viernes, 16 de noviembre de 2018


Venezuela, un país acusado de estar inmerso en una crisis humanitaria pero que sigue acogiendo a refugiados de todo el planeta
Carlos E. Lippo

"En Venezuela (los refugiados) tienen la oportunidad de tener una tierra que pueden trabajar y obtener un ingreso familiar,
cosa que en los países de donde provienen es muy difícil"
Madeleine Labbiento Noda, Oficial de Información Pública de Acnur en Venezuela, en julio de 2017




Venezuela ha sido desde siempre un país de puertas abiertas para los migrantes procedentes de todos los rincones del planeta; como venezolano por nacimiento, nieto de inmigrantes procedentes del sur de Italia y de las Islas Canarias llegados a nuestro territorio en la última década del siglo XIX, soy junto con miles de mis conciudadanos, un ejemplo claro de esa afirmación. Quiero decir además que presumo que la situación económica por la que estaban atravesando mis ancestros italianos antes de emigrar de la península era tan precaria que, teniendo la necesidad de abandonar su país sin documentos de identidad, aquí debieron acreditar su identidad mediante testigos, lo que demuestra además que no eran los primeros en haber llegado. ¡No tengo duda alguna de que este generoso país debió colmar sus expectativas de una nueva y mejor vida!

Aquel país de fines de siglo al que llegaron mis abuelos era un país casi rural, cuyos principales productos de exportación eran: café, cacao, tabaco, ganado vacuno, cueros y caucho, de manera que el flujo migratorio hacia él era muy bajo y se mantuvo así hasta los albores de la explotación petrolera a comienzos de la década de 1920. La explotación petrolera generó un cambio en el comportamiento demográfico de la población, tanto interna como externa, ya que las empresas extranjeras que se establecieron para tal fin impulsaron la movilidad interior, del campo a las ciudades, así como la inmigración desde el exterior. 

Entre 1948 y 1961, Venezuela tuvo una experiencia de inmigración masiva cuando 614.425 (1) extranjeros residentes recibieron cédula de identidad por primera vez; pero si se agrega a esta cifra los indocumentados que no la tenían y los niños que no la necesitaban, se podría afirmar que la inmigración durante este periodo debió haber alcanzado al menos la cifra de 800.000 personas, que representaba el 6,22 % de la población total. Siendo oportuno señalar que el 78 % del total de la población inmigrante registrada estaba conformada por españoles, italianos y portugueses en ese mismo orden.11,5

A partir del boom petrolero de los años 70 llegaron a tierras venezolanas una cantidad significativa de migrantes de Suramérica y el Caribe: chilenos, argentinos y uruguayos, casi todos ellos de alto nivel académico, tras la implantación de dictaduras militares en sus países;  así como también peruanos, ecuatorianos, dominicanos y colombianos en busca de oportunidades de trabajo ya que en sus países apretaba la situación económica. Este flujo migratorio fue de tales dimensiones, que según la investigadora Raquel Álvarez de Flores (2), para 1977, cuando Venezuela contaba con 13 millones de habitantes, un 10% de ellos eran extranjeros con cédula y residencia legal dentro del país.

A partir de mediados de la década de 1980, a causa del impacto de una severa contracción económica generada por la primera gran devaluación de la moneda y la caída abrupta de los precios del petróleo, se inicia el regreso de los inmigrantes procedentes del cono sur, estimulado además por “el lento regreso a la democracia” en sus países de origen; sin embargo, el flujo de migrantes procedentes de Ecuador, Perú, República Dominicana y principalmente Colombia, lejos de disminuir continuó aumentando.

Una demostración de ello es que la cantidad de migrantes procedentes de Colombia fue estimada por el Presidente Maduro a comienzos de 2015 en un pocos más de 5 millones de personas (3), de los cuales unos 800.000 habrían ingresado al país durante los últimos 9 años, lo cual significaba un promedio aproximado de 7.400 inmigrantes por mes; pocos días más tarde el camarada Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea Nacional, precisaba un poco esta misma cifra total al decir que más de 5 millones 600 mil colombianos estaban residiendo en nuestro país (4). En lo personal, tal como había venido señalando en artículos anteriores, con base en declaraciones de funcionarios consulares y políticos colombianos, consideraba que habían migrado a Venezuela más de 7 millones y medio de colombianos, cifra que se acercaba a una señalada por El Defensor del Pueblo de la época, al decir que: “Venezuela es el país, según UNASUR, que mayor acogida le ha dado a ciudadanos colombianos, puesto que cerca de 10 millones de colombianos tienen acceso a la vivienda, alimentación y viven en condiciones iguales a los venezolanos” (5).

Considero que unas cifras aportadas a mediados de este 2018 por ese terrible y gratuito enemigo de la Revolución Bolivariana que es el expresidente colombiano Andrés Pastrana Arango, habrían de servir para  fijar un límite inferior a las cifras antes presentadas; decía Pastrana Arango: “En Venezuela hay de 4 a 5 millones de colombianos. Si solamente se desplazan esos colombianos de nuevo a nuestro país, ya tenemos una tragedia como la que estamos viviendo” (6). ¡Imposible mayor “caradurismo”, que el de este “cachaco de uña en el rabo”!
Siendo oportuno y necesario señalar que aun dando por buena una cifra de alrededor de 5 millones de ciudadanos colombianos residentes actualmente en Venezuela, la cual representaría el 42 % de la cantidad total de migrantes colombianos en el mundo y casi el 20 % de nuestra población total, ella representaría una carga extremadamente onerosa para cualquier país de la región y mucho más para el nuestro, en medio de las condiciones asfixia económica generadas por el bloqueo económico-financiero del imperio.

Es por ello que resultan cuando menos extremadamente ridículas unas plañideras declaraciones recientes del presidente de Colombia, Iván Duque (7), según las cuales: “Venezuela es un país fronterizo que está teniendo una crisis humanitaria tremenda”, y “Colombia está enfrentando una situación que es a todas luces no solamente extraordinaria, sino retadora. Hemos recibido cerca de un millón de migrantes en menos de dos años”. Para luego recalcar: “Se necesita una ayuda grande y decidida (…) El esfuerzo va a tener que ser grande y de todos”. “Que la comunidad internacional vea (…) la magnitud de esta crisis es importante y ojalá nos pueda cooperar con recursos que sean significativos para enfrentar este reto”. ¡A “cachaco” pa´ llorón, mentiroso y felón!

Aun siendo cierta la cantidad de migrantes venezolanos que según este bellaco ha ido a Colombia en los últimos dos años, se ha “olvidado” muy conveniente e irresponsablemente de decir que unos 200.000 de estos “migrantes” son precisamente compatriotas suyos que venían haciendo vida en nuestro país, tal como lo señala Boris Miranda (@ivanbor) corresponsal de la “insospechable” BBC News Mundo en Colombia (8).

Un hecho sumamente relevante, relacionado con el anterior, es uno que destaca Juan Carlos Tanus, director de la asociación “Colombianos en Venezuela” al señalar que: “… a pesar de que una población considerable de venezolanos esté pensando en seguir migrando al territorio colombiano o utilizándolo como puente para llegar a otros escenarios, más colombianos van a seguir viniendo al territorio venezolano”; y ello a pesar de la implementación de los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y también a pesar de la crisis económica, política y social por la que está atravesando Venezuela (9).

Para abordar el tema central de esta nota debo comenzar por señalar: que según el estatuto de refugiados de la ONU, un refugiado es una persona que se ha visto  obligada a abandonar el país del que es originaria o en el que ha residido habitualmente debido a un temor fundamentado de persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas, que además no puede o no quiere reclamar la protección de su país para poder volver; y que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 69, reconoce y garantiza el derecho de asilo y refugio.

En desarrollo de este artículo fue promulgada la Ley Orgánica sobre Refugiados o Refugiadas y Asilados o Asiladas, de fecha 3 de octubre de 2001, así como su Reglamento del 4 de julio de 2003; instrumentos legales que establecen las cláusulas de inclusión, cesación y exclusión de la condición de refugiado en Venezuela.

En nuestro país la determinación de la condición de refugiado la realiza el Estado venezolano a través de la Comisión Nacional de Refugiados (CONARE), entidad pluri-ministerial adscrita al ministerio de exteriores y las instancias regionales creadas por la ley, llamadas Secretarías Técnicas Regionales (STR). Las solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado pueden ser sometidas ante la CONARE y sus secretarias o ante las oficinas de ACNUR (Agencia Especializada de la ONU para los Refugiados, con oficinas en el país desde 1991), pero la evaluación y decisión de los casos es competencia exclusiva de la CONARE.

Con arreglo a una información divulgada por ACNUR-Venezuela en julio de 2017 (10), para esa fecha existían en el país unas 172.957 personas de interés, es decir, refugiados ya reconocidos o solicitantes de refugio, y de esa cifra un 99 % eran desplazados colombianos. La misma información señalaba además que los refugiados colombianos llegaban a Venezuela huyendo del conflicto armado en Colombia, muchos de ellos escapando de amenazas y persecuciones por parte de grupos armados irregulares, entiéndase paramilitares.
En la misma oportunidad Madeleine Labbiento Noda, Oficial de Información Pública de Acnur en Venezuela, ya citada al inicio de esta nota, señalaba que: "Una gran mayoría de los refugiados eran agricultores, terratenientes y tenían haciendas pero el gran motivo del desplazamiento es la violencia en su país de origen". Y es que muchas de las personas de interés afirmaron sentir temor a ser perseguidos por presuntos grupos armados ilegales que pretendían ingresar a la zona luego de la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC - EP).

Sin embargo a mediados de este año, Juan Carlos Tanus, Director de la Asociación de Colombianos en Venezuela señalaba, que eran 300.000 los colombianos que se han visto obligados a desplazarse hasta territorio venezolano, sin haber solicitado aún la condición legal de refugiados (11). A ese respecto decía el mismo Tanus que: “El refugiado de facto se mantiene en esa condición porque no necesita declararse como perseguido para beneficiarse de las políticas públicas del Estado (…) En Colombia un venezolano no es atendido en el sistema de salud si no tiene la prerrogativa, en Venezuela no”; a pesar de ello exhortaba a sus connacionales a normalizar su situación.

Otro aspecto clave a resaltar de estas declaraciones de Tanus es que de acuerdo con la información que maneja la asociación, la mayoría de los colombianos perseguidos por el conflicto que están llegando a Venezuela, primero han hecho un desplazamiento interno del campo a la ciudad. Allí no consiguen empleo y deciden cruzar la frontera.

Lo que está claro, independientemente de la mayor o menor cantidad de ciudadanos colombianos que han venido a refugiarse en nuestro país, es que todos son acogidos con el respeto debido, dándoseles acceso a los mismos beneficios sociales de los que disfrutamos los venezolanos, y ello sin recibir colaboración alguna de su gobierno y sin solicitar la cooperación de los organismos internacionales y de los “amigos de la comunidad internacional”, como si lo hacen a cada rato las autoridades colombianas, tal como lo hemos reseñado en notas anteriores y en párrafos anteriores de esta misma nota, en relación a los presuntos migrantes venezolanos, no refugiados, que dicen estar recibiendo.

Antes de concluir debo decir que el hecho que me ha motivado a escribir esta nota es que hace apenas una semana, el 08 de noviembre, en el marco de la conmemoración de los 15 años de la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), se realizó un acto oficial en el cual se otorgaron 35 reconocimientos a la condición de refugiados y refugiadas, a 28 ciudadanos colombianos, 6 sirios y 1 saharaui,  en el desarrollo del cual una ciudadana colombiana de nombre Zenaida Uzaquen, expresó su agradecimiento hacia el país con estas emocionadas palabras (12): “Gracias por todo lo que hacen por cada extranjero, cada hermano de nosotros. Les digo a los venezolanos que valoren el país tan hermoso que tienen, no me quiero ir, yo amo Venezuela, porque en Colombia muchos nos dieron la espalda, mi esposo y yo tuvimos que salir corriendo. Pero aquí hay mucha paz, cuando llegué de Colombia no podía dormir, tenía pesadillas con las bombas, despertaba dando gracias Dios por estar en Venezuela, aquí los venezolanos nos tendieron esa mano amiga”.

Qué país tan paradójico el nuestro, que a pesar de las innegables penalidades materiales que nos ha generado el bloqueo económico-financiero-diplomático-político que nos ha impuesto el imperio, no sólo es que no se ha sumido en la crisis humanitaria que éste quisiera, sino que es reconocido como refugio confiable y seguro por no pocas personas extranjeras así como por no pocos de los nacionales que atendiendo a los estímulos artificiosos que les fueron aplicados han abandonado el país, pero que sin embargo aguardan con ansias la oportunidad del pronto regreso, como ya lo han hecho decenas de miles de compatriotas con el total apoyo del gobierno revolucionario.
¡Hasta la Victoria, Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(12)  http://barcelona.consulado.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=599%3A2018-11-08-09-54-26&catid=6%3Aconsulado-noticias&lang=es
Caracas, noviembre 16 de 2018.

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