sábado, 1 de octubre de 2016



Acuerdo FARC-Santos: un supremo acto de desidia política y de alta traición a la patria latinoamericana

Carlos E. Lippo





El triunfo de la opción por el “Si”, como todo hace prever que ocurrirá en el plebiscito a celebrarse en Colombia el próximo domingo 02 de octubre, lejos de significar el logro de la tan anhelada paz, tal como lo ha venido repitiendo hasta la saciedad tanto la propaganda oficial y como la de la alta dirección Fariana, sólo marcará el inicio de la cuenta regresiva de 180 días acordada para lograr el desmantelamiento voluntario del más formidable ejército popular que haya combatido en nuestro continente durante todo el siglo XX y lo que ha transcurrido del siglo XXI.

Nunca dejará de sorprenderme que a casi cuatro años apenas de que el actual secretariado de las FARC aceptase formalmente una propuesta del presidente Santos para iniciar un diálogo y unas negociaciones por la paz, con el objetivo declarado de “terminar el conflicto”, por parte del gobierno y de “buscar la paz con justicia social por medio del diálogo”, según palabras de Iván Marquez, jefe del equipo negociador de las FARC-EP, se lograsen acordar, con el mayor beneplácito de su más alta dirigencia, unas condiciones tan extremadamente denigrantes para la organización insurgente; y no sólo denigrantes sino totalmente contradictorias con el pensamiento de Manuel Marulanda Vélez, su líder fundador quién en el marco de los fallidos “Diálogos de Paz del Caguán” confiase al conocido revolucionario de origen dominicano Narciso Isa Conde: "… camarada Isa, jamás aceptaré desbaratar en una mesa de negociación el ejército popular que hemos construido a base de tantos y tan prolongados sacrificios" (1).

Debe quedar claro que cuando decimos que las FARC-EP han sido el más formidable ejército popular de nuestro continente en la era contemporánea no estamos haciendo un mero ejercicio retórico, ya que para mediados del año 2012, pocos meses antes del inicio formal de las negociaciones, ellas eran un grupo insurgente organizado en 69 frentes, con presencia importante en 24 de los 32 departamentos de Colombia, fundamentalmente del sur y del este, que siendo reconocido y fuertemente combatido por las fuerzas legales e ilegales del estado colombiano y las de sus aliados extranjeros, se encontraba en esos días muy lejos de poder ser derrotado militarmente en un mediano plazo. Quien tenga alguna duda acerca de la veracidad de este planteamiento debe tomar en consideración el  hecho de que las negociaciones se iniciaron a proposición del gobierno de Santos, el mismo que siendo ministro de defensa de Uribe anunció al mundo la muerte de Raúl Reyes a raíz aquel terrible bombardeo realizado sobre su campamento en la frontera ecuatoriana, en marzo de 2008, haciendo gala de un sadismo extremo y mostrando su mejor rostro de asesino lombrosiano.

Antes de continuar el análisis considero oportuno señalar que entre los años 2008 y 2012 las FARC debieron sobreponerse a la desaparición física de su líder fundador, Manuel Marulanda Vélez (2008), muerto por causas naturales, así como a la de un grupo de sus más efectivos y emblemáticos dirigentes, muertos en violentas acciones militares que tuvieron como factor común la traición y/o la delación; tales son los casos de: Raúl Reyes (2008, alevosamente bombardeado en su campamento del Ecuador); Iván Ríos (2008, asesinado por su guardaespaldas), Jorge Briceño Suárez, “Mono Jojoy” (2010, muerto en medio del accionar de 78 aeronaves de combate que lanzaron más un cuarto de toneladas de bombas inteligentes) y Alfonzo Cano, quien sustituyó a Marulanda en la Comandancia General (2011), traicionado por sus escoltas que le dejaron solo después de denunciarlo a las fuerzas gubernamentales. Es el caso de decir que la verdadera arma con la que masacraron a esta pléyade de dirigentes, fue un cañón emisor de billetes verdes (dólares estadounidenses) procedentes de la “ayuda militar” del imperio, ya que por cada uno de ellos se llegaron a ofrecer recompensas hasta de 5 millones de dólares, equivalentes aún en aquellos años a varios miles de millones de pesos colombianos.

Resulta desde todo punto de vista explicable la influencia negativa que sobre el ánimo de los miembros del secretariado pudiesen haber tenido estos terribles hechos, así mismo es totalmente comprensible el cansancio de la cúpula insurgente, integrada en su gran mayoría por “cincuentones avanzados”, poco aptos para los trotes que supone la práctica guerrillera; sin embargo, nada de esto puede constituirse en excusa para llevar al precipicio a miles de sus compañeras y compañeros integrantes de las bases, en lo que sería un supremo acto de injusticia, irresponsabilidad y deslealtad, puesto que es indudable que ellos contarán con unas condiciones privilegiadas, negadas a sus bases, para su reinserción en la vida civil. Al parecer estos camaradas se han olvidado de aplicar aquella máxima de la lucha revolucionaria que dice que el que no puede o no quiere seguir, se aparta, dejando el paso libre a su relevo.

Estas consideraciones, aunadas al hecho de que mantengo grandes reservas sobre la legitimidad revolucionaria de la muy publicitada “X Conferencia de las FARC” celebrada a finales de la semana pasada en un punto del Caquetá, ya que en principio se dijo que reuniría a más de 1.000 combatientes, luego que serían 500 y finalmente se admitió que se reunieron un poco más de 200 (2), además de que de ella prácticamente sólo ha trascendido que la cerraron con un concierto en el cual cantó Timochenco, además de otras trivialidades (3), son las que me conducen a decir sin vacilación alguna que la firma de los acuerdos del pasado 26 de septiembre constituye cuando menos una suprema demostración de desidia política por parte de los miembros del secretariado de las FARC.

En otro orden de ideas debo decir que siempre mantuve severas dudas en relación a que el secretariado de las FARC tuviese plena conciencia sobre el papel que la sola presencia del formidable ejército a su mando jugaba en la defensa de Venezuela y en general de todos los países de la región en contra de la voracidad del imperio norteamericano, persuadido como estaba de que era muy poco probable que éste lanzase operaciones militares y/o paramilitares en contra nuestra mientras existiesen en la retaguardia de un eventual conflicto militar entre Colombia y alguno de nuestros países. los más de 30.000 hombres en armas que han llegado a mantener las FARC-EP y el ELN; por ello escribí en más de una oportunidad frases como ésta: “… tales fuerzas  revolucionarias constituyen con su sola existencia, aun sin proponérselo, un muy efectivo muro de contención”.

Si hubiese escuchado en aquel entonces el muy soso discurso de Timochenco pronunciado en el acto de firma de los acuerdos (3), todas mis dudas sobre este particular habrían desaparecido para dar paso a la certeza de que ese muro de contención era sólo una mera consecuencia de la existencia de la insurgencia armada, no planeada ni mucho menos asumida como tal por su alta dirigencia.

Sobre el discurso en sí, una pieza oratoria de 3.416 palabras que pudiese muy bien ser pronunciada por cualquier candidato presidencial de la llamada centroizquierda latinoamericana, en la que no figuran en ninguna ocasión palabras como imperio, imperialismo, imperialista, gringo, norteamericano, estadounidense, etc., ni mucho menos frases como “bases militares norteamericanas”, como muchas otras relacionadas con el sistema que mantiene secuestrada a su patria chica desde hace tantos años, dejaré de hacer mayores precisiones, sólo por el respeto que aún me merecen los más de 30 años de trayectoria revolucionaria del autor.

Sin embargo, resulta imposible pasar por alto planteamientos contenidos en párrafos como los que me propongo citar ahora, manteniendo el contexto:

·       “La más reciente cumbre de la CELAC determinó con el consenso de todos los países de América Latina y el Caribe que esta parte del mundo debía ser un territorio de paz. El acuerdo final de La Habana llega a ratificar ese propósito poniendo fin al más largo conflicto del continente”.
Con todo respeto, camarada, aunque no estuvo Usted presente en esa cumbre es poco verosímil que esté creyendo y pretenda hacernos creer que Ustedes están firmando los “acuerdos de paz” en estricto acatamiento de esa declaración. Debo recordarle que, como producto de largos y encendidos debates, la inmensa mayoría de los miembros de todos nuestros organismos de integración regional, incluida la CELAC por supuesto, están plenamente conscientes de que no podrá haber paz en la región mientras existan en territorio colombiano más de 11 bases militares gringas amenazándonos, puesto que desde una sola de ellas, la de Palanquero, es posible alcanzar cualquier punto del subcontinente en menos de media hora.

·       “En nombre de las FARC EP ofrezco sinceramente perdón a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra”.
Respeto el que alguien pueda ofrecer o pedir perdón como una decisión personalísima y por ello no juzgo al humano por ese gesto. Creo sin embargo que el revolucionario que Usted es debió tomar en cuenta que sus palabras encierran una propuesta de proscripción de la insurrección militar como instrumento de la necesaria lucha revolucionaria en los países de Nuestramérica,  proscripción que no vacilo en calificar como un acto de traición a la patria latinoamericana en momentos en los cuales está en desarrollo una reedición de la pavorosa “Operación Cóndor”.

·       “Se acabó la guerra, estamos empezando a construir la paz. El amor de Mauricio Babilonia por la ‘Meme’ podrá ser ahora eterno… (Interrupción por fuerte sonido) bueno, esta vez venían a saludar la paz y no a descargar bombas…”
Camarada, su cara de estupefacción (ver el video) al escuchar el paso rasante de la escuadrilla de tres aviones militares que interrumpió su discurso, por más que Usted posteriormente haya tratado de remendar el capote, son el más rápido, contundente y descarnado mentís que hayan podido tener sus palabras por parte del estado colombiano.

Con muy malos augurios ha estrenado la paz este gobierno de Santos, ya que cuando cabría esperarse una armónica liberación a los cielos de centenares de palomas blancas, como lógico colofón de un acto desarrollado en un escenario construido según el más acabado estilo hollywoodense, entraron en escena los aviones militares colombianos, procedentes de una de las bases militares gringas, también a la mejor usanza de Hollywood aunque para otro tipo de películas, para dejar en claro quién es el que manda y qué se debe esperar realmente de los tan cacareados acuerdos.

Para finalizar, sólo me resta solicitar a los camaradas de las FARC que han aceptado la decisión del secretariado, que lentifiquen la dejación de armas tanto como les sea posible; a los camaradas que decidieron no acatarla, que al parecer son muchos más de los que quieren reconocer gobierno y secretariado, que perseveren en su posición y traten de convertirla en el programa de lucha de unas FARC unidas y a los camaradas del ELN que se miren en ese espejo, sobre todo ahora que su máximo comandante ha reiterado su decisión de iniciar negociaciones con el gobierno Santos.

¡La paz verdadera sólo será posible tras la derrota militar del imperio y sus aliados de la OTAN!
¡De pie o muertos, nunca de rodillas!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!


Caracas, octubre 01 de 2.016

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