¿Será
necesario levantar un muro en la frontera con Colombia?
Carlos
E. Lippo
El
vecino país de Colombia otrora gran productor y exportador de esmeraldas y de
café, ambas especies producidas con una calidad tal que le permitía ostentar el
primer lugar a escala mundial, ha venido perdiendo aceleradamente estos sitiales
de privilegio desde hace algunos años.
En
efecto, desde el año 2009 Colombia fue desplazada por Zambia del primer lugar
en la producción mundial de esmeraldas; pero no es sólo eso, sino que la explotación
de tan valioso recurso no se traduce en los esperados beneficios para el estado
y el pueblo colombiano por estar en manos de organizaciones criminales, según
puede deducirse de un informe de la Contraloría General de la Nación que data
de 2014 y señala textualmente, entre otras cosas, lo siguiente: “… en los municipios productores de
esmeraldas confluyen violencia y degradación social con poderosos empresarios y
grupos armados, vinculados algunos con bandas de narcotraficantes y
paramilitares, que el estado ha tolerado durante décadas” (1).
El
caso del café es aún más patético ya que Colombia, según datos del año 2015,
fue desplazada al tercer lugar mundial de productores/exportadores, muy por
debajo de Brasil y Vietnam, que ocuparon los lugares cimeros; pero no es sólo
eso, sino que existen fundados indicios de que una parte importante de esa
menguada exportación está constituida por café
venezolano introducido en ese país de contrabando (2)
y que es vendido violando su “denominación
de origen”. Aunque nuestro café es de una calidad igual o superior a la del colombiano, se estaría
consumando una estafa a los consumidores que obviamente constituye un delito.
De
forma lamentable, Colombia que era conocido internacionalmente a partir de
logros como éstos, ha pasado a serlo a través de una serie de hechos altamente
negativos, una suerte de “anti logros”,
como lo son: su primer lugar mundial en la producción/exportación de cocaína; su
gran cantidad de desplazados internos y de migrantes; su elevada exportación de
mercenarios; y su alcahuete marco legal, promotor de los delitos de contrabando
y ataque a nuestra moneda. En los párrafos siguientes habremos de presentar en
detalle cada uno de estos aspectos, haciendo énfasis en los que mayor daño nos causan,
ya que por el solo hecho de compartir con ella una frontera de más de 2.200
km., es imposible que alguno de ellos deje de impactarnos adversamente de cualquier
manera.
Colombia
primer productor/exportador mundial de cocaína
Así
lo indica el informe “antidrogas” del
Departamento de Estado de Estados Unidos divulgado en marzo de este mismo año, según
el cual en el 2016 los cultivos ilícitos de coca en Colombia alcanzaron la
cifra récord de 188.000 hectáreas, con una producción potencial de cocaína de
710 toneladas métricas; siendo necesario apuntar que el mismo informe señala
que el 90 % de la cocaína incautada en Estados Unidos tiene su origen en
Colombia (3). Como desde tiempo
inmemorial una parte importante de la producción colombiana necesita pasar por Venezuela
para ser transportada a Estados Unidos y Europa, esto nos convierte ipso facto en
un país de tránsito para el tráfico de drogas, obligándonos a hacer grandes
esfuerzos para combatirlo, actividad en la que hemos tenido resaltantes éxitos
sobre todo después de que el Comandante Chávez expulsase del país en el año
2005 a la Administración de Control de Drogas de EEUU (DEA), ya que la inefable
agencia gringa estaba usando como máscara la lucha contra las drogas, tanto
para apoyar al mismo narcotráfico como para hacer inteligencia en contra el
gobierno.
Colombia
ocupa el primer lugar en el mundo en cantidad de personas desplazadas
Con
una cifra histórica de 7,2 millones, Colombia es primer país del mundo con el
mayor número de personas desplazadas, según el más reciente informe del
Observatorio de Desplazamiento Interno del “Consejo
Noruego para los Refugiados” y del “Observatorio
de Desplazamiento Interno” (IDMC) (4).
Curiosamente, de esa cantidad, 171.000 desplazamientos ocurrieron durante el
2016, año en el que se firmaron los convenios de paz con las FARC, principal
ejército popular de liberación del país. En esta lamentable estadística Colombia
es seguida por Siria (país que sufre una feroz invasión exterior), Sudán, Iraq
y República Democrática del Congo. Es evidente que una parte importante de esta
gran cantidad de desplazados ha atravesado la frontera en busca de mejores
condiciones de vida, pasando a aumentar la abultada cifra de ciudadanos
colombianos que viven entre nosotros. No podríamos terminar este tema sin antes
decir que para el año 2016, el Presidente Maduro señaló que habíamos recibido
alrededor de 100 mil refugiados, señalamiento que fue confirmado Christian
Krüger, director de “Migración Colombia”,
quien afirmó que para ese año ese flujo había sido más de 109 mil personas,
agregando además un dato más que contundente: “esta cifra ha bajado un 70% frente a años anteriores”, ya que el
2015 “ingresaron a Venezuela 371.521
colombianos” (5).
Colombia
es el país con mayor cantidad de emigrantes en la región
Según
la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Colombia es el país
con mayor cantidad de emigrantes en Suramérica, seguido por Perú y Brasil, y es
también uno de los países de la región que recibe menos inmigrantes (6).
El Ministerio de Relaciones Exteriores estima que 4,7 millones de colombianos
reside actualmente en el exterior, un 10% de su población total, pero si
tomamos en cuenta que sólo en Venezuela vivían alrededor de 5 millones de
ciudadanos colombianos, según señalase el presidente Maduro en febrero de 2005 (7),
resulta evidente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia miente descaradamente
sobre este tema. En relación al tema de la migración colombiana en Venezuela,
dice Juan Carlos Tanus, presidente la asociación “Colombianos y Colombianas en Venezuela”: “Quienes somos migrantes salimos de Colombia porque no habían buenas
condiciones en ese ámbito para sostener los puestos de trabajo, en Venezuela sí
lo encontramos; nos garantizan el derecho al trabajo” (8). Y
tenemos que añadir nosotros, no sólo se les garantiza el derecho al trabajo,
sino el acceso, como a todos los venezolanos, a todos los beneficios en materia
de salud, educación y vivienda, que la revolución bolivariana garantiza a los
nacionales.
Mercenarios
colombianos, producto de exportación
Con
la frase anterior titula BBC Mundo una nota fechada en mayo de 2011 (9),
basada en un artículo del diario The New York Time, que da cuenta de que Irak, Afganistán
y Emiratos Árabes Unidos eran algunos de los destinos de individuos
paramilitares formados y reclutados en Colombia vía Internet, desde inicios de
la década pasada. Posteriormente se ha sabido de la existencia de mercenarios
colombianos entre los monstruos que asesinaron vilmente al Coronel Gadafi (10),
así como también en Siria y hasta en Yemen, vistiendo el uniforme de la vesánica
monarquía saudita. La formación de estos mercenarios en Colombia, negada en
forma recurrente por el gobierno y el ejército de colombiano, no constituiría
delito, ya que ese país no ha suscrito la convención de Naciones Unidas contra
el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de
mercenarios. En Venezuela son innumerables las acciones terroristas de la
contrarrevolución ejecutadas por mercenarios de origen colombiano. En relación
a esto, es emblemático el caso de los viles asesinatos del joven diputado
revolucionario Robert Serra y su asistente María Herrera, en octubre de 2014,
perpetrados por una banda paramilitar colombiana dirigida por (a) “El Colombia” (11),
un despreciable sujeto que por cierto habitaba en una de las casi 1,8 millones
de viviendas construidas por la revolución en el marco de la Gran Misión
Vivienda Venezuela.
Un
marco legal que legitima y promueve el contrabando de extracción desde
Venezuela
La
Ley 1762 de 2015, eufemísticamente llamada “Ley
Anticontrabando” (12), prescribe
en su Artículo 6°, “Favorecimiento y facilitación del contrabando”: Modifíquese
el artículo 320 de la Ley 599 de 2000, el cual quedará así: “Artículo 320. Favorecimiento y facilitación
del contrabando. El que posea, tenga,
transporte, embarque, desembarque, almacene, oculte, distribuya, enajene
mercancías que hayan sido introducidas al país ilegalmente, o que se hayan
ocultado, disimulado o sustraído de la intervención y control aduanero o que se
hayan ingresado a zona primaria sin el cumplimiento de las formalidades
exigidas en la regulación aduanera, cuyo valor supere los cincuenta (50)
salarios mínimos legales mensuales vigentes… incurrirá en pena de prisión de
tres (3) a seis (6) años…”. Entonces, según este artículo, un cargamento
con un valor inferior a los USD 12.250 (monto equivalente a esos 50 salarios mínimos calculados en dólares a
la tasa del día de ayer), introducido
ilegalmente en Colombia desde Venezuela, no se consideraría como contrabando,
ni quienes lo introduzcan podrían ser objeto de sanción penal alguna.
Así
mismo, el Artículo 7° de la precitada ley señala: Artículo 7°. Favorecimiento de contrabando de
hidrocarburos o sus derivados. Modifíquese el artículo 320-1 de la Ley 599 de
2000, el cual quedará así:
“Artículo 320-1.
Favorecimiento de contrabando de hidrocarburos o sus derivados. El que posea,
tenga, transporte, embarque, desembarque, almacene, oculte, distribuya, enajene
hidrocarburos o sus derivados que hayan ingresado al país ilegalmente, o que se
hayan descargado en lugar de arribo sin cumplimiento de la normativa aduanera
vigente, o que se hayan ocultado, disimulado o sustraído de la intervención y
control aduanero cuya cantidad sea superior a veinte (20) galones…
se impondrá una pena de prisión de tres
(3) a cinco (5) años…”. Ocurre sin embargo, que como
los contenedores (pimpinas) a través de los cuales se extraen los combustibles
de Venezuela a través de las trochas fronterizas, tienen una capacidad de
apenas 5 galones, cualquiera puede pasar hasta 4 pimpinas sin incurrir en
contrabando; ocurre también que vaciando estas “pimpinas legales” logran llenar
grandes contenedores desde los cuales expenden la gasolina o el diésel en el
territorio colombiano o en el exterior, con la anuencia de ECOPETROL, que es la
petrolera estatal colombiana.
El
connotado economista venezolano Juan Carlos Valdez, con base en datos
suministrados por el Presidente Maduro y el Vicepresidente Arreaza a mediados
de 2015, ha estimado que las pérdidas en las cuales incurre el estado
venezolano por concepto del contrabando de extracción de derivados de
hidrocarburos, alimentos, artículos de higiene y aseo personal, medicinas, repuestos,
etc., ascienden como mínimo a USD 10.000,00 millones anuales (13).
Es evidente que un negocio de tales magnitudes, sólo puede ser manejado por las
mafias del narcotráfico, las cuales al demandar ingentes cantidades de dinero venezolano
en efectivo para pagar las mercancías en Venezuela, generan además un intenso
contrabando de billetes venezolanos de alta denominación que prácticamente nos
dejó sin billetes de 100 bolívares durante el pasado mes de diciembre y que
continúa llevándose los billetes de mayor denominación de nuestro nuevo cono
monetario.
Un
marco legal que promueve la devaluación del bolívar frente al peso en las zonas
fronterizas
La
tasa oficial Peso Colombiano/Bolívar establecida el día de ayer por el Banco de
la República de Colombia, que es equivalente a su Banco Central, fue: 1 Peso Colombiano
= 0,003414 Bolívares, o lo que es lo mismo: 1 Bolívar = 292,91 Pesos
Colombianos. Sin embargo, tal tasa de cambio no se aplica en la frontera ya que
con arreglo al artículo 70 de la Resolución Externa 8 del 2000 (15),
emitida por el mismo Banco de la República, “las
tasas de cambio de compra y venta de divisas que apliquen los intermediarios
del mercado cambiario (IMC), son aquellas que libremente acuerdan las partes en
la operación”. Como podemos ver, se trata de que el estado colombiano ha
declinado sus atribuciones en materia de política cambiaria en las 8 casas de
cambio de Cúcuta, controladas por las fuerzas del narcotráfico y el “lavado” del dinero proveniente de todo
tipo de actividades delictivas, las que de manera coercitiva determinan esa
tasa cambiaria y la divulgan a través de la página www.bolívarcucuta.com. Con arreglo a
dicha página, al día de ayer, un Peso Colombiano se cotizaba en 0,14 Bolívares,
esto es, a un valor 41 veces mayor que el valor oficial determinado por el
Banco de la República. Con base en una manipulación de este último valor, quienes
editan la misma página determinan que la cotización del dólar frente al bolívar
es de: 1 Dólar = 45.901,64 Bolívares, que pasa a ser un criminal marcador de
los precios en nuestra economía actual.
Lo
señalado en todos los párrafos anteriores es una clara demostración de cuanto
nos afecta el ser vecinos de un país que ha caído en tan severa crisis de
valores. Los dos últimos demuestran además, de manera indubitable, que el
gobierno burgués colombiano ha pasado a ser el más importante ejecutor de la
guerra económica que nos viene aplicando implacablemente el imperio desde
finales del año 2012.
Por
todo lo anteriormente expuesto, si no remato proponiendo el levantamiento de un
muro fronterizo similar al que se vio precisado a levantar la República
Democrática Alemana al inicio de la “Guerra
Fría”, con muchas menos presiones de parte del imperio y sus aliados
occidentales, no es por razones derivadas del Ideal Bolivariano, sino por los
enormes costos que la ejecución de tal proyecto acarrearía en las actuales
circunstancias. En todo caso, como se trata de la pervivencia de la patria, si voy
a ser reiterativo en el planteamiento del cierre de todos los pasos de nuestra frontera
terrestre con Colombia, con la ejecución de todas las operaciones militares
asociadas.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
(7) http://misionverdad.com/la-guerra-en-venezuela/5-millones-de-colombianos-han-huido-hacia-venezuela
celippor@gmail.com
Caracas, octubre 31 de
2017