Venezuela, un país acusado de estar
inmerso en una crisis humanitaria pero que sigue acogiendo a refugiados de todo
el planeta
Carlos E. Lippo
"En Venezuela (los
refugiados) tienen la oportunidad de tener una tierra que pueden trabajar y
obtener un ingreso familiar,
cosa que en los países de
donde provienen es muy difícil"
Madeleine Labbiento Noda, Oficial
de Información Pública de Acnur en Venezuela, en julio de 2017
Venezuela
ha sido desde siempre un país de puertas abiertas para los migrantes procedentes
de todos los rincones del planeta; como venezolano por nacimiento, nieto de inmigrantes
procedentes del sur de Italia y de las Islas Canarias llegados a nuestro
territorio en la última década del siglo XIX, soy junto con miles de mis
conciudadanos, un ejemplo claro de esa afirmación. Quiero decir además que
presumo que la situación económica por la que estaban atravesando mis ancestros
italianos antes de emigrar de la península era tan precaria que, teniendo la necesidad
de abandonar su país sin documentos de identidad, aquí debieron acreditar su
identidad mediante testigos, lo que demuestra además que no eran los primeros
en haber llegado. ¡No tengo duda alguna
de que este generoso país debió colmar sus expectativas de una nueva y mejor
vida!
Aquel
país de fines de siglo al que llegaron mis abuelos era un país casi rural,
cuyos principales productos de exportación eran: café, cacao, tabaco, ganado
vacuno, cueros y caucho, de manera que el flujo migratorio hacia él era muy bajo
y se mantuvo así hasta los albores de la explotación petrolera a comienzos de
la década de 1920. La explotación petrolera generó un cambio en el
comportamiento demográfico de la población, tanto interna como externa, ya que
las empresas extranjeras que se establecieron para tal fin impulsaron la
movilidad interior, del campo a las ciudades, así como la inmigración desde el
exterior.
Entre
1948 y 1961, Venezuela tuvo una experiencia de inmigración masiva cuando
614.425 (1) extranjeros residentes
recibieron cédula de identidad por primera vez; pero si se agrega a esta cifra
los indocumentados que no la tenían y los niños que no la necesitaban, se podría
afirmar que la inmigración durante este periodo debió haber alcanzado al menos la
cifra de 800.000 personas, que representaba el 6,22 % de la población total. Siendo
oportuno señalar que el 78 % del total de la población inmigrante registrada
estaba conformada por españoles, italianos y portugueses en ese mismo orden.11,5
A
partir del boom petrolero de los años 70 llegaron a tierras venezolanas una
cantidad significativa de migrantes de Suramérica y el Caribe: chilenos,
argentinos y uruguayos, casi todos ellos de alto nivel académico, tras la
implantación de dictaduras militares en sus países; así como también peruanos, ecuatorianos,
dominicanos y colombianos en busca de oportunidades de trabajo ya que en sus
países apretaba la situación económica. Este flujo migratorio fue de tales
dimensiones, que según la investigadora Raquel Álvarez de Flores (2),
para 1977, cuando Venezuela contaba con 13 millones de habitantes, un 10% de
ellos eran extranjeros con cédula y residencia legal dentro del país.
A
partir de mediados de la década de 1980, a causa del impacto de una severa
contracción económica generada por la primera gran devaluación de la moneda y
la caída abrupta de los precios del petróleo, se inicia el regreso de los
inmigrantes procedentes del cono sur, estimulado además por “el lento regreso a la democracia” en
sus países de origen; sin embargo, el flujo de migrantes procedentes de Ecuador,
Perú, República Dominicana y principalmente Colombia, lejos de disminuir
continuó aumentando.
Una
demostración de ello es que la cantidad de migrantes procedentes de Colombia
fue estimada por el Presidente Maduro a comienzos de 2015 en un pocos más de 5
millones de personas (3), de
los cuales unos 800.000 habrían ingresado al país durante los últimos 9 años,
lo cual significaba un promedio aproximado de 7.400 inmigrantes por mes; pocos
días más tarde el camarada Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea
Nacional, precisaba un poco esta misma cifra total al decir que más de 5
millones 600 mil colombianos estaban residiendo en nuestro país (4).
En lo personal, tal como había venido señalando en artículos anteriores, con
base en declaraciones de funcionarios consulares y políticos colombianos,
consideraba que habían migrado a Venezuela más de 7 millones y medio de
colombianos, cifra que se acercaba a una señalada por El Defensor del Pueblo de
la época, al decir que: “Venezuela es el
país, según UNASUR, que mayor acogida le ha dado a ciudadanos colombianos,
puesto que cerca de 10 millones de colombianos tienen acceso a la vivienda, alimentación y viven en
condiciones iguales a los venezolanos” (5).
Considero
que unas cifras aportadas a mediados de este 2018 por ese terrible y gratuito
enemigo de la Revolución Bolivariana que es el expresidente colombiano Andrés
Pastrana Arango, habrían de servir para
fijar un límite inferior a las cifras antes presentadas; decía Pastrana
Arango: “En Venezuela hay de 4 a 5 millones de colombianos. Si solamente se
desplazan esos colombianos de nuevo a nuestro país, ya tenemos una tragedia
como la que estamos viviendo” (6).
¡Imposible
mayor “caradurismo”, que el de este “cachaco de uña en el rabo”!
Siendo
oportuno y necesario señalar que aun dando por buena una cifra de alrededor de
5 millones de ciudadanos colombianos residentes actualmente en Venezuela, la cual
representaría el 42 % de la cantidad total de migrantes colombianos en el mundo
y casi el 20 % de nuestra población total, ella representaría una carga
extremadamente onerosa para cualquier país de la región y mucho más para el
nuestro, en medio de las condiciones asfixia económica generadas por el bloqueo
económico-financiero del imperio.
Es
por ello que resultan cuando menos extremadamente ridículas unas plañideras
declaraciones recientes del presidente de Colombia, Iván Duque (7),
según las cuales: “Venezuela es un país
fronterizo que está teniendo una crisis humanitaria tremenda”, y “Colombia
está enfrentando una situación que es a todas luces no solamente
extraordinaria, sino retadora. Hemos recibido cerca de un millón de
migrantes en menos de dos años”. Para luego recalcar: “Se necesita una ayuda grande y decidida (…)
El esfuerzo va a tener que ser grande y de todos”. “Que la comunidad
internacional vea (…) la magnitud de esta crisis es importante y ojalá nos
pueda cooperar con recursos que sean significativos para enfrentar este reto”.
¡A
“cachaco” pa´ llorón, mentiroso y felón!
Aun
siendo cierta la cantidad de migrantes venezolanos que según este bellaco ha
ido a Colombia en los últimos dos años, se ha “olvidado” muy conveniente e irresponsablemente de decir que unos
200.000 de estos “migrantes” son
precisamente compatriotas suyos que venían haciendo vida en nuestro país, tal
como lo señala Boris Miranda (@ivanbor) corresponsal de la “insospechable” BBC News Mundo en Colombia (8).
Un
hecho sumamente relevante, relacionado con el anterior, es uno que destaca Juan
Carlos Tanus, director de la asociación “Colombianos
en Venezuela” al señalar que: “… a pesar de que una población considerable de
venezolanos esté pensando en seguir migrando al territorio colombiano o
utilizándolo como puente para llegar a otros escenarios, más colombianos van a
seguir viniendo al territorio venezolano”; y ello a pesar de la
implementación de los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y las
desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y también a
pesar de la crisis económica, política y social por la que está atravesando
Venezuela (9).
Para
abordar el tema central de esta nota debo comenzar por señalar: que según el
estatuto de refugiados de la ONU, un refugiado es una persona que se ha
visto obligada a abandonar el país del
que es originaria o en el que ha residido habitualmente debido a un temor
fundamentado de persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad,
pertenencia a un grupo social u opiniones políticas, que además no puede o no
quiere reclamar la protección de su país para poder volver; y que la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 69, reconoce y
garantiza el derecho de asilo y refugio.
En
desarrollo de este artículo fue promulgada la Ley Orgánica sobre Refugiados o
Refugiadas y Asilados o Asiladas, de fecha 3 de octubre de 2001, así como su Reglamento
del 4 de julio de 2003; instrumentos legales que establecen las cláusulas de
inclusión, cesación y exclusión de la condición de refugiado en Venezuela.
En
nuestro país la determinación de la condición de refugiado la realiza el Estado
venezolano a través de la Comisión Nacional de Refugiados (CONARE), entidad
pluri-ministerial adscrita al ministerio de exteriores y las instancias
regionales creadas por la ley, llamadas Secretarías Técnicas Regionales (STR). Las
solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado pueden ser sometidas
ante la CONARE y sus secretarias o ante las oficinas de ACNUR (Agencia
Especializada de la ONU para los Refugiados, con oficinas en el país desde
1991), pero la evaluación y decisión de los casos es competencia exclusiva de
la CONARE.
Con
arreglo a una información divulgada por ACNUR-Venezuela en julio de 2017 (10),
para esa fecha existían en el país unas 172.957 personas de interés, es decir,
refugiados ya reconocidos o solicitantes de refugio, y de esa cifra un 99 %
eran desplazados colombianos. La misma información señalaba además que los
refugiados colombianos llegaban a Venezuela huyendo del conflicto armado en
Colombia, muchos de ellos escapando de amenazas y persecuciones por parte de grupos
armados irregulares, entiéndase paramilitares.
En
la misma oportunidad Madeleine Labbiento Noda, Oficial de Información Pública
de Acnur en Venezuela, ya citada al inicio de esta nota, señalaba que: "Una gran mayoría de los refugiados
eran agricultores, terratenientes y tenían haciendas pero el gran motivo del
desplazamiento es la violencia en su país de origen". Y es que muchas de
las personas de interés afirmaron sentir temor a ser perseguidos por presuntos
grupos armados ilegales que pretendían ingresar a la zona luego de la desmovilización
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC -
EP).
Sin
embargo a mediados de este año, Juan Carlos Tanus, Director de la Asociación de
Colombianos en Venezuela señalaba, que eran 300.000 los colombianos que se han
visto obligados a desplazarse hasta territorio venezolano, sin haber solicitado
aún la condición legal de refugiados (11).
A ese respecto decía el mismo Tanus que: “El
refugiado de facto se mantiene en esa condición porque no necesita declararse
como perseguido para beneficiarse de las políticas públicas del Estado (…) En Colombia un venezolano no es atendido en
el sistema de salud si no tiene la prerrogativa, en Venezuela no”; a
pesar de ello exhortaba a sus connacionales a normalizar su situación.
Otro
aspecto clave a resaltar de estas declaraciones de Tanus es que de acuerdo con
la información que maneja la asociación, la mayoría de los colombianos
perseguidos por el conflicto que están llegando a Venezuela, primero han hecho
un desplazamiento interno del campo a la ciudad. Allí no consiguen empleo y
deciden cruzar la frontera.
Lo
que está claro, independientemente de la mayor o menor cantidad de ciudadanos
colombianos que han venido a refugiarse en nuestro país, es que todos son
acogidos con el respeto debido, dándoseles acceso a los mismos beneficios
sociales de los que disfrutamos los venezolanos, y ello sin recibir
colaboración alguna de su gobierno y sin solicitar la cooperación de los
organismos internacionales y de los “amigos
de la comunidad internacional”,
como si lo hacen a cada rato las autoridades colombianas, tal como lo hemos
reseñado en notas anteriores y en párrafos anteriores de esta misma nota, en
relación a los presuntos migrantes venezolanos, no refugiados, que dicen estar
recibiendo.
Antes
de concluir debo decir que el hecho que me ha motivado a escribir esta nota es
que hace apenas una semana, el 08 de noviembre, en el marco de la conmemoración
de los 15 años de la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), se realizó
un acto oficial en el cual se otorgaron 35 reconocimientos a la condición de
refugiados y refugiadas, a 28 ciudadanos colombianos, 6 sirios y 1 saharaui, en el desarrollo del cual una ciudadana
colombiana de nombre Zenaida Uzaquen, expresó su agradecimiento hacia el país con
estas emocionadas palabras (12): “Gracias por todo lo que hacen por cada
extranjero, cada hermano de nosotros. Les digo a los venezolanos que valoren el
país tan hermoso que tienen, no me quiero ir, yo amo Venezuela, porque en
Colombia muchos nos dieron la espalda, mi esposo y yo tuvimos que salir
corriendo. Pero aquí hay mucha paz, cuando llegué de Colombia no podía dormir,
tenía pesadillas con las bombas, despertaba dando gracias Dios por estar en
Venezuela, aquí los venezolanos nos tendieron esa mano amiga”.
Qué
país tan paradójico el nuestro, que a pesar de las innegables penalidades
materiales que nos ha generado el bloqueo
económico-financiero-diplomático-político que nos ha impuesto el imperio, no
sólo es que no se ha sumido en la crisis humanitaria que éste quisiera, sino
que es reconocido como refugio confiable y seguro por no pocas personas
extranjeras así como por no pocos de los nacionales que atendiendo a los
estímulos artificiosos que les fueron aplicados han abandonado el país, pero
que sin embargo aguardan con ansias la oportunidad del pronto regreso, como ya
lo han hecho decenas de miles de compatriotas con el total apoyo del gobierno
revolucionario.
¡Hasta la Victoria, Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(12) http://barcelona.consulado.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=599%3A2018-11-08-09-54-26&catid=6%3Aconsulado-noticias&lang=es
Caracas,
noviembre 16 de 2018.
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