Alerta con el
intento de la contra de formar un gobierno paralelo
Carlos
E. Lippo
Mucho
se ha estado hablando en los últimos días de la designación de Luisa Ortega
para presidir un hipotético gobierno de transición que habría de regir los
destinos del país después de una supuestamente negada defenestración del
Presidente Maduro.
Ignoro
si el jefe máximo de la contrarrevolución, entiéndase el gobierno del imperio,
le ha ofrecido tal designación como “premio”
a su descomunal traición; lo que si tengo claro, por estar apoyado en hechos
que son públicos, notorios y comunicacionales, como se acostumbra decir ahora,
es que Misia Luisa se debe estar bregando ese cargo a brazo partido, en dura
competencia con una caterva de aspirantes, lechuguinos y no lechuguinos, cada
uno más cipayo y fascista que el otro.
Y
es que Misia Luisa, desde que saltó pública e impúdicamente la talanquera el
pasado 31 de mayo, cuando declaró que unas sentencias del TSJ violaban la
constitución y por ende representaban una ruptura del hilo constitucional, no
ha hecho otra cosa en lo atinente a sus responsabilidades como Fiscal General de
la República que dejar de ejercer la acción penal en nombre del Estado así como
la debida protección a las víctimas y testigos de hechos punibles tan graves
como los crímenes de odio perpetrados por los terroristas de la contra en las últimas
semanas, garantizando de esa forma su más absoluta y desmoralizante impunidad.
Así
mismo, desde ese día, sus muy oportunas intervenciones públicas tanto con
declaraciones de apoyo expreso a unas protestas pacíficas que sólo existen en
su mediatizada mente opositora, como con condenas apriorísticas e infundadas a
la actuación de las autoridades del orden público, todas ellas producidas en
momentos en los cuales las acciones terroristas de la contra han estado en baja
como producto del natural reflujo de las masas opositoras ante la inmensa
cantidad de mentiras de las que han sido objeto por parte de sus voceros y/o algunas
exitosas actuaciones de los organismos de seguridad, ponen de relieve que ella ha
venido siguiendo un elaboradísimo guion cuyo fiel cumplimiento debe asumir que
le acerca al apetecido cargo que presumiblemente le han ofrecido.
Si
damos por buena la existencia de ese guion, es más que verosímil asumir que las
últimas actuaciones públicas de Misia Luisa, consistentes en unas impugnaciones
a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente ante dos de las Salas
del Tribunal Supremo de Justicia y en una cuasi histérica reacción, al no
recibir del máximo tribunal la sentencia deseada, solicitando ante el mismo TSJ
la destitución de 33 de los magistrados cuyo nombramiento ella misma avaló en
diciembre de 2015, tengan un propósito más agresivo aún que el haber provocado
las acciones terroristas de alto impacto registradas la tarde de ayer en el municipio
Chacao: un nuevo ataque a la Dirección Ejecutiva de la Magistratura (DEM); el
saqueo y destrucción del mobiliario de una agencia del Banco Provincial y el
asedio al personal, incluidos sus menores hijos, de la sede del MPP de Hábitat
y Vivienda.
Ese
propósito bien pudiese ser el desencadenamiento de una serie de acciones de
índole paramilitar tendientes al establecimiento de una “zona liberada”, estratégicamente ubicada, para instaurar un
gobierno paralelo ficticio, eufemísticamente llamado gobierno de transición, que
procediese a solicitar sin tapujos la intervención militar extranjera, tal como
se pretendió hacer en Cuba con la fracasada invasión de Playa Girón en abril de
1961, meses antes de que fuese expulsada de la OEA, en enero de 1962. Casi
está sobrando el decir que la principal candidata a presidir ese gobierno paralelo
ficticio, al cual le correspondería hacer el trabajo más “sucio”, no es otra
que Misia Luisa, la nueva conversa, que de esta forma estaría pagando el
noviciado.
En
apoyo a la tesis de que los voceros de la contra están muy próximos a solicitar
públicamente una intervención militar extranjera, sin la menor pudicia, podemos
mencionar un señalamiento de Delsa Solórzano transmitido el día de ayer vía
twitter, tan pronto como se produjo la sentencia de la Sala Electoral del TSJ
en contra de Luisa Ortega, que es del tenor siguiente: “Bueno, con la decisión del TSJ,
quedan formalmente cerradas las vías internas. Misión cumplida. Ahora a
instancias internacionales” (1).
Podemos mencionar también otro señalamiento más entreguista y vendepatria aún cual
es el de Pablo Aure, conocido conspirador enquistado desde hace años en la
Universidad de Carabobo, que en un artículo publicado ayer en www.noticierodigital.com, señalaba
sin el más mínimo rubor que había llegado la hora de la intervención,
refiriéndose obviamente a la intervención militar del imperio (2).
El
escenario de tratar de formar un gobierno paralelo en una región estratégica
del país, que fuese capaz de mantenerse al menos hasta que se produjese la
intervención militar solicitada por él, fue formulado ya en un artículo que
publicásemos en el mes de julio pasado en estas mismas páginas (3).
En dicho artículo señalábamos, a partir de la ola de saqueos y ataques a
establecimientos comerciales en varios puntos de la geografía nacional, generados
por las bandas paramilitares de Voluntad Popular y Primero Justicia, desde
primeros días del mes de marzo, disturbios que fueron particularmente
prolongados y virulentos en Cumaná, estado Sucre, que ésta ciudad ofrecía un
escenario ideal para el establecimiento de ese gobierno paralelo, por la
circunstancia de ser la única capital de estado dotada con un puerto sobre el
mar Caribe y de un aeropuerto internacional.
Consideramos
que aquellos sucesos de Cumaná de marzo de 2016, al prolongarse por varios
días, pusieron en evidencia debilidades importantes del gobierno local por lo
que de haber sido un globo de ensayo de la contra, no hay más remedio que
considerarlo exitoso; esperemos que tales debilidades hayan sido superadas.
Lo
que a nuestro juicio debe encender las alarmas es que en los actuales momentos
este escenario de intentar hacer de Cumaná la sede de un pretendido gobierno
paralelo ficticio, propiciador de la intervención militar extranjera, se ve
extremadamente potenciado por la presencia de una fuerza militar coordinada por
el Comando Sur de los Estados Unidos, que tantas veces nos ha bosquejado el
escenario de la intervención militar apoyada por la OEA y/o la ONU, accionando
en aguas territoriales de Trinidad y Tobago, a unos 1.000 km, de distancia,
desde el día de hoy y hasta el próximo 17 de junio, en el marco de las
maniobras militares "Tradewinds
2017" (4).
Para
finalizar, debo decir que lo sustancial del análisis que hemos intentado hacer en
este artículo es que consideramos que cuando los voceros nacionales y foráneos
de la contra hablan de “gobierno de
transición”, a la mejor usanza de aquel Consejo Nacional de Transición de
Libia, que establecido en Bengasi en marzo de 2012 logró controlar esa ciudad
hasta la invasión de las fuerzas de la OTAN, realmente se están refiriendo a un
gobierno ficticio que teniendo un mayor o menor control sobre una pequeña
porción del territorio, sea capaz de mantenerse durante el tiempo necesario
para propiciar y recibir la intervención extranjera. Ellos saben de sobra que un verdadero gobierno de transición no está planteado
porque el Camarada Maduro jamás habrá de renunciar y un golpe de esta exitoso
es absolutamente inviable mientras éste mantenga el apoyo irrestricto de la
unión cívico militar.
Para
neutralizar la pretendida invasión con arreglo a este escenario se trataría
entonces de evitar a todo trance la consolidación de cualquier grupo
paramilitar de la contra, tanto en Cumaná como en cualquier otro lugar de la
geografía nacional que pudiese servirles de cabeza de playa.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(5)
celippor@gmail.com
Caracas, junio 13 de
2017
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