolución!
Resulta
evidente que la sola necesidad de defendernos de los futuros ataques que tan
desaforada actuación estaría preanunciando sería más que suficiente para
considerar al 2018 como un año crucial para la revolución bolivariana. Ocurre
sin embargo que para el presente año la revolución bolivariana tiene planteados
dos grandes retos que lo convierten en un año realmente decisorio para su
futuro inmediato; tales retos son: la necesidad perentoria de neutralizar la terrible
guerra económica en la que nos tienen inmersos y la necesidad de reelegir al
Presidente Maduro, a fines de año, en acatamiento del mandato constitucional.
El
primero de ellos, porque el más devastador de los efectos de la guerra
económica en el 2017, consistente en una variación inducida de los precios de
los alimentos estimada en cerca del 2.000 %, atribuible casi íntegramente a la
criminal tasa de cambio ilegal (DolarToday), que se incrementó absurdamente en
un 3.315 % durante el período; así como el efecto de las sanciones que nos
impiden usar el dólar estadounidense como medio de pago de nuestros compromisos
de deuda financiera y de pago por insumos importados, constituyéndose en un
auténtico bloqueo financiero, están comenzando ya a causar muy serios estragos
en el nivel de vida de nuestra población, en especial la de menores ingresos.
Debo
decir sin embargo que en relación a este reto, tengo la más absoluta convicción
de que la emisión de la criptomoneda (criptovalor o criptoactivo) llamada Petro
(13), recientemente decretada
por el gobierno revolucionario y sobre la cual hablaremos ampliamente en un
próximo artículo, al estar respaldada inicialmente por 5.000 millones de
barriles de petróleo certificados, subyacentes en la Faja Petrolífera Hugo
Chávez (unos 267.000 millones de dólares al precio actual), habrá de
permitirnos ganar importantes batallas en el campo de la guerra económica, al
lograr destruir el fetiche del dólar ilegal, porque sólo un loco, un estúpido o
un fanático de la derecha política, que son más o menos la misma cosa, preferiría
atesorar una moneda sin respaldo en lugar de un valor con respaldo exigible actualmente
en petróleo y próximamente en oro y minerales estratégicos debidamente certificados.
El Petro habrá de dotarnos también de un poderosísimo medio de pago
internacional, rompiendo de hecho el bloqueo financiero que nos tienen
impuesto. Ocurre sin embargo que esta medida económica inicialmente defensiva
pero de potenciales efectos letales sobre el alicaído dólar estadounidense, al
contribuir en forma importante al progresivo desplazamiento de dicha divisa
como principal medio de pago internacional, debe producir una fuerte reacción del
imperio que debemos estar preparados para enfrentar exitosamente.
El
otro de los retos, la reelección del Presidente Maduro, es en teoría mucho menos
complejo de superar, a pesar de que el imperio hará hasta lo imposible por
imponerle un candidato único a la maltrecha oposición “democrática” venezolana y de que tratará de montar unas elecciones
tuteladas con el apoyo de organismos multinacionales como la ONU y la OEA.
A
no dudarse, en unas elecciones libres del tremendo acoso internacional,
celebradas en un país no sometido a la brutal guerra económica que ahora nos
agobia, el Camarada Maduro sería imbatible en virtud del inmenso prestigio
adquirido al haber logrado salir airoso de cinco años completos de ataques del
imperio, más virulentos algunos de ellos que muchos de los aplicados al
Comandante Chávez en su momento, así como por la impresionante cadena de victorias
personales alcanzadas durante el 2017, señaladas acertadamente por el analista
Ignacio Ramonet en su escrito “Las 12
victorias de la revolución bolivariana en el 2017” (14).
Sin
embargo, sobre este tema de la reelección debemos reiterar nuestra proposición
de no convocar elecciones hasta tanto no cese en lo fundamental el asedio
impuesto por el imperio y sus aliados y que de lograrse esta condición, dichas
elecciones sean convocadas bajo un nuevo formato, más cercano al elector y
menos vulnerable a las manipulaciones mediáticas. La soberanísima Asamblea Nacional
Constituyente puede dar plena garantía de que sean satisfechas ambas
condiciones.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, enero 04 de 2018
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