Acuerdo FARC-Santos: un supremo acto de desidia
política y de alta traición a la patria latinoamericana
Carlos E. Lippo
El
triunfo de la opción por el “Si”,
como todo hace prever que ocurrirá en el plebiscito a celebrarse en Colombia el
próximo domingo 02 de octubre, lejos de significar el logro de la tan anhelada
paz, tal como lo ha venido repitiendo hasta la saciedad tanto la propaganda
oficial y como la de la alta dirección Fariana,
sólo marcará el inicio de la cuenta regresiva de 180 días acordada para
lograr el desmantelamiento voluntario del más formidable ejército popular que
haya combatido en nuestro continente durante todo el siglo XX y lo que ha transcurrido
del siglo XXI.
Nunca
dejará de sorprenderme que a casi cuatro años apenas de que el actual secretariado
de las FARC aceptase formalmente una propuesta del presidente Santos para
iniciar un diálogo y unas negociaciones por la paz, con el objetivo declarado
de “terminar
el conflicto”, por parte del
gobierno y de “buscar la paz con justicia social por medio del diálogo”, según
palabras de Iván Marquez, jefe del equipo negociador de las FARC-EP, se lograsen
acordar, con el mayor beneplácito de su más alta dirigencia, unas condiciones
tan extremadamente denigrantes para la organización insurgente; y no sólo denigrantes
sino totalmente contradictorias con el pensamiento de Manuel Marulanda Vélez,
su líder fundador quién en el marco de los fallidos “Diálogos de Paz del Caguán” confiase al conocido revolucionario de
origen dominicano Narciso Isa Conde: "… camarada Isa, jamás aceptaré
desbaratar en una mesa de negociación el ejército popular que hemos construido
a base de tantos y tan prolongados sacrificios" (1).
Debe
quedar claro que cuando decimos que las FARC-EP han sido el más formidable
ejército popular de nuestro continente en la era contemporánea no estamos
haciendo un mero ejercicio retórico, ya que para mediados del año 2012, pocos
meses antes del inicio formal de las negociaciones, ellas eran un grupo
insurgente organizado en 69 frentes, con presencia importante en 24 de los 32
departamentos de Colombia, fundamentalmente del sur y del este, que siendo
reconocido y fuertemente combatido por las fuerzas legales e ilegales del
estado colombiano y las de sus aliados extranjeros, se encontraba en esos días muy
lejos de poder ser derrotado militarmente en un mediano plazo. Quien tenga
alguna duda acerca de la veracidad de este planteamiento debe tomar en
consideración el hecho de que las
negociaciones se iniciaron a proposición del gobierno de Santos, el mismo que
siendo ministro de defensa de Uribe anunció al mundo la muerte de Raúl Reyes a
raíz aquel terrible bombardeo realizado sobre su campamento en la frontera
ecuatoriana, en marzo de 2008, haciendo gala de un sadismo extremo y mostrando
su mejor rostro de asesino lombrosiano.
Antes
de continuar el análisis considero oportuno señalar que entre los años 2008 y
2012 las FARC debieron sobreponerse a la desaparición física de su líder
fundador, Manuel Marulanda Vélez (2008), muerto por causas naturales, así como
a la de un grupo de sus más efectivos y emblemáticos dirigentes, muertos en
violentas acciones militares que tuvieron como factor común la traición y/o la
delación; tales son los casos de: Raúl Reyes (2008, alevosamente bombardeado en
su campamento del Ecuador); Iván Ríos (2008, asesinado por su guardaespaldas), Jorge
Briceño Suárez, “Mono Jojoy” (2010, muerto
en medio del accionar de 78 aeronaves de combate que lanzaron más un cuarto de
toneladas de bombas inteligentes) y Alfonzo Cano, quien sustituyó a Marulanda
en la Comandancia General (2011), traicionado por sus escoltas que le dejaron
solo después de denunciarlo a las fuerzas gubernamentales. Es el caso de decir que la verdadera
arma con la que masacraron a esta pléyade de dirigentes, fue un cañón emisor de
billetes verdes (dólares estadounidenses) procedentes de la “ayuda militar” del
imperio, ya que por cada uno de ellos se llegaron a ofrecer recompensas hasta
de 5 millones de dólares, equivalentes aún en aquellos años a varios miles de
millones de pesos colombianos.
Resulta
desde todo punto de vista explicable la influencia negativa que sobre el ánimo
de los miembros del secretariado pudiesen haber tenido estos terribles hechos,
así mismo es totalmente comprensible el cansancio de la cúpula insurgente,
integrada en su gran mayoría por “cincuentones
avanzados”, poco aptos para los trotes que supone la práctica guerrillera; sin
embargo, nada de esto puede constituirse en excusa para llevar al precipicio a
miles de sus compañeras y compañeros integrantes de las bases, en lo que sería un
supremo acto de injusticia, irresponsabilidad y deslealtad, puesto que es
indudable que ellos contarán con unas condiciones privilegiadas, negadas a sus
bases, para su reinserción en la vida civil. Al parecer estos camaradas se han olvidado
de aplicar aquella máxima de la lucha revolucionaria que dice que el que no
puede o no quiere seguir, se aparta, dejando el paso libre a su relevo.
Estas
consideraciones, aunadas al hecho de que mantengo grandes reservas sobre la
legitimidad revolucionaria de la muy publicitada “X Conferencia de las FARC” celebrada a finales de la semana pasada
en un punto del Caquetá, ya que en principio se dijo que reuniría a más de
1.000 combatientes, luego que serían 500 y finalmente se admitió que se
reunieron un poco más de 200 (2), además
de que de ella prácticamente sólo ha trascendido que
la cerraron con un concierto en el cual cantó Timochenco, además de otras trivialidades
(3),
son
las que me conducen a decir sin vacilación alguna que la firma de los acuerdos del
pasado 26 de septiembre constituye cuando menos una suprema demostración de
desidia política por parte de los miembros del secretariado de las FARC.
En
otro orden de ideas debo decir que siempre mantuve severas dudas en relación a
que el secretariado de las FARC tuviese plena conciencia sobre el papel que la
sola presencia del formidable ejército a su mando jugaba en la defensa de
Venezuela y en general de todos los países de la región en contra de la voracidad
del imperio norteamericano, persuadido como estaba de que era muy poco probable
que éste lanzase operaciones militares y/o paramilitares en contra nuestra mientras
existiesen en la retaguardia de un eventual conflicto militar entre Colombia y alguno
de nuestros países. los más de 30.000 hombres en armas que han llegado a
mantener las FARC-EP y el ELN; por ello escribí en más de una oportunidad frases
como ésta: “… tales fuerzas revolucionarias
constituyen con su sola existencia, aun sin proponérselo, un muy efectivo muro
de contención”.
Si
hubiese escuchado en aquel entonces el muy soso discurso de Timochenco pronunciado
en el acto de firma de los acuerdos (3),
todas mis dudas sobre este particular habrían desaparecido para dar paso a la
certeza de que ese muro de contención era sólo una mera consecuencia de la
existencia de la insurgencia armada, no planeada ni mucho menos asumida como
tal por su alta dirigencia.
Sobre
el discurso en sí, una pieza oratoria de 3.416 palabras que pudiese muy bien
ser pronunciada por cualquier candidato presidencial de la llamada
centroizquierda latinoamericana, en la que no figuran en ninguna ocasión palabras
como imperio, imperialismo, imperialista, gringo, norteamericano, estadounidense,
etc., ni mucho menos frases como “bases
militares norteamericanas”, como muchas otras relacionadas con el sistema que
mantiene secuestrada a su patria chica desde hace tantos años, dejaré de hacer
mayores precisiones, sólo por el respeto que aún me merecen los más de 30 años
de trayectoria revolucionaria del autor.
Sin
embargo, resulta imposible pasar por alto planteamientos contenidos en párrafos
como los que me propongo citar ahora, manteniendo el contexto:
· “La más reciente cumbre de
la CELAC determinó con el consenso de todos los países de América Latina y el
Caribe que esta parte del mundo debía ser un territorio de paz. El acuerdo
final de La Habana llega a ratificar ese propósito poniendo fin al más largo
conflicto del continente”.
Con
todo respeto, camarada, aunque no estuvo Usted presente en esa cumbre es poco verosímil
que esté creyendo y pretenda hacernos creer que Ustedes están firmando los “acuerdos de paz” en estricto acatamiento
de esa declaración. Debo recordarle que, como producto de largos y encendidos
debates, la inmensa mayoría de los miembros de todos nuestros organismos de
integración regional, incluida la CELAC por supuesto, están plenamente
conscientes de que no podrá haber paz en la región mientras existan en
territorio colombiano más de 11 bases militares gringas amenazándonos, puesto
que desde una sola de ellas, la de Palanquero, es posible alcanzar cualquier
punto del subcontinente en menos de media hora.
· “En nombre de las FARC EP
ofrezco sinceramente perdón a todas las víctimas del conflicto por todo el
dolor que hayamos podido causar en esta guerra”.
Respeto
el que alguien pueda ofrecer o pedir perdón como una decisión personalísima y
por ello no juzgo al humano por ese gesto. Creo sin embargo que el
revolucionario que Usted es debió tomar en cuenta que sus palabras encierran una
propuesta de proscripción de la insurrección militar como instrumento de la necesaria
lucha revolucionaria en los países de Nuestramérica, proscripción que no vacilo en calificar como
un acto de traición a la patria latinoamericana en momentos en los cuales está
en desarrollo una reedición de la pavorosa “Operación Cóndor”.
· “Se acabó la guerra, estamos
empezando a construir la paz. El amor de Mauricio Babilonia por la ‘Meme’ podrá
ser ahora eterno… (Interrupción por fuerte sonido) bueno, esta vez venían a
saludar la paz y no a descargar bombas…”
Camarada,
su cara de estupefacción (ver el video) al
escuchar el paso rasante de la escuadrilla de tres aviones militares que
interrumpió su discurso, por más que Usted posteriormente haya tratado de
remendar el capote, son el más rápido, contundente y descarnado mentís que hayan
podido tener sus palabras por parte del estado colombiano.
Con
muy malos augurios ha estrenado la paz este gobierno de Santos, ya que cuando
cabría esperarse una armónica liberación a los cielos de centenares de palomas
blancas, como lógico colofón de un acto desarrollado en un escenario construido
según el más acabado estilo hollywoodense, entraron en escena los aviones militares
colombianos, procedentes de una de las bases militares gringas, también a la
mejor usanza de Hollywood aunque para otro tipo de películas, para dejar en
claro quién es el que manda y qué se debe esperar realmente de los tan cacareados
acuerdos.
Para
finalizar, sólo me resta solicitar a los camaradas de las FARC que han aceptado
la decisión del secretariado, que lentifiquen la dejación de armas tanto como
les sea posible; a los camaradas que decidieron no acatarla, que al parecer son
muchos más de los que quieren reconocer gobierno y secretariado, que perseveren
en su posición y traten de convertirla en el programa de lucha de unas FARC
unidas y a los camaradas del ELN que se miren en ese espejo, sobre todo ahora
que su máximo comandante ha reiterado su decisión de iniciar negociaciones con
el gobierno Santos.
¡La paz verdadera sólo será
posible tras la derrota militar del imperio y sus aliados de la OTAN!
¡De pie o muertos, nunca de
rodillas!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Caracas,
octubre 01 de 2.016
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