2017:
un año de terribles ataques pero de clamorosas victorias de la revolución bolivariana
Carlos
E. Lippo
A
juicio nuestro el 2017, próximo ya a terminar, ha sido un año de fuertes
contrastes en lo que respecta a Venezuela y a la revolución bolivariana. Un año
en el cual la contrarrevolución venezolana, agrupada en torno a la llamada Mesa
de la Unidad Democrática (MUD), un engendro pitiyanqui que nunca ha sido una instancia
válida para celebrar acuerdos políticos ni jamás ha sido democrática, aunque
siempre ha estado tutelada y financiada por el imperio, estuvo muy cerca de
generar una cruenta guerra civil entre nosotros, que le hubiese servido de
excusa para intervenirnos militarmente.
En
efecto, desde los inicios del mes de abril y hasta el 30 de julio inclusive,
fecha en la cual tuvo lugar la elección
de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la
contrarrevolución toda protagonizó una serie de actos terroristas, apoyada
descaradamente por la canalla mediática internacional y fuertemente acicateada
por la actitud cómplice y alcahueta de la Fiscal General de la República, Luisa
Ortega Díaz, actualmente fugitiva de la justicia venezolana, que al mismo
tiempo que se abstenía de imputar cualquier tipo de delito aun a los terroristas apresados en flagrancia por
las fuerzas del orden público, hacía una auténtica apología del crimen con
frases como ésta: “No se le puede pedir
comportamiento pacífico a ciudadanos cuando el Estado toma acciones ilegales”
(1), contenidas en unas
declaraciones dadas al diario The Wall Street Journal el 03 de mayo de 2017.
Considero
innecesario repetir la larga lista de crímenes cometidos por los activistas de
la contra, la inmensa mayoría de ellos mercenarios, durante esos casi 120 días
de terror. Mencionaré sólo el que nueve compatriotas fueron quemados vivos,
falleciendo cinco de ellos (2),
así como que fueron atacados centros de salud y centros educativos con gran presencia
de niños, todo ello en medio del silencio cómplice de la dirigencia opositora,
de la academia, de la alta jerarquía católica y por supuesto de la canalla
mediática nacional e internacional que presentaba a los autores materiales de
esta auténtica orgía de sangre como “héroes
luchadores por la libertad”.
Si
el pueblo y el gobierno revolucionario hubiésemos respondido a esta brutal
agresión con el mismo grado de violencia, como debo confesar que estuve tentado
a proponer en algunos de los momentos más álgidos, es indudable que hubiésemos provocado
la intervención armada del imperio y sus aliados en defensa de estos “luchadores por la libertad”, generando
un conflicto de alcance regional y presumiblemente también global.
Haber
reducido a estos alabarderos del imperio mediante la acción decidida y en
algunos casos verdaderamente heroica del pueblo revolucionario, que en número
superior a los ocho millones (41,53 %) desafiamos a los violentos para concurrir
a elegir a nuestros candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente y con ello lograr
instaurar la paz a todo lo largo y ancho del territorio nacional constituye sin
duda alguna la victoria revolucionaria más importante del año.
Simultáneamente
con esta brutal agresión el imperio siguió desarrollando la guerra económica,
que ha continuado intensificando hasta haber logrado darle unas magnitudes de
vértigo en nuestros días. El arma principal de esta guerra es una tasa de
cambio ilegal difundida diariamente por el portal web llamado “DolarToday”, que ha logrado imponerse
como marcador de todos los precios en el seno de nuestra economía al haber creado
una demencial avidez por la divisa norteamericana; “el único dólar caro es el que no compras hoy”, es el histérico
grito de guerra de nuestros comerciantes inescrupulosos, mientras suben a cada
hora y con extrema impudicia el precio de todos los productos que comercializan.
El hecho de que la tasa de cambio ilegal haya subido desde 3.200 Bs.xUSD
(02/01/2017) hasta 102.276,63 Bs.xUSD al día de hoy, sin ninguna razón
econométrica válida para ello, puede dar una idea cabal de por qué decimos que
la guerra económica ha adquirido unas dimensiones de vértigo.
El
propósito de esta guerra es generar una crisis de carácter humanitario en el
país, que al serle atribuida a errores y deficiencias del gobierno
revolucionario generase una insurrección popular contra éste, a la vez que serviría
para “justificar” una eventual intervención militar del imperio.
En
torno a esa pretendida crisis humanitaria, Alfred de Zayas, un experto de la
ONU ha declarado lo siguiente en una reciente visita al país: “Coincido con la FAO y Cepal que no
existe tal crisis humanitaria en Venezuela, aunque en algunos sectores hay
escasez, desabastecimiento, demoras en la distribución, etc. Lo que es
importante es conocer las causas y tomar medidas contra el contrabando,
monopolios, acaparamiento, corrupción, manipulación de la moneda y
dislocaciones de la economía por una guerra económica y financiera que incluye
sanciones y presiones…” (3) ¡Más claro imposible!
El
gobierno revolucionario con medidas tales como: la regularización del suministro
de insumos alimenticios y alimentos terminados a los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP); el decreto de cuatro aumentos generales de
salarios (08/01, 01/05, 02/07 y 01/11); y el mantenimiento del impulso de las
grandes misiones sociales en materia de vivienda, educación y salud; y apoyado
en la sabia y estoica actitud del pueblo, ha logrado ir paliando una
problemática cuya solución definitiva requiere de medidas estructurales
aplicadas a nuestra economía, obviamente de efectos no inmediatos.
Combatir
la tasa de cambio ilegal mediante la aprobación de medidas como la propuesta
por Pasqualina Curcio, de exigir a las transnacionales que operan en el país
que al reportar a sus casas matrices sus ganancias en bolívares deban
convertirlas según esa misma tasa ilegal (4),
así como la propuesta por Fernando Travieso, de establecer un nuevo impuesto a
las transnacionales petroleras que operan en la Faja del Orinoco, indexado al
aumento de esa tasa ilegal, con base en un aumento al 40 % del Factor de Recobro
de la Faja (5), debe ser tarea inaplazable
de la Asamblea Nacional Constituyente.
En
todo caso, considero que el no haber sucumbido ante tan despiadada guerra
representa para todos nosotros una nada desestimable victoria moral.
Las
duras sanciones de carácter financiero impuestas por el imperio y la UE durante
el segundo semestre del año, aunadas a acciones ilegales de la empresa
Euroclear amparadas en una interpretación amañada del alcance de dichas
sanciones, han hecho realidad la profecía auto realizada de Wall Street, de
hacer caer al estado venezolano en situación de impagos (default) de su deuda
financiera. La situación real es que aunque nuestro país ha visto reducidos sus
ingresos en dólares por efecto de las sanciones, tiene bloqueados en la
actualidad más de 3.000 millones de dólares en el sistema financiero mundial (6),
cantidad más que suficiente para haber pagado los cupones de los bonos
Soberanos y de PDVSA que se encuentran en el período de gracia o ya lo han
rebasado. En la actualidad el gobierno revolucionario está negociando con sus
acreedores una reestructuración de la deuda financiera; ha obtenido un
refinanciamiento de su deuda no financiera con Rusia y ha recibido el apoyo del
gobierno chino que ha señalado enfáticamente que confía en que Venezuela podrá
honrar la totalidad de su deuda financiera (8).
Tales
medidas, junto a la decisión de salir de la órbita del Petrodólar, vendiendo
nuestro petróleo en divisas distintas de la estadounidense (Euros, Yuanes y
Rupias), así como la de lanzar una criptomoneda que habrá de llamarse el Petro,
con respaldo en oro, al diversificar ampliamente nuestros medios internacionales
de pago, habrán de servir para atenuar en forma significativa los efectos del
ilegal bloqueo financiero impuesto por el imperio y sus aliados.
Si
tomamos en consideración que el imperio a buen seguro contaba con “ponernos de
rodillas” a partir de la imposición de este auténtico bloqueo financiero, entonces
tenemos que convenir en que al menos nos estamos anotando una victoria parcial
en relación a este aspecto.
El
2017 ha sido también un año pródigo en amenazas de intervención militar por
parte del imperio, que se inició con la prórroga por un año más de la Orden
Ejecutiva de Obama que nos declara como una amenaza inusual y extraordinaria para
la seguridad de los Estados Unidos, por parte del mismo Obama, pocos días antes
de entregar el gobierno a Trump; amenaza que fue proferida luego por varios
funcionarios del más alto nivel, hasta culminar con la del propio Donald Trump,
proferida en el mes de agosto, de manera clara y directa, y refrendada de
manera implícita en su intervención ante la Asamblea General de la ONU en el
mes de septiembre, en la que calificó al gobierno revolucionario de “inaceptable dictadura socialista”, como
paso previo a señalar seguidamente que su país “…está preparado para tomar nuevas acciones” si Venezuela persiste
en imponer “su gobierno autoritario”.
Amenazas
del imperio son también los ejercicios militares conjuntos realizados en territorio
americano en combinación con fuerzas de la OTAN y las de países de la región
cuyos gobiernos actuales son fuertes detractores del nuestro, de los cuales se
realizaron al menos siete a partir del mes de junio, dos de ellos (“Vientos Alisios 2017” y “América Unida”),
en localizaciones extremadamente cercanas a nuestras fronteras marítimas y
terrestres (8).
El
hecho es que el efecto de tales amenazas ha sido totalmente contrario al
esperado por el imperio, al haber servido sólo para elevar el grado de
conciencia de nuestro pueblo, ahora más antiimperialista que nunca, y para potenciar
aún más la unión cívico-militar bolivariana puesta en evidencia por los “Ejercicios Militares Zamora-200” (9), celebrados
en el mes de enero ¡Una auténtica victoria de la revolución bolivariana!
En
el ámbito diplomático también recibimos fuertes ataques del imperio. Frescos aún
están sus patéticos intentos en la OEA por crear una fuerza militar invasora de
carácter multiestatal; en esa tarea se quedaron casi completamente aislados,
acompañados sólo de los doce gobiernos más entreguistas de la región. Más patéticos
aún han sido aún los esfuerzos frustrados de su representante en el Consejo de
Seguridad de la ONU, por hacer que se discuta el “caso Venezuela” y lograr una resolución condenatoria de ese alto
organismo. Imagino que al menos debió ser igualmente frustrante para el
imperio, la aplastante votación en contra de su propuesta condenatoria en el
Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, así como el hecho de que
aprobásemos nuestro segundo Examen Periódico Universal (EPU), con mejores
calificaciones que él ¡Una Victoria en toda la línea!
Sin
embargo, ha sido el ámbito político electoral el escenario de nuestras más
clamorosas victorias durante este 2017, al haber logrado derrotar ampliamente a
la contrarrevolución en tres procesos electorales, con unos niveles de
participación que ya desearían tener para sus comicios presidenciales el
imperio y todos sus aliados, en sólo 133 días: elección de constituyentes, el 30
de julio; elecciones de gobernadores de estado el 15 de octubre, en las que
obtuvimos el 80 % de los cargos en disputa; y elecciones de alcaldes, el pasado 10 de diciembre,
en las que obtuvimos casi el 92 % de los cargos en disputa en un proceso en el
cual la MUD, desobedeciendo las órdenes del imperio, participó, mayoritariamente
de manera encubierta, al mismo tiempo que una parte de ella promovía la
abstención, siendo derrotada por una participación que superó el 47 %, una de
las mayores de la historia para este tipo de comicios en el país. La obtención
de tan formidables resultados en tan poco tiempo es absolutamente congruente
con el hecho cierto de que mientras la MUD ha hecho implosión a consecuencia de
las importantes contradicciones existentes entre los partidos que la conforman,
derivadas de las apetencias personales de sus dirigentes, el chavismo ha
logrado recomponerse totalmente desde aquella infausta derrota de diciembre de
2015.
Si
nuestro esfuerzo por construir el socialismo en la patria de Bolívar y Chávez chocase
sólo contra esta ineficaz oposición podríamos considerar que hemos hecho gran
parte de la tarea; sin embargo sabemos que no es así, ya que nuestro verdadero contendor
es el capitalismo internacional personificado por el imperio estadounidense y
toda su cohorte de aliados internacionales de distinto pelaje.
Resulta
evidente pues que los ataques del imperio habrán de intensificarse en el 2018,
con el objetivo central de forzar un resultado favorable a sus alabarderos en
las próximas elecciones presidenciales, para las cuales el Presidente Maduro,
en caso de lograr mantener el ritmo ascendente de su popularidad, sería imbatible.
No es ocioso recordar que un reciente sondeo realizado por una empresa
encuestadora reconocidamente opositora muestra que la imagen positiva del camarada
Maduro continuaba su tendencia ascendente, ubicándose a finales de noviembre en
un nada desestimable 31,1 %, extremadamente por encima de cualquiera de los
actuales aspirantes a sucederle (10).
Para
finalizar debo decir que tengo la más absoluta convicción de que el venidero año
2018 será aún más pródigo que el actual en ataques del imperio y en prueba de
ello pasaré a citar los siguientes hechos de muy reciente ocurrencia:
·
La aprobación por parte de
la cámara de representantes del congreso del imperio, de un proyecto de ley con
base en el cual se pretende enviar comida y medicamentos a Venezuela, sin
autorización de nuestro gobierno, intentando violentar de esta forma la
soberanía y el marco legal del país (11),
ocurrida en una sesión en la cual también se aprobó recomendar la aplicación de
nuevas sanciones.
·
El nombramiento del
reconocido halcón Todd D. Robinson, como encargado de negocios de la embajada
gringa en Venezuela, en el rol de máximo representante del imperio entre
nosotros (12).
·
La contratación directa por
parte del Departamento de Estado, de una millonaria asesoría cuyo propósito, a
decir de un director del ente contratado, sería proporcionar a la oposición las
herramientas necesarias para trabajar de forma más cohesiva como una coalición
unida; en pocas palabras, la constitución de una nueva MUD, supuestamente más eficaz
y eficiente que la ya fallecida.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
(8) http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/11/04/venezuela-en-la-mira-de-la-operacion-america-unida/
(12) https://venepress.com/article/Quien_es_Todd_Robinson_Nuevo_enviado_de_Trump_a_Venezuela1512830266713
Caracas, diciembre 14
de 2017
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