¡Alerta, el imperio persiste en inducir
un golpe militar en Venezuela!
Carlos E. Lippo
“El mundo apoyaría a las
Fuerzas Armadas en Venezuela si deciden proteger a su gente y restaurar la
democracia eliminando a un dictador".
Marco Rubio, senador estadounidense, el 9 de febrero de 2018.
Tal
como señalásemos en un artículo publicado a mediados de marzo del presente año,
con el título de: “El imperio está
promoviendo abiertamente un golpe militar en Venezuela” (1),
en nuestro país hemos padecido una larga cadena de golpes
militares promovidos y/o apoyados por el imperio desde que en diciembre de 1908
éste apoyase el golpe militar encabezado por Juan Vicente Gómez aprovechando la
ausencia del General Castro, quien había tenido necesidad de ausentarse de la
patria por motivos de salud, mediante el envío de dos navíos de guerra que
atracaron en actitud amenazante en aguas de nuestro más importante puerto.
En
efecto, desde que el capital petrolero estadounidense se estableció en el país
de forma en extremo ventajosa en detrimento del Tesoro Nacional, cada vez que
uno de nuestros gobiernos, legítimo o no, intentó aumentar la participación del
país en los beneficios de la explotación de ese importante recurso natural, fue
defenestrado con la participación del gobierno de los Estados Unidos, como lo
demuestran los siguientes casos:
·
El golpe militar que derrocó
al presidente Isaías Medina Angarita en 1945, a causa de la promulgación de la
Ley de Hidrocarburos de 1943, que consagraba aumentos significativos de la
participación fiscal del estado.
·
El golpe militar que derrocó
a Rómulo Gallegos, presidente constitucional de la república, por no acceder a
la modificación de un decreto del gobierno provisional anterior, promulgado el
31 de diciembre de 1945, según el cual se elevaba al 50 % de los beneficios de
las empresas, el monto a pagar por concepto de impuesto sobre la renta; lo que
se llamó en ese tiempo el “fifty-fifty”
petrolero.
·
El magnicidio perpetrado en
la persona del presidente de la Junta Militar de Gobierno que sucedió a Rómulo
Gallegos, coronel Carlos Delgado Chalbaud, en noviembre de 1950, por haber éste
ordenado traducir al idioma farsi (persa) nuestra Ley Orgánica de
Hidrocarburos, que siendo asumida por el gobierno revolucionario iraní de
Mohammad Mosaddeq nacionalizando las reservas en 1951, provocó también su derrocamiento con la
participación de la British Petroleum Co., en 1953.
·
El golpe cívico-militar que
derrocó al general Marcos Pérez Jiménez en enero de 1958, que a pesar de
tratarse de un gobierno despótico pero complaciente con el imperio y el capital
transnacional, fue sacrificado por sus antiguos protectores en la búsqueda de
combinaciones más eficaces en la tarea de reforzar los nexos de dependencia
económica en la colonización global de Venezuela.
·
El golpe militar de abril de
2002, que derrocó al presidente Chávez por un lapso de 47 horas y derogó la
constitución de 1999, motivado por las disposiciones nacionalistas de la Ley de
Hidrocarburos del 2001, y en el cual la presencia comprobada de naves y
aeronaves estadounidenses en nuestro mar territorial y en nuestro espacio aéreo
es más que suficiente para demostrar la participación protagónica del imperio.
·
El paro-sabotaje petrolero
de 2002-03, con participación protagónica de una caterva de militares retirados
de alta graduación y una empresa vinculada a la CIA llamada SAIC, así como de
la llamada “meritocracia” petrolera,
surgida a raíz de la “nacionalización”
de 1975, subordinada a las transnacionales dentro de ese “estado dentro del estado” que era PDVSA, hasta la llegada de Hugo
Chávez a la presidencia y que generase pérdidas a la nación del orden de 20.000
millones de dólares estadounidenses.
En
su obsesivo afán por defenestrar a la Revolución Bolivariana, el imperio se ha
visto en la necesidad de recurrir a un medio tan costoso desde el punto de
vista de su política interior, así como de sus relaciones con los demás países
de la región, incluyendo a la mayoría de sus cipayos, como lo sería la
inducción de un golpe militar a la vieja usanza, tal como los descritos en los
párrafos anteriores, por causa del estrepitoso fracaso de todas las políticas que
han planificado y financiado para ser aplicadas por la contrarrevolución
nacional bajo su más completa y estrecha coordinación, entre las cuales podríamos
citar las siguientes:
·
La participación en todos
los procesos electorales celebrados desde 1998. Dándose el caso de que la
contrarrevolución ha sido derrotada en 23 de 25 procesos, entre ellos los 5 realizados
desde la derrota revolucionaria en las elecciones legislativas de 2015. Siendo indudable
que debe ser por esta causa que el
imperio ha inducido a una buena parte de la contrarrevolución a abstenerse en
los últimos tres procesos: municipales de diciembre de 2017; presidenciales de mayo
de 2018; y municipales de diciembre de 2018, condenándola así a una virtual
desaparición desde el punto de vista electoral.
·
La introducción en el país
de más de un centenar de paramilitares colombianos vistiendo uniformes e
insignias del ejército venezolano, que fueron transportados hasta las cercanías
de Caracas en mayo de 2004, con el propósito de atentar contra la vida del
Comandante Chávez.
·
Varias series de acciones
terroristas catalogadas de “manifestaciones
pacíficas” por la canalla mediática nacional e internacional, ejecutadas
en: agosto de 2004; abril de 2013; de febrero a mayo de 2014; y de abril a
julio de 2017; todas ellas conjuradas por las fuerzas de seguridad de la
revolución con estricto apego a las normativas internacionales sobre los DD HH
y el apoyo irrestricto del pueblo, aunque a unos costos extremadamente elevados
en términos humamos y materiales.
·
Un sabotaje continuado, desde
el año 2013, de los sistemas utilizados para la prestación de los servicios
públicos, en especial el servicio eléctrico, que en Venezuela ha venido siendo
casi gratuito y de muy alta calidad desde el advenimiento de la Revolución
Bolivariana, en ejecución del llamado “Plan
Estratégico Venezolano” (2),
elaborado en la “Colombia Uribista”
bajo los auspicios de la Agencia Internacional de los Estados Unidos para el
Desarrollo (USAID).
·
Acciones terroristas de muy alto
impacto, todas ellas frustradas por los organismos de inteligencia y seguridad
del estado, entre los cuales podemos mencionar: el “Golpe Azul” u “Operación
Jericó”, en febrero de 2015, que contemplaba el bombardeo criminal de las
sedes de una serie de instalaciones gubernamentales y comunicacionales de la
revolución, localizadas en sitios densamente poblados de la ciudad de Caracas;
la “Operación Constitución” (3), que
pretendía secuestrar al Presidente Maduro en los días previos a las elecciones
del 20 de mayo de 2018; y el intento de magnicidio ejecutado con cargas
explosivas colocadas en aviones no tripulados (drones), el 04 de agosto de
2018.
Resulta
pues mucho más que probable, que esta larga cadena de acciones fracasadas
aunada al hecho de vernos aún de pie y en desarrollo pleno de las potenciales
de nuestra revolución, a pesar de habernos aplicado unas sanciones que Peter
Koening, economista y analista geopolítico de origen estadounidense, ex
funcionario del Banco Mundial, ha considerado como las más amplias sanciones
económicas de la historia (4), en
el marco de la guerra de cuarta generación que nos viene aplicando desde que a
mediados de 2004 el Comandante Chávez decretase el carácter antimperialista de
la revolución, sea lo que haya llevado al imperio a seguir persistiendo en intentar
inducir un golpe militar, habida cuenta del amplio rechazo que suscita aun
entre los gobiernos más cipayos de la región, la intervención militar conjunta,
que es la otra opción militar con la que cuentan para acabar con nuestro
proceso revolucionario.
Que
un golpe militar tutelado, a ser perpetrado por efectivos tarifados de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) traidores a la patria, ha pasado a
ser durante el presente año una opción preferente del imperio es algo que queda
palmariamente demostrado por el señalamiento del senador Marco Rubio,
archienemigo de nuestra revolución, que estoy presentando al inicio de estas
notas, formulado por escrito a comienzos del mes de febrero del presente año (5);
así como también por aquel discurso pronunciado en la Universidad de Texas por
Rex Tillerson, en esos mismos días, en el cual señalaba que: “En la historia de Venezuela y otros países
sudamericanos, muchas veces el ejército es el agente de cambio cuando las cosas
están tan mal y el liderazgo ya no puede servir a la gente”, en abierto llamamiento a los efectivos de la
FANB a ejecutar un golpe contra el presidente Maduro (1).
Sostengo
responsablemente que el gobierno del imperio continúa persistiendo en tratar de
inducir un golpe militar en nuestro país, basado en los siguientes hechos:
·
Un trabajo publicado en “The New York Times” a comienzos del mes
de septiembre de 2018 (6),
que afirmaba que, “en una serie de
reuniones encubiertas en el extranjero”, concretamente en la embajada de un
país europeo, unos militares venezolanos en condición de deserción, “dijeron al gobierno estadounidense que
representaban a unos cientos de miembros de la Fuerza Armada” que estarían en
contra del Presidente Maduro; según la misma versión los oficiales golpistas
pidieron ayuda al gobierno estadounidense para continuar desarrollando un plan para
instalar un ‘gobierno de transición’ para
administrar el país”, ayuda que no les fue concedida ya que los planes se
deshicieron, ante acciones de la inteligencia venezolana “que condujeron al arresto de docenas de los conspiradores”.
·
Unas escandalosas
declaraciones del vicepresidente electo del Brasil (7),
Hamilton Mourao, ofrecidas a finales de la semana pasada, pronosticando un inminente
golpe militar en Venezuela que habría de derrocar al Presidente Maduro, al
decir palabras más, palabras menos, que Maduro será derrocado por un golpe
militar y lo que es más sorprendente y desatinado, que ".. las Naciones Unidas tendrán que intervenir por medio de una
fuerza de paz (…) y ahí está el papel de Brasil: liderar esa fuerza de
paz", como si el mundo no recordase el infausto papel desempeñado por
dicha fuerza liderando la MINUSTAH, una infamante “misión de paz” que aún padece el hermano pueblo de Haití desde el
2004.
·
Un reportaje publicado el
pasado 04 de diciembre por el medio digital Bloomberg (8),
en el cual el ex coronel GNB Oswaldo García Palomo, señalado de haber
participado en la “Operación Constitución”
y en el frustrado magnicidio del 04 de agosto, afirmaba estar buscando el apoyo
de “gobiernos amigos” para la
ejecución de un nuevo plan golpista. El traidor exmilitar golpista decía entre
otras cosas: "Nuestros colegas en
Venezuela deben saber que estamos trabajando todos los días para unir fuerzas
internacionales y nacionales, y eliminar al gobierno mediante el uso de armas
para que el país no siga sangrando y muriendo"; así como que el objetivo
ideal de su grupo era instalar una junta de transición con cabeza civil para
eventualmente convocar a elecciones, “casualmente”
de la misma forma en que Rex Tillerson lo había “sugerido” públicamente en el mes de febrero pasado. Siendo
importante señalar además que durante la entrevista el ex coronel no negó que fuese
el enlace de los grupos disidentes en Venezuela con los gobiernos de Colombia y
Estados Unidos, como ya lo había denunciado el Presidente Maduro el pasado mes
de agosto en una conferencia de prensa acerca de las conexiones internacionales
de los involucrados con el fallido magnicidio.
·
Una denuncia formulada por
el presidente Maduro en el marco de la rueda de prensa internacional concedida
el pasado día 12 (9),
según la cual el gobierno estadounidense había elevado, de 40 millones a 120
millones de dólares, el monto de la partida secreta disponible para el soborno
de los militares activos de la FANB que se decidiesen a participar en el golpe
que estaría coordinando el traidor García Palomo.
Habiendo
demostrado suficientemente la hipótesis central de estas notas me resulta
imposible concluirlas sin antes hacer referencia a otra importantísima denuncia
hecha por el presidente Maduro en la citada rueda de prensa en relación a que paralelamente
el consejero de seguridad nacional de los Estados Unidos, John Bolton estaría dirigiendo
un plan de carácter terrorista e intervencionista para "violentar la democracia" e imponer un gobierno
dictatorial en Venezuela; dicho en las propias palabras del Presidente: "Han asignado al señor John Bolton
nuevamente como jefe del plan, del complot para llenar de violencia a Venezuela
y para buscar una intervención militar extranjera, un golpe de estado, asesinar
al Presidente e imponer lo que llaman ellos un consejo de gobierno transitorio”.
Como
evidencias de que dicho plan se encuentra en pleno desarrollo señaló el
Presidente:
·
El entrenamiento de mercenarios
colombianos y venezolanos en territorio colombiano y estadounidense, en
complicidad con el gobierno de Iván Duque, que en una cantidad aproximada de 734 efectivos, se estarían aprestando para
ejecutar acciones de falsa bandera (falsos positivos), portando uniformes e
insignias del ejército venezolano, del lado colombiano de la frontera.
·
El entrenamiento de fuerzas
de comando, en la Base Aérea Englin, al sur de la Florida (EE UU), con el
propósito de intentar una "agresión
quirúrgica" contra bases aéreas y navales venezolanas; siendo
objetivos prioritarios: la Base Aérea Libertador de Palo Negro (estado Aragua);
la Base Naval Agustín Armario, de Puerto Cabello (estado Carabobo) y la Base
Aérea de Barcelona (estado Anzoátegui).
·
El entrenamiento de
agrupaciones paramilitares destinadas a atacar a Venezuela, en la Base Aérea de
Tolemaida, ubicada en el municipio de Melgar, en el departamento de Tolima, una de las siete bases estadounidenses
instaladas en Colombia desde hace varios años.
La
sola existencia de semejante plan rebela el estado de desesperación en el que
se encontraría sumido el gobierno del imperio ante la cercanía del 10 de enero,
fecha en la cual habrá de tomar posesión el Presidente Maduro para el período
2019-2025, por voluntad expresa del pueblo venezolano.
¡Hasta la Victoria, Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Caracas,
diciembre 14 de 2018