Desde
Venezuela estamos disparando un poderoso misil contra el sistema financiero del
imperio
Carlos
E. Lippo
El
pasado 15 de agosto se cumplieron 46 años de la fecha en la cual aquel
presidente gringo felón de nombre Richard Nixon señalase, en un discurso
pronunciado en cadena nacional de televisión, que había ordenado suspender “temporalmente” la convertibilidad del
dólar en oro u otros activos de reserva (1).
Como se recordará este personajillo que es el mismo que se vio obligado a dimitir
poco antes de la mitad de su segundo período para evitar un juicio político que
a todas luces le resultaría adverso, era conocido desde los tiempos de su
campaña electoral para el senado, con el despectivo y descriptivo apodo de “Tricky Dick”, que podría traducirse, de una manera muy libre, como “Richarcito el tramposo”.
Difícil
es saber si Nixon realmente creía en el carácter temporal que dijo que tendría la
medida, pero sobre lo que no puede existir duda alguna es que estaba mintiendo impúdicamente
al decir que la causa que la había motivado era un supuesto ataque especulativo
del que estaba siendo objeto ese signo monetario, ya que como presidente tenía
que saber que la razón para estar violando los acuerdos de Breton Woods,
firmados en 1944, que establecían que por cada 35 dólares emitidos los EE.UU.
tenían que tener 1 onza de oro como respaldo, era que las bóvedas de Fort Knox estaban a niveles más que críticos
en virtud de los enormes gastos generados por las fallidas guerras de Corea
(1950-53) y de Vietnam, esta última devenida en una aplastante derrota militar,
política, económica, social, ética y moral para el imperio, que habiendo sido iniciada
en 1955 estuvo vigente hasta 1975.
No
obstante, no le faltaba razón a Nixon cuando decía en apoyo de la decisión, de manera
muy petulante, que: “La fuerza de la
moneda de una nación se basa en la fortaleza de la economía de ese país y la
economía de Estados Unidos es de lejos la más fuerte en el mundo”. Hoy, a
46 años de distancia, podemos decir que era la más fuerte, ya que a partir de
este año sin duda alguna será superada por la de esa gran nación que es la
República Popular China.
Ahora
bien, no contentos con continuar teniendo la moneda de reserva mundial, sin
tener que respaldarla con oro físico en sus bóvedas, Nixon y Henry Kissinger,
el mismo dúo terrible que no tuvo el más mínimo empacho en destruir la economía
de Chile antes de derrocar a Allende en 1973,
lograron firmar un tratado con Arabia Saudita, a cambio de venderle
armas y protección militar contra sus vecinos, según el cual este país que era,
como aún sigue siendo, el mayor exportador de petróleo del mundo sólo vendería
su petróleo en dólares. Posteriormente en 1975, por razones de desconfianza
hacia los otros miembros, todos las naciones integrantes de la organización de
países exportadores de petróleo (OPEP), de la cual formamos parte en calidad de
miembro fundador, que a la sazón contaban con más del 81% de las reservas
mundiales de petróleo, decidieron suscribir el mismo pacto, con lo que quedó
conformado el sistema petrodólar (2). Sistema absurdo y aberrante que fuerza a todos
los países del planeta a vender y comprar todo su petróleo en dólares, creando
una demanda internacional artificial por el dinero de los Estado Unidos.
Lo
anterior significa que el valor del dólar es básicamente artificial pues no
está basado en una materia prima, como el oro, sino en su propia demanda. De
manera que el sistema del petrodólar es la única razón por la que el dólar aún
tiene valor como dinero y también es la única razón que mantiene al dólar como
la moneda de reserva mundial y como la más usada en las transacciones
internacionales, hecho incontrovertible, puesto que durante el año 2016 y según
cifras del Banco de Pagos Internacionales (BPI), estuvo presente en casi el 44
% de las transacciones, muy por encima del euro que registró casi un 16 % de
participación y bastante lejos del yuan, que ocupando el octavo puesto a nivel
mundial, sólo tuvo participación en un 2 % de las transacciones (3).
Resulta
evidente que un sistema tan inicuo, que otorga a los Estados Unidos tan
exorbitantes privilegios sólo ha podido haber perdurado durante tanto tiempo, gracias
a su monumental caradurismo, que le permite exigir a otros el cumplimiento de
obligaciones y tratados que ellos mismos no cumplen y al chantaje y las
amenazas que ejercen sobre buena parte de las naciones del paneta con base en
su extraordinaria capacidad militar.
Para
entrar en materia después de esta larga introducción considero necesario
comenzar diciendo que es prevalido de este inmenso poder financiero así como de
su poder militar con el cual el mismo Trump nos ha amenazado de manera
explícita, que el gobierno del imperio en cabeza de su presidente, empeñado
como está en acabar con la revolución bolivariana para poder ponerle la mano a
nuestros ingentes recursos naturales, ha emitido el pasado 25 de agosto una
orden ejecutiva (4)
contentiva de una serie de sanciones de carácter financiero que en opinión de
Peter Koening (5), economista y
analista geopolítico de origen estadounidense, ex funcionario del Banco
Mundial, son las más amplias sanciones económicas de la historia, son representativas
de una guerra financiera directa que prácticamente paralizaría a Venezuela y
constituyen además un crimen de guerra, ya que ponen en peligro y amenazan las
vidas del pueblo venezolano.
Aunque
de una manera general y ambigua las sanciones aprobadas sólo pretenden bloquear
el acceso del estado venezolano y la empresa estatal PDVSA a nuevas fuentes de
financiamiento en dólares; bloquear todas las operaciones con dos títulos
valores (bonos) emitidos legalmente por PDVSA; e impedir la percepción de los
dividendos resultantes de las operaciones de su filial CITGO en territorio
estadounidense, en la práctica se trata, con arreglo al sistema monetario
occidental que hemos descrito al comienzo del artículo, de excluir a Venezuela
de toda transacción financiera internacional así como de un bloqueo bancario total contra PDVSA, imposibilitando
las transacciones directas de hidrocarburos.
Nos
atrevemos a decir sin temor de equivocarnos que si el gobierno del imperio no
ha aprobado aún la prohibición de que sus empresas refinadoras adquieran crudos
de PDVSA es porque la sustitución de los mismos por otros similares de distinta
procedencia elevaría considerablemente el precio de los combustibles en sus
respectivas zonas de influencia y porque un cambio de los patrones de
refinación para adaptarlas a otros tipos de crudos llevaría tiempo a la vez que
también incrementaría los precios a nivel de consumidor, cosa que la han hecho
saber a Trump los directivos de tales empresas.
El
hecho anterior es reconocido explícita y vergonzantemente por el gobierno
imperial en aquella parte del texto de la malhadada orden ejecutiva que señala
textualmente que: “… para mitigar el
daño al pueblo estadounidense y venezolano, el Departamento del Tesoro está
emitiendo licencias generales que permiten transacciones que de otro modo
estarían prohibidas por la Orden Ejecutiva...”, porque ¿Qué carajos podría importarle el
pueblo venezolano al gobierno del imperio?
A
juicio nuestro debe haberle causado una gran sorpresa al gobierno imperial el
que el gobierno revolucionario no haya salido corriendo a pedirle perdón y a
lamerle las botas, a partir de las sanciones. Se siguen equivocando porque no
nos conocen ni hacen el más mínimo intento por conocernos.
Sin
dejar de reconocer el enorme impacto adverso que tales sanciones habrán de
generar sobre nuestra economía, nuestro gobierno decretó el pasado día 7 un
conjunto de medidas de carácter económico-financiero entre las cuales destaca
la salida del sistema petrodólar; en palabras del propio presidente Maduro: “Venezuela va a implementar un nuevo sistema
de pago internacional y va crear una canasta de monedas para liberarnos del
dólar y con las monedas de libre convertimiento como el yuan (moneda de China),
el euro, el yen (moneda de Japón), la rupia (moneda de India) y las monedas
internacionales para liberar de las garras del dólar como moneda opresora” (6);
complementando luego el planteamiento con las siguientes palabras: “… tenemos que traer un nuevo sistema de
pagos internacional, eso es inmediato, una orden, que ya se empiece a
implementar a todo nivel. Estamos en otro mundo y estoy seguro que esta
decisión que he tomado abrirá los caminos de un nuevo sistema monetario y
financiero internacional que nos libere del chantaje del dólar”. ¡Este es el poderoso misil al que alude el
título de estas notas!
En
clara demostración de que la Venezuela revolucionaria no está sola en el mundo,
al día siguiente de haber decretado las medidas recibimos contundentes
manifestaciones de apoyo de nuestros aliados más poderosos: la Federación de
Rusia y la República Popular de China.
En
efecto, Rusia se ha ofrecido a ayudarnos a refinanciar nuestra deuda pública
contraída en dólares, como puede apreciarse de unas declaraciones ofrecidas a
la agencia EFE por su ministro de finanzas, Antón Siluánov (7),
cuyo contenido central reproducimos a continuación: “Los colegas de Venezuela solicitaron la reestructuración. Estamos
trabajando en este asunto tanto en el marco del Club de París como mediante
contactos bilaterales. Estoy seguro de que llegaremos a una decisión
satisfactoria para ambas partes con Venezuela”.
Sumamente
auspiciosa para nuestra decisión de salirnos del sistema petrodólar resulta el
hecho de que China ha divulgado días más tarde que se prepara para acordar un
contrato de futuros de crudo denominado en yuanes y convertible en oro de
manera inmediata en el mercado de Shanghái (8),
toda una auténtica bomba termonuclear que ha hecho preguntarse a dos agudos
analistas económicos de la talla de Max Keiser y Stacy Herbert, sí ¿Será
este el último clavo en el ataúd del dólar?
En
Venezuela todos los revolucionarios tenemos plena conciencia del inmenso riesgo
que estamos corriendo al haber disparado este misil, pues todavía están
presentes los escenarios de completa destrucción generados por el imperio en
Irak y Libia ante los solos anuncios de sus valientes líderes, Sadam Hussein y
Mohamad Gadaffi, de que pretenderían liberar a sus naciones de la tiranía
internacional del dólar. Lo que ocurre es que en nuestra patria en verdad hemos
decidido ser libres.
Para
finalizar debo decir que mientras tanto disfrutamos de la inmensa dicha de
tener ya casi una semana sin escuchar las estridentes amenazas y declaraciones
injerencistas de los funcionarios del gobierno gringo, sumamente locuaces y
petulantes cuando de atacar a Venezuela se trata; sin embargo, estamos
plenamente conscientes de que no podemos bajar la guardia ni por un instante, puesto
que es evidente que después de este silencio habrá de venir la más fuerte tempestad.
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
(3) https://es.statista.com/estadisticas/607496/divisas-mas-utilizadas-en-transacciones-a-nivel-mundial/
celippor@gmail.com
Caracas, septiembre 13
de 2017
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