Sobre el
Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y el “Plan de Administración de Carga” próximo
a ser implantado
Carlos E.
Lippo
Desde
la creación de la Corporación Eléctrica Nacional S.A (CORPOELEC) el 31 de julio
de 2.007, todas las actividades de generación, transmisión, distribución y
comercialización de energía eléctrica en el país, son responsabilidad del
estado. En esa misma oportunidad fueron adscritas a CORPOELEC todas las
empresas eléctricas públicas existentes para la época, entre las cuales había algunas
que eran públicas desde su creación y otras que habían sido adquiridas de
particulares en diferentes épocas; en resumen, le fueron adscritas: ENELVEN, ENAGEN, ENELCO,
ENELBAR, SENECA, CADAFE y CVG-EDELCA, más la recientemente nacionalizada
empresa gringa AE & S, que era propietaria de la Electricidad de Caracas y de
Luz Eléctrica de Venezuela por haberlas adquirido del Grupo Machado, parientes
de María Corina, en una clásica y mafiosa maniobra financiera en la Bolsa de
Valores de Nueva York, a donde habían acudido éstos en su afán de obtener cada
vez más ganancias con el dinero de los demás.
Poner
orden en un sistema tan vasto y complejo como el asignado a CORPOELEC,
haciéndolo capaz de prestar un servicio
confiable y de calidad, con acceso universal y en condiciones de factibilidad
económica, aun bajo patrones socialistas, no es cosa nada fácil si tomamos en
cuenta de que se trata de un sistema diseñado en sus orígenes casi con el único
propósito de maximizar los beneficios de las empresas eléctricas privadas que
prestaban el servicio en Caracas y en las más importantes ciudades del interior
de la república: Valencia, Maracaibo y Barquisimeto, entre otras, que eran las
áreas de mayor demanda de energía y por ende las más rentables en su operación.
Una
de las mayores vulnerabilidades de origen del Sistema Eléctrico Nacional es su
extrema dependencia de la generación hidroeléctrica, que como se sabe es
altamente sensible a las condiciones meteorológicas, y fundamentalmente del
sistema de generación del río Caroní, conformado actualmente por cinco
centrales (Guri, que es la tercera central más grande del mundo, Caruachi y
Macagua I, II y III), ya que el otro sistema importante de generación
hidroeléctrica, el Uribante-Caparo, cuya construcción durante el gobierno de
Herrera Campins fue una escandalosísima fuente de corrupción, siempre ha estado
muy lejos de generar los niveles de energía de diseño.
Una
forma de reducir esta vulnerabilidad ha consistido en diversificar la fuente de
generación mediante el desarrollo de grandes centrales termoeléctricas. Así
comenzó a intentarse desde el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, con tan
mala fortuna que de las dos grandes centrales construidas en esos años: Planta
Centro, la mayor de su tipo en América Latina, desarrollada por CADAFE y Tacoa,
de similar tecnología, financiada por el estado para la Electricidad de Caracas,
la primera nunca ha podido operar a capacidad plena y la otra había venido
siendo un gran elefante blanco, como quedó evidenciado durante el trágico
incendio del año 1.982, ya que los Machado preferían comprar energía al Guri, a
precios de gallina flaca, que tener que generar la energía que comercializaban
con pingües ganancias. Ambas plantas han demandado ingentes recursos del estado
revolucionario para su rehabilitación sin embargo, todo apunta a que sus
niveles actuales de generación son muy inferiores a los niveles de diseño.
Si a
este diseño inapropiado le agregamos unos hábitos de consumo exagerados, sobre
todo en esos templos del consumismo capitalista que son los grandes Centros
Comerciales, que lamentablemente han sustituido a nuestros parques en la tarea
de llevar de paseo a los niños, así como la extrema proliferación de tomas de
electricidad ilegales y la “viveza
criolla” de muchos comerciantes e industriales y de una cantidad importante
de exponentes de nuestra clase media-alta y media-media, la misma que vive en
quintas o grandes apartamentos, equipados con cuanto cachivache eléctrico
produce la industria del consumismo, que hurtan descaradamente la energía
eléctrica interviniendo de manera fraudulenta los medidores de sus
instalaciones, debemos concluir que la tarea encomendada a CORPOELEC nunca ha
sido cuestión de “soplar y hacer
botellas”, como acostumbraban a decir nuestros abuelos.
Así
mismo, es innegable y nada despreciable el incremento del consumo de energía
eléctrica producido a causa del millón y pico de viviendas construidas por la “Gran misión Vivienda Venezuela”, tomando
en cuenta que todas ellas han sido entregadas con su dotación completa de electrodomésticos,
como a causa de la grandes ofertas del programa “Mi Casa Bien Equipada”, iniciativas ambas del Comandante Chávez
que han servido para mejorar sensiblemente el nivel de calidad de vida de nuestros
compatriotas de menores ingresos.
Ni
las campañas de concientización sobre el ahorro energético generosamente
estimuladas con la distribución gratuita por parte del estado de millones y
millones de “bombillos ahorradores”,
ni las penalizaciones monetarias incluidas en las facturas de quienes consumen
por encima de los límites establecidos, han logrado introducir elementos importantes
de racionalidad en el consumo ya que la tarifa se ha mantenido por años a uno
de los niveles más bajos del planeta.
A
las adversas condiciones señaladas en los tres párrafos anteriores hay que
añadir las acciones de sabotaje, perpetradas la mayoría de ellas como ha podido
comprobarse, por o con la complicidad de funcionarios opositores, provenientes muchos
de ellos de las antiguas operadoras privadas, destinadas a producir apagones
parciales, como preparación para el “soñado
apagón total”, con el cual nos amenazan con harta frecuencia los voceros de
la meritocracia eléctrica, tan nociva o más que la meritocracia petrolera que
produjo el paro sabotaje de 2.002 y que permanece enquistada medrando en diferentes
dependencias de CORPOELEC.
Es
público y notorio además que el Sistema Eléctrico Nacional viene siendo
severamente impactado por acciones de sabotaje, al menos desde el año 2.008, cuando
se registraron varios grandes apagones en la ciudad de Caracas, dos de ellos en
el día y hora de menor demanda de energía (domingo de 9 a 11 am.), lo cual
descarta de plano que se hubiese tratado de apagones producidos por sobrecargas
del mismo.
Este
tipo de acciones se han venido sucediendo hasta volverse casi cotidianas en las
cercanías de procesos electorales o como complemento de las campañas terroristas
de la contra desde que el SEN pasó a ser un objetivo de guerra señalado explícitamente
por el “Plan Estratégico Venezolano” (1), consensuado
en Colombia por los más conspicuos líderes de la contrarrevolución con
representantes del imperio y del Uribismo en junio del año 2.013; siendo
necesario destacar que esta caracterización de nuestro sistema eléctrico como
objetivo militar se ha mantenido como parte importante de la guerra híbrida que
nos han venido aplicando y aparece como parte del quinto de los lineamientos estratégicos
de la “Operación Venezuela Freedom-2”, actualmente
en desarrollo bajo los auspicios del Comando Sur de los Estados Unidos (2), en
el cual se admite además que es necesario aprovechar la situación de
vulnerabilidad del SEN a consecuencia de la muy prolongada sequía.
No
pretendo señalar en estas notas que el Sistema Eléctrico Nacional es perfecto
porque ningún sistema físico lo es. Se han producido y habrán de seguirse
produciendo interrupciones más o menos importantes del servicio por causas
imputables a deficiencias en su operación y en su mantenimiento; quiero
si resaltar que se trata de un sistema en extremo vulnerable a las condiciones
meteorológicas y que ha estado bajo un ataque terrorista permanente, desde
adentro y desde afuera casi desde su misma conformación hace ya casi nueve años.
El
fenómeno climatológico “El Niño” presente entre nosotros con gran intensidad
desde el año 2.015 ha acentuado una sequía que comenzó en el 2.013 y que
habiéndose agravado en los últimos meses, amenaza con producir el colapso del
embalse de Guri, lo cual ocasionaría en el país una severísima crisis eléctrica,
ya que cerca del 64 % de nuestro consumo actual de energía proviene de fuentes
de generación hidroeléctrica.
Según
el General Motta Domínguez, Ministro de Energía Eléctrica, el nivel del embalse
de Guri al 21 de abril se encontraba en 242,07 metros sobre el nivel del mar,
muy cerca de la cota mínima operativa de 240 metros (2),
razón por la cual se ha tomado la decisión de implantar desde mañana lunes 25
de abril, lo que se ha denominado el “Plan
de Administración de Carga”, consistente en la aplicación de una suspensión
diaria del servicio eléctrico, de 4 horas de duración, durante un período
estimado de 40 días, para todas las regiones del país con excepción de la Gran
Caracas y los estados Nueva Esparta y Vargas. Con arreglo al mencionado plan se
garantiza la prestación del servicio a todo el país entre las 8 y las 12 de la
noche así como a todas las instalaciones de carácter asistencial y además se
establecen los intervalos de 4 horas de corte del servicio para cada una de las
regiones sujetas a la medida.
Según
dos connotados “voceros técnicos” de
la contrarrevolución (3), consumados profetas del
desastre, la cota mínima de 240 metros debía haber sido alcanzada el pasado 15
de abril y en ese caso habrían de perderse más de 4 mil Megavatios en Guri y al
menos 3 mil entre Caruachi y Macagua, lo que implicaría la total oscuridad para
una zona del país equivalente a tres ciudades como Caracas. Tal
cosa no ocurrió y lo que ha ocurrido es que las medidas dictadas hasta ahora por
el gobierno revolucionario han permitido frenar el descenso de los niveles del
agua en la embalse de la Central Simón Bolívar (Guri) en 7 cm. diarios, al día 20
de abril, frente a los 15 cm. diarios que en promedio había venido descendiendo
en las últimas semanas (4).
Sin
pecar de optimista considero que el plan de administración de cargas a ser
aplicado, aunado a la terminación de la sequía con la llegada de las lluvias de
mayo, debería ir permitiendo una recuperación progresiva de las cotas de
operación del embalse a niveles que pudiesen hacer posible el levantamiento de
la medida restrictiva a un plazo mucho más corto que largo.
Mientras
el país consciente se dispone a acatar la medida restrictiva del servicio y se
propone intentar racionalizar su consumo, la contrarrevolución pasando por alto
la influencia determinante de la actual sequía, persiste en culpar a Maduro de
estas restricciones temporales del servicio llegando algunos al extremo de
manifestar por twitter, que no sólo no la acatarían sino que habrían de
incrementar su ya elevado consumo habitual.
Por
otro lado, la diputada Manuela Bolívar del partido “voluntad fascista”, aseguró en una rueda de prensa que las horas
del “Plan de Administración de Carga”,
serían empleadas para la protesta en las calles (5), lo
cual aunado a las marchas no permisadas que según Freddy Guevara, coordinador
del mismo grupo terrorista, están convocando para el próximo 27 de abril en
todo el país, nos lleva a pensar que están por iniciar la versión 2 de las
guarimbas del año 2.014.
¡Todos a acatar el Plan, a intentar
racionalizar el consumo y a estar pendientes para apagar las candelitas que
intenten prender!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Caracas,
abril 24 de 2.016