lunes, 9 de abril de 2018


¡Alerta con lo que pueda salir de la VIII Cumbre de las Américas en perjuicio de Venezuela!
Carlos E. Lippo

“La OEA es el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”
Raúl Roa, primer canciller de la Revolución Cubana




Es un hecho comprobado que la Organización de Estados Americanos (OEA), desde su propia creación en 1948 como instrumento de la Doctrina Monroe, ha a poyado, ya sea por acción o por omisión, todas las intervenciones militares que el imperio ha perpetrado sobre los países latinoamericanos; y ello a pesar de que siempre ha tenido entre sus postulados básicos el principio de no intervención de ningún estado en los asuntos internos de otro.

Para poder apoyar abiertamente al imperio en sus invasiones creó el mecanismo de la intervención militar multinacional y en prueba de ello podemos citar como ejemplos los siguientes casos: la invasión a Guatemala, en junio de 1954; el bloqueo naval a Cuba, en octubre de 1962; un proyecto invasor norteamericano, formulado mas no ejecutado, con el propósito de intervenir militarmente en Venezuela en noviembre de 1962; y la invasión a la República Dominicana, en mayo de 1965.

Entre los principales casos en los cuales este ministerio de colonias gringo, de manera vergonzante ha volteado a mirar para otro lado mientras las tropas imperiales perpetraban la invasión, podemos citar los siguientes casos: Granada, en octubre de 1983, con una fuerza invasora de 1900 infantes de marina, desplegados con el propósito de apoyar a los golpistas que derrocaron y asesinaron al primer ministro Maurice Bishop, acusado de promover la propagación del comunismo; Panamá, en diciembre de 1989 cuando más de 26 mil soldados estadounidenses dotados con recursos de artillería pesada de última generación, las criminales municiones de uranio empobrecido entre ellos, invadieron por tierra y mar a Panamá con el propósito declarado de hacer preso al general Manuel Antonio Noriega quien era requerido por la justicia norteamericana por presuntos delitos de narcotráfico (1); Haití, en 1994 para devolver el poder al presidente legítimo Jean-Bertrand Aristide; Haití, en el 2004 para expulsar a Aristide del poder; y Haití, en el 2010 con pretendidos propósitos humanitarios a raíz de un terrible terremoto. Siendo oportuno y necesario señalar que estas invasiones a Haití fueron previamente aprobadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Por considerarlo imprescindible y de gran interés para poder desarrollar el tema que nos ocupa, pasaremos a describir en detalle los casos en los cuales la OEA apoyó las invasiones de manera más o menos abierta:

·         Guatemala, 1954
Jacobo Arbenz Guzmán, un militar de brillante carrera que fue electo presidente en 1950, entró en curso de colisión con el imperio por haber instaurado una efectiva política de reforma agraria y haber nacionalizado a la United Fruit Co. (UFCO), un “gigante bananero” de profundas vinculaciones con la CIA y el departamento de estado.
La decisión de apoyar la invasión fue tomada en la X Conferencia Interamericana celebrada en Caracas entre el 01 y el 28 de marzo de 1954, aunque lo que realmente se sometió a votación y fue aprobado en esa instancia, con el voto en contra de Guatemala y las abstenciones de Méjico y la Argentina, fue una condena al comunismo internacional y una convocatoria a una Reunión de Consulta de Cancilleres para la adopción de medidas concretas.
En una de las sesiones celebrada en el Aula Magna de la recién inaugurada Universidad Central de Venezuela (UCV), John Foster Dulles, secretario de estado, antiguo abogado de UFCO y hermano de Allen Dulles, socio de la misma empresa y director de la CIA, no tuvo el menor empacho en golpear la mesa con el puño para arrancar la bendición del organismo para perpetrar la invasión, que recibió el decidido apoyo de los dictadores de entonces en: Venezuela (Marcos Pérez Jiménez); República Dominicana (Rafael L. Trujillo); Nicaragua (Anastasio Somoza) y Honduras (Manuel Gálvez), quienes aportaron recursos humanos y materiales, así como campos de entrenamiento, emisoras de radio y aeropuertos a la que llamaron “Operación Guatemala” (2).
Laureano Vallenilla Lanz, a la sazón ministro de relaciones interiores de Venezuela, ofrece un testimonio de excepción en relación a lo dicho en el párrafo anterior, al señalar que en un almuerzo privado en la embajada de los Estados Unidos en Caracas al cual asistió por invitación de John Foster Dulles, comprometió a Venezuela con el aporte de un avión DC-3, que sería entregado por conducto del dictador Somoza (3) y que como explicaremos más adelante, tuvo una importante participación en el desarrollo de la invasión.
La operación que posteriormente se supo que tuvo el nombre clave de “Operación PBS-Success”, fue autorizada por el presidente Dwight Eisenhower y ejecutada a través de la CIA consistió básicamente en: una amplísima campaña de desprestigio nacional e internacional, con participación protagónica de la jerarquía eclesiástica guatemalteca; una serie de bombardeos sobre objetivos definidos como tanques de combustible y de ametrallamiento de civiles, ejecutada por efectivos militares gringos con total impunidad puesto que Guatemala carecía de fuerza aérea; y una invasión de mercenarios hondureños y efectivos del ejército gringo, comandados por el coronel Castillo Armas, quienes se concentraron en una hacienda de la UFCO ubicada en la frontera hondureña a la espera del momento oportuno para entrar en acción.
La desolación creada por los bombardeos, en la mayoría de los casos,  y el soborno en otros casos hizo que las tropas que debían defender el gobierno se entregaran sin combatir; Jacobo Arbenz entonces renuncia y sale de Guatemala. Es oportuno señalar que Inició su discurso de renuncia con las siguientes palabras: “Desde hace quince días se ha desatado una guerra cruel contra Guatemala, de la cual aparentemente no hay ningún gobierno responsable. Esto no quiere decir que no sepamos quién ha desatado la agresión contra nuestra querida patria. La United Fruit Company, los monopolios norteamericanos, en connivencia con los círculos gobernantes de Norteamérica, son los responsables de lo que nos está ocurriendo”.

·         Bloqueo Naval a Cuba en Octubre de 1962
El 23 de octubre, una vez anunciado  el bloqueo naval norteamericano de Cuba, tras haber demostrado la instalación de bases de misiles balísticos soviéticos de medio rango en la isla, se reunió el Órgano de Consulta de la OEA, ante la insistencia de los Estados Unidos, de discutir una resolución que respaldara dicho bloqueo. La participación en el bloqueo fue aprobada ese mismo día por 17 votos a favor, ninguno en contra y una abstención (Uruguay). La resolución exigía el desmantelamiento inmediato y la retirada de las armas con capacidad ofensiva de Cuba y recomendaba que los estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la paz y la seguridad del continente (5)
Según Edwin Lieuwen, un antiguo funcionario gringo muy amigo de Rómulo Betancourt, “Nueve naciones latinoamericanas adoptaron actitudes de cooperación: Argentina ofreció dos destructores; Honduras y Perú ofrecieron tropas; Costa Rica, Nicaragua (Somoza), Panamá (Roberto Chiari), República Dominicana (Bonnelly), Guatemala (Idígoras) y Venezuela (Betancourt), ofrecieron el uso temporario de sus bases”. No obstante, al final la participación latinoamericana en el bloqueo se redujo a Argentina y Venezuela, cada uno con dos destructores que accionaron bajo el mando gringo; los demás no concurrieron (6). Se trató de la primera fuerza multiestatal latinoamericana conformada por la OEA para actuar en contra de un país de la región.

·         Proyecto invasor norteamericano de Venezuela en noviembre de 1963
Se trataba de un proyecto destinado a invadir militarmente a Venezuela inmediatamente después de las elecciones del 1° de diciembre de 1963, en el caso de que éstas fracasaran a consecuencia de la política abstencionista promovida por la izquierda insurreccional o sus resultados no fuesen favorables al partido de Rómulo Betancourt, quien es el que vergonzantemente lo solicita a los gringos. El proyecto abarcaba tres subproyectos, de los cuales dos se ejecutaron totalmente: la “Operación América”, consistente en unas maniobras navales conjuntas de las armadas de Estados Unidos y todos los países bolivarianos ejecutadas en el puerto de colombiano de Tolú, a unos 250 Km. en línea recta de la frontera con Venezuela; y las Maniobras UNITAS IV que se desarrollaban en el golfo de Morrosquillo (Caribe Colombiano), con las cuales se hizo coincidir la “Operación América”, conformándose una fuerza de tarea denominada “Task Force 137”, con buques de la armadas de Estado Unidos, Argentina, República Dominicana y Venezuela. El otro subproyecto, que no llegó a desplegarse en su totalidad estaba previsto de ser desarrollado por miles de marines desde Quantico y Pensacola hasta Vieques y Panamá, con suficiente apoyo aeronaval, todo ello adicional a los recursos de las otras dos operaciones, conformando el que “era el ejercicio de mayor magnitud de este tipo intentado hasta el presente”, en opinión del vocero del Comando Sur, coronel Churchville. El profesor Simón Sáez Mérida describe magistralmente este proyecto en su libro “La cara oculta de Rómulo Betancourt”, ya reseñado e las referencias.

·         Invasión a República Dominicana en 1965
En abril de 1965 desembarcaron 23.000 “marines yanquis” (la mitad de la fuerza desplegada en ese momento en Vietnam) en la República Dominicana, para impedir la inminente victoria del movimiento popular constitucionalista sobre las fuerzas de la reacción militarista. Ante esta situación la OEA envió a la capital dominicana a su Secretario General, el uruguayo José A. Mora, con el aparente propósito de obtener una tregua entre los beligerantes, mientras la X Reunión de Consulta Ministros de Relaciones Exteriores, actuando a requerimiento de Estados Unidos, después de dar tiempo a que las fuerzas del imperio controlasen la situación a su favor, adoptó la decisión de crear una Fuerza Interamericana de Paz (FIP) en la que participarían tropas de varios países de la región.
A favor de la Resolución que creó la FIP votaron Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua, Panamá, Paraguay, que junto al voto del ilegítimo representante de la propia República Dominicana,  conformaron precaria e ilegalmente mente la mayoría calificada necesaria de 14 votos. Votaron en contra México, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay. Venezuela se abstuvo (7). Siendo oportuno apuntar que la FIP, si bien no fue la primera fuerza multiestatal creada por la OEA, si fue la primera en invadir el territorio de un país hermano.

Pasaremos ahora a entrar en materia, después de este extenso aunque necesario prólogo, diciendo que la VIII Cumbre de las Américas a celebrarse en Lima, Perú, los días 13 y 14 de abril, a la cual asistirá el presidente Trump, a pesar de haber sido convocada para tratar el tema del combate a la corrupción en los gobiernos de nuestra región, y de que en todo evento internacional al que asiste el magnate-presidente tiene que tratarse el tema comercial, habrá de tener como punto central de la agenda “la ampliación de la respuesta regional ante la crisis en Venezuela”; tal como lo revelara una fuente no identificada del departamento de estado y lo difundiera la mismísima “Voz de América”, que es el servicio de radio y televisión internacional del gobierno de los Estados Unidos (8).
En el mismo despacho de esta agencia, pariente cercano de la CIA, se señala que fuentes  oficiales cercanas al mandatario informaron que si bien no se conoce la totalidad del discurso presidencial se sabe que pondrá especial énfasis en la situación por la que atraviesa el pueblo venezolano. Se espera que el mandatario agradezca a los gobiernos cipayos de la región por apoyar, dentro de sus posibilidades, las acciones estadounidenses para “presionar legalmente a Venezuela” y además se reiterará la importancia del liderazgo de EE.UU. y sus aliados para defender la democracia en el país sudamericano, ya que “… la situación en Venezuela no es sostenible y es una afrenta a la democracia en la región y el mundo”.
Los mismos funcionarios indicaron que “esperan que el presidente Maduro no se presente en la cumbre” y aseguraron que Trump no se reunirá con la delegación venezolana, aunque si sostendrá encuentros bilaterales con los presidentes más cipayos de la región: Macri y Peña Nieto, entre ellos.
Dicho sin ambages y con menos retórica, el emperador acudirá a este aquelarre sumisa y diligentemente montado por la secretaría general de la OEA, no sólo para intentar consensuar la aplicación de sanciones económicas similares a la impuesta recientemente por Panamá, para lo cual él mismo ha señalado que se trataría de ayudar a los países de la región a redactar las leyes que les otorguen jurisdicción para llevar a cabo este tipo de sanciones si así lo desean (9), sino para intentar aprobar la intervención militar  que anunciase en agosto pasado, un objetivo que no fue posible de alcanzar por sus recientes enviados a la región: Mike Pence, vicepresidente; Rex Tillerson, anterior secretario de estado; y Kurt Tidd, comandante en jefe del comando sur.
En el caso de que lograsen alcanzar la mayoría calificada de 23 votos, algo muy poco probable porque en la cumbre estarán participando nuestros aliados del ALBA-TCP y en la última reunión del consejo permanente sólo lograron sumar 19 votos para una tímida exhortación a Venezuela de posponer la fecha de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, no tenemos duda alguna de que aprobarían una intervención militar colectiva en Venezuela, similar a la aprobada ilegalmente en contra de la República Dominicana por la X Reunión de Consulta Ministros de Relaciones Exteriores en 1965, basada esta vez en supuestas razones de “carácter humanitario”, aun en contra de nuestro gobierno.
De no obtener la mayoría calificada, considero que actuarían de manera similar a como actuaron en contra de Guatemala en 1954 en la X Conferencia Interamericana de Caracas, un evento muy parecido por cierto a la VIII Cumbre, intentando aprobar oficialmente cualquier tipo de condena al gobierno revolucionario por su supuesta responsabilidad en la “crisis humanitaria” que estaríamos padeciendo y que tanto impactaría a los países vecinos, pero actuando soterradamente para lograr al menos la complicidad pasiva en el apoyo a una invasión desde la vecina Colombia, que se llevaría a cabo por paramilitares colombianos y efectivos del ejército gringo comandados “formalmente” por un general venezolano disidente, de la misma ralea que el general Miguel Eduardo Rodríguez Torres, agente de la CIA, que estando actualmente detenido e imputado por conspiración, podría muy bien ser sustituido por el general Cliver Alcalá, acérrimo detractor de la revolución bolivariana desde que dejó el gobierno, promocionado hasta el cansancio por la contrarrevolucionaria “Marea Socialista”, por medio de su leído portal www.aporrea.org.
En apoyo de esta hipótesis podríamos señalar la presencia desde ya y por 18 días, de más de 500 efectivos militares gringos en el Perú, cuando lo acostumbrado es que el presidente de los Estados Unidos sea custodiado por personal de su servicio secreto en sus viajes al exterior; presencia que fue aprobada por la comisión de defensa del congreso peruano y que consiste en 114 integrantes del ejército y 454 efectivos de la fuerza aérea gringa, con todo su armamento y equipo militar correspondiente incluyendo dos helicópteros, según precisa un comunicado oficial al respecto (10); siendo oportuno y necesario señalar que ya se encuentran en Panamá otros 415 miembros de la fuerza aérea gringa, autorizados para portar armas y gozando de privilegios diplomáticos, en el marco de las maniobras conjuntas “Nuevos Horizontes”. Resultando evidente que tales contingentes, junto a los acantonados permanentemente en las bases de Colombia, podrían conformar el componente gringo de la invasión, sin tener que hacer movilizaciones desde el norte cuyos movimientos serían más fáciles de prever y de detectar.

Decimos para finalizar, que el llamado de alerta implícito en estas notas es sólo para recordar que guerra avisada también mata soldados.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(3)    Laureano Vallenilla Lanz, “Escrito de Memoria”, Lang Grandemanage S. A., Paris, Página 417.
(6)    Simón Sáez Mérida, “La cara oculta de Rómulo Betancourt: El proyecto invasor de Venezuela por tropas norteamericanas”, Fondo Editorial Al Margen, página 292.
celippor@gmail.com
Caracas, abril 08 de 2018

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