sábado, 10 de noviembre de 2018


Las verdaderas motivaciones del ataque paramilitar colombiano en el estado fronterizo de Amazonas
Carlos E. Lippo

"El delito transfronterizo cometido por delincuentes procedentes de Colombia es combatido y seguirá siendo combatido con fuerza por la FANB
y todos los organismos de seguridad del Estado venezolano hasta ser erradicados completamente bajo cualquier riesgo y ajustado a ley”
Almirante en Jefe Remigio Ceballos, Jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)  




A mediados del 2015 en un artículo titulado “¡Hay que arrancar de raíz el paramilitarismo, tanto el importado como el nacional!”, actualmente “desaparecido” de la Red, hasta de mi propia página Facebook, escribíamos: Desde los años setenta del siglo pasado, el estado forajido colombiano ha venido haciendo uso de grupos armados de carácter ilegal para combatir la insurgencia armada, sembrando además el terror en su base social, y para despojar a las masas campesinas de sus tierras ancestrales en beneficio de los grandes terratenientes. Es el caso de organizaciones delictivas que llegaron a convertirse en verdaderos ejércitos paramilitares, tales como: el MAS (“Muerte a los Secuestradores”), creado por los capos del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, Carlos Lehder, Rodríguez Gacha y los hermanos Ochoa;  las CONVIVIR; las AUC; y más recientemente las BACRIM.

Las Cooperativas de Autodefensa Agraria (CONVIVIR) (1), responsables de innumerables atrocidades en el medio rural colombiano, fueron una “respuesta oficial” del estado para dotar de un “marco legal” a la defensa que los hacendados hacían de sus propias tierras ante la amenaza de los grupos guerrilleros. Aunque creadas por un decreto legal del presidente César Gaviria, tuvieron en Alvaro Uribe Vélez, siendo gobernador de Antioquia, su mayor promotor y en poco tiempo lograron contar con más de 120.000 miembros a nivel nacional, autorizados por el gobierno a portar armas y equipos de comunicaciones.

A mediados de la década de los noventa las CONVIVIR comenzaron a dar paso a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un auténtico ejército paramilitar que según su creador, Vicente Castaños, inició su expansión por todo el país en respuesta al llamado y la colaboración que les hicieron empresarios, comerciantes, mineros y ganaderos y que posteriormente, según confesara su máximo líder, Carlos Castaño, hicieron del narcotráfico, el secuestro, la extorsión y el pillaje sus principales fuentes de financiamiento. Se hicieron tristemente célebres por su anticomunismo extremo, al igual que por su sevicia, barbarie e incluso por actos de canibalismo, siendo responsables de miles de masacres y asesinatos de civiles, campesinos y sindicalistas entre otros, así como del desplazamiento forzado de miembros de numerosas comunidades a todo lo largo y ancho del país. Una prueba incontrovertible de este terrorífico accionar lo constituye un señalamiento de un informe de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía colombiana, según el cual unos cuatro mil 112 ex combatientes de las AUC aseguraban haber perpetrado 30 mil 470 asesinatos a lo largo de su trayectoria delictiva (2). En el año 2003 cuando empieza su desmovilización contaban con cerca de 40.000 combatientes en todo el territorio colombiano y sus relaciones con las fuerzas armadas colombianas eran de una naturaleza tan estrecha que era vox populi el hecho de que constituían la VI División del Ejército Colombiano en momentos en que el mismo contaba sólo con cinco divisiones. Son harto conocidas las estrechas vinculaciones de Alvaro Uribe Vélez con las AUC siendo presidente de la república; las declaraciones de un ex capitán del ejército colombiano que al mismo tiempo era miembro de las AUC (3) en las cuales señala haber recibido órdenes directas de él para cometer una serie de homicidios, son una válida muestra de ellas.

Tras un polémico proceso de desmovilización liderado por el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, varios de sus principales miembros terminaron siendo extraditados como narcotraficantes a los Estados Unidos para ser juzgados posteriormente. Después de la culminación del proceso en el 2006, la mayoría de los integrantes de las Autodefensas incurrieron nuevamente en su accionar delictivo, por lo que conformaron varios grupos insurgentes denominados bandas criminales emergentes (BACRIM) (4): Las Aguilas Negras, Los Urabeños y los Rastrojos, entre ellas.

La captura del contingente de 150 paramilitares acantonados en la finca Daktari, en uno de los municipios de la Caracas Metropolitana, en mayo de 2014, antes de que pudieran entrar en acción, parece haber determinado la sustitución de la estrategia de introducir grandes contingentes desde Colombia, por la de introducir pequeñas células paramilitares en los cordones populares de las grandes ciudades, con la misión de tratar de pasar inadvertidas hasta recibir instrucciones para actuar en hechos concretos. Mientras tanto, efectivos de las AUC primero y de las BACRIM, más tarde, nunca han dejado de actuar con relativa impunidad, en las zonas rurales de los estados fronterizos: Zulia, Táchira, Apure y Amazonas, y hasta de estados de elevada vocación agrícola del centro occidente del país, como Lara y Portuguesa, en las acciones que le son propias: narcotráfico, contrabando, secuestro, extorsión, cobro de “vacuna”, desplazamiento de pobladores y asesinatos por encargo.
Las acciones terroristas desarrolladas durante las guarimbas de 2014 y 2017; los asesinatos atroces de camaradas como Eliécer Otaiza y Robert Serra y su asistente María Herrera; varias casos de asesinatos acompañados de desmembramiento de los cadáveres, entre otras acciones de clara factura paramilitar colombiana ponen en evidencia que las células paramilitares colombianas que hacían vida latente ya han entrado en actividad en connivencia con elementos de nuestro lumpen delincuencial. Ponen en evidencia también la existencia de una cantidad nada desestimable de venezolanos opositores, a juzgar por su participación en las guarimbas de 2014 y 2017, entrenados en Colombia en las técnicas aprendidas del sionismo terrorista internacional, que al parecer sólo adolecen de la falta de organización de la que adolece la contrarrevolución toda, para poder conformarse como un verdadero ejército paramilitar. Las células armadas dirigidas por Oscar Pérez, exfuncionario del CICPC y por el desertor militar Juan Caguaripano, afortunadamente ya desmontadas por los organismos de seguridad del estado venezolano, trataban de ser el germen de ese ejército paramilitar que habría de intentar una disputa con los organismos institucionales por el control de porciones de nuestro territorio, tal como lograron hacerlo exitosamente en Libia y lo siguen intentando hacer en Siria, en ambos casos con el descarado apoyo militar de la OTAN.

Ya para terminar este preámbulo debo decir que es un hecho comprobado, señalado además recientemente en un comunicado de la cancillería venezolana emitido a propósito de la actitud negligente y tendenciosa del actual gobierno de Colombia ante los hechos objeto de estas notas (5), que los sucesivos gobiernos burgueses de Colombia han evidenciado durante los últimos sesenta años una manifiesta incapacidad e inacción ante las flagrantes operaciones de grupos violentos de ese país en nuestra zona fronteriza, cuyas acciones han causado, pérdidas humanas y materiales incalculables a la República Bolivariana de Venezuela.

Y es que como señala el mismo comunicado: “Para el Gobierno y la sociedad de Venezuela durante décadas ha representado una carga onerosa disponer de ingentes recursos humanos, económicos y financieros para garantizar su seguridad, procurando evitar el desborde permanente de la violencia, el narcotráfico y la criminalidad que se originan, desarrollan y multiplican en Colombia”.

Entrando ya en materia debo comenzar diciendo que el ataque militar que constituye el tema central de estas notas es el ocurrido en la tarde del domingo 4 de noviembre, cuando integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) fueron emboscados por grupos armados colombianos en el barrio Escondido del municipio Atures, estado Amazonas; un malhadado suceso en el cual perdieron la vida al menos tres jóvenes soldados venezolanos y resultaron heridos no menos de otros diez.

Al informar sobre el suceso el general en jefe Vladimir Padrino López, ministro de la defensa, señaló textualmente: “Este infame acto, surge como represalia después de la captura de nueve paramilitares colombianos a quienes se les incautaron armas de guerra y consecuentemente fueron puestos a orden del Ministerio Público” (6).

Muy pocas horas después de la ocurrencia de ambos sucesos, una foto filtrada de la reseña hecha por la delegación del CICPC-Amazonas de uno de los paramilitares capturados y un twit del conocido periodista tarifado de la contra Javier Ignacio Mayorca, contentivo de dos cédulas de identidad venezolanas con las fotos del reseñado, expedidas a nombre de Gabriel Alfonso Ariza Suárez, a quien el “experto criminalista Mayorca” identifica como el jefe militar del ELN Luis Felipe Ortega Bernal, tal como se muestra en una publicación de uno de los portales más emblemáticos de la contrarrevolución (7), han servido de base para imponer la matriz mediática de que en efecto el paramilitar capturado es el citado jefe militar del ELN, ya que como podría comprobarse a partir de una breve búsqueda con Google, el “hallazgo” y las conclusiones de Mayorca fueron ampliamente difundidas por una innumerable cantidad de medios digitales de la contra tanto en Venezuela como en Colombia.

No obstante, como la mentira tiene patas cortas, al día siguiente el blog de investigación “La Tabla”, con una serie de twits emitidos desde su cuenta @latablablog, logra demostrar de manera fehaciente que el paramilitar reseñado no puede ser Luis Felipe Ortega Bernal (a) “Garganta”.  En efecto, los textos de los twits apoyados con fotografías (8) demuestran que: el ciudadano reseñado no tiene parecido físico alguno con (a) “Garganta”, como puede apreciarse de la comparación con una foto del citado jefe guerrillero; y que el paramilitar reseñado, identificado como Gabriel Alfonso Ariza Suárez, si tiene un extraordinario parecido físico con Jhan Carlos Amaya, un comerciante de Santander que, si bien fue acusado de ser el jefe guerrillero “Garganta”, motivo por el cual estuvo preso en Colombia desde el 2013 hasta el pasado 07 de septiembre, fue puesto en libertad luego de que una prueba de ADN demostrase su inocencia. Casi al mismo tiempo un miembro de la alta dirección del ELN negaba que el ciudadano capturado fuese su compañero (a) “Garganta”, a la vez que decía, palabras más palabras menos, que sus compañeros sólo eran capturados, heridos o muertos.

No tengo duda alguna sobre que esta gigantesca “olla” montada por la canalla mediática nacional e internacional ha tenido como propósito el apoyar unas falaces declaraciones ofrecidas al “Diario de las Américas” el pasado 02 de noviembre (9), por el embajador de Colombia en EE UU, Francisco Santos, en las cuales señala sin ningún pudor que el “ELN es un grupo paramilitar del gobierno venezolano”, que es utilizado “para hacer las cosas sucias que no hace la Guardia Nacional”, y que por ello le hacen encargos como “trabajos” en las zonas mineras, asesinatos en distintos lugares para ejercer control y para usarlos como grupo paramilitar.

La bastarda intención del gobierno forajido colombiano de criminalizar al gobierno revolucionario atribuyéndole nexos ilegítimos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo insurgente colombiano de orientación marxista-leninista, al que vinculan alegremente con la explotación y comercialización del  oro proveniente del llamado “Arco Minero del Orinoco” es puesta en evidencia por unas infelices y absurdas declaraciones de Américo De Grazia, reproducidas el 07 de noviembre por el escualidísimo portal Venepress (10). Es el caso, que el diputado De Grazia, que más bien debería llamarse “Desgracia”, por haber traicionado al pueblo bolivarense que ha venido creyendo en él y por su larguísima y fructífera trayectoria delictiva vinculada a la explotación ilegal de oro, ha tenido el tupé de decir que todo el oro venezolano, como el que se ha dicho falazmente que vendimos recientemente a Turquía (11), pasa primero por las manos del ELN.

Apenas el día de ayer el diario londinense “The Times” ha publicado una noticia que de no ser por el carácter de forajido que sabemos tiene el gobierno de los Estados Unidos, así como los de sus lacayos de Colombia y el Reino Unido, sería imposible de relacionar con los hechos antes mencionados. La noticia de “The Times”, recogida en un artículo de RT (12) del mismo día, da cuenta de que el Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) se está negando a liberar al país alrededor de $ 550 millones en oro propiedad de Venezuela, porque según la afirmación del regulador británico existe una creciente incertidumbre sobre las intenciones de Caracas para las 14 toneladas de lingotes de oro. La noticia, que ha sido ya replicada con no poco entusiasmo  por portales de la contra venezolana como “PANAM POST” (13), añade que según informes, se espera que el gobierno venezolano proporcione una aclaración sobre sus planes para el oro, ya que "Existe la preocupación de que Maduro pueda tomar el oro, que es propiedad del estado, y venderlo para beneficio personal".

Es por ello que no resulta en nada aventurado el asumir que toda esta funesta y mortífera trama, incluyendo: las declaraciones de Santos desde Washington, relacionando al ELN con el gobierno venezolano y la minería de oro en la zona, el pasado 02 de noviembre; la captura de los paramilitares colombianos, presumiblemente a causa de una delación de las mismísimas autoridades colombianas, el 04 de noviembre en la mañana; el malhadado ataque a los efectivos de nuestra GNB, el 04 en la tarde; la atribución de una falsa identidad a uno de los capturados para inculpar al ELN del ataque, el 04 de noviembre al final de la tarde; así como las infelices declaraciones del diputado “Desgracia”, atribuyendo al ELN el control de la explotación y comercialización del oro venezolano, difundida el 07 de noviembre, fue urdida por el gobierno del imperio en connivencia con el gobierno de Colombia, con el propósito de hurtarnos el oro cuya entrega estábamos gestionando, para de esta forma seguir estrechando el cerco económico-financiero que nos han impuesto. Por todo ello es que me atrevo a decir, parafraseando al Che, que con Colombia… ni un tantico así.  
¡Hasta la Victoria, Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(2)    http://www.noticias24.com/…/ex-paramilitar-colombiano-conf…/
(3)    http://www.laiguana.tv/…/13720-uribe-paramilitares-auc-ejec…
(4)    https://es.wikipedia.org/wi…/Autodefensas_Unidas_de_Colombia
Caracas, noviembre 10 2018
celippor@gmail.com

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