Urge aprovechar el momento para consolidar la
Revolución Bolivariana
Carlos E. Lippo
El
proceso de construcción del socialismo que hemos dado en llamar Revolución
Bolivariana iniciado con la aprobación popular de la Constitución de 1.999
según la cual Venezuela se constituye como un Estado Social de Derecho y de
Justicia, ha tenido desde esa fecha momentos estelares, a partir de los cuales
pudo haberse logrado su consolidación con muy escasas probabilidades de
involución, y conste que estoy diciendo su consolidación y no su
irreversibilidad, porque mal podría hablarse de revoluciones irreversibles después
de la caída de las repúblicas socialistas del este de Europa a finales del
siglo XX.
Algunos
de estos momentos estelares ocurridos durante el segundo mandato del Comandante
Chávez han sido: abril de 2002, después de la derrota del golpe militar del día
11; febrero de 2003, después de la derrota del paro sabotaje petrolero de
diciembre 2002 – enero 2003 y agosto de 2004, con la victoria electoral de las
fuerzas populares en aquel referendo que pretendió ser revocatorio y terminó
siendo confirmatorio del mandato.
Considero que no puede haber dudas en relación
a que el inmenso auge de las fuerzas populares aunado a la desmoralización de
las fuerzas de la contra en los dos momentos mencionados en primer término, pudo
haber conducido al logro de importantes conquistas político sociales de las
cuales sólo mencionaré la toma y subsiguiente instauración del control obrero
de las empresas privadas con mayor participación en ambas procesos
insurreccionales, en especial de aquellas dedicadas al procesamiento y
distribución de alimentos, así como de las dedicadas a la difusión tendenciosa de
noticias como arma insurreccional.
Sin
embargo, no sólo que no se intentó alcanzar éstas ni ninguna otra de las conquistas
que, en forma pacífica, pudiesen haber
incidido en la consolidación de la revolución, sino que se tendió la mano a la
muy golpeada oposición aceptando participar en una mesa de diálogo “facilitada” por la OEA de César
Gaviria, Trujillo, la misma que casi estrenó la recién aprobada Carta
Democrática de la organización, con “el
golpe dado por Chávez a Carmona Estanga el 13 de abril”, en lo que hubiese resultado
un caso verdaderamente insólito hasta para la famosa “Escuela
del Mundo al Revés” del inmortal Ernesto Galeano.
En
aquella oportunidad, mientras fingía participar en la mesa de diálogo, haciendo
gala de una suprema hipocresía y falta de palabra, la dirigencia de la contra
promovió dos aventuras insurreccionales que paso a mencionar a continuación: la
primera de las varias series de acciones terroristas de calle que estúpidamente
han dado en llamar guarimbas, entre el 27 de febrero y el 04 de marzo de 2004,
que dejó un saldo de casi una decena de víctimas mortales (1) y
un intento de magnicidio a cargo de un avión militar y un grupo de
paramilitares colombianos, develado el 09 de mayo en la finca Daktari, al este
de Caracas (2). A pesar de ello el
CNE les aprobó la convocatoria a un referendo revocatorio, en medio de las
mayores dudas de que sus promotores hubiesen realmente cumplido los requisitos
de ley, que al ser ganado ampliamente por las fuerzas populares determina el
tercero de los momentos estelares a los que hemos hecho mención en el segundo
párrafo de estas notas. De más está decir que este otro momento estelar tampoco
fue debidamente aprovechado en la dirección de consolidar la revolución.
Hacia
finales del primer año del muy atacado gobierno del Presidente Maduro se
registró un nada desestimable auge de masas, asociado al clamoroso triunfo de
las fuerzas de la revolución en las elecciones municipales de aquel año, en las
cuales se obtuvo un poco más del 75 % de las alcaldías del país. Resulta
imposible dejar de vincular este último auge, lo cual no disminuye en forma
alguna su intensidad, a la operación gubernamental de tomar las empresas
vendedoras de electrodomésticos que habiendo recibido divisas preferenciales
estaban vendiendo a precios especulativos calculados con base en el dólar
ilegal, para obligarles a vender a precios justos, en la que sin duda ha sido
la más exitosa batalla librada en el marco de la guerra económica, que recibió de
la contrarrevolución el descalificatorio nombre de el “Dakazo” por haberse iniciado con la toma de la extremadamente
especuladora red de tiendas Daka.
Poco
tiempo después de celebradas las municipales el Presidente Maduro, en gesto que
le enaltece, convocó a Miraflores a ese casi 25 % de alcaldes opositores, con
el propósito de ofrecerles la colaboración del gobierno central para el mejor
desarrollo de sus respectivas gestiones. Allí estuvieron, entre otros, Daniel
Ceballos (San Cristobal) y Antonio Ledezma (Metropolitano de Caracas),
golpistas convictos actualmente procesados por razones de todos conocidas.
También estuvo el alcalde de El Hatillo, David Smolansky quien meses más tarde en
una posterior reunión de alcaldes y gobernadores con el Presidente Maduro,
celebrada cuando ya había sido derrotada la estrategia terrorista denominada “La Salida” causante de 43 víctimas
mortales, se atrevió a decir que no le reconocía, en momentos en los que no
estaba frente al micrófono, para luego retractarse todo asustado, al ser
conminado por el propio presidente a abandonar la reunión (3).
¡Miserias
de una extremadamente vergonzante y traidora dirigencia opositora que finge
dialogar en momentos de debilidad, mientras intenta seguir acumulando fuerzas
locales y externas para dar al traste con la institucionalidad democrática y la
soberanía de la nación!
Considero
que en los actuales momentos estamos en presencia de otro muy importante auge
de masas, no vinculado esta vez a una victoria puntual de tipo electoral o
político, como lo fueron los anteriormente reseñados, sino producto de un largo proceso
de recomposición del movimiento popular chavista organizado, iniciado al día
siguiente de la derrota electoral del 06 de diciembre y desarrollado al fragor
de las batallas de la guerra económica y la resistencia a los embates de la
contra y sus aliados internacionales, que apenas ha mostrado una ínfima parte de
sus potencialidades con la toma pacífica del hemiciclo de la Asamblea Nacional el
pasado 23 de octubre, con la actitud vigilante en las afueras del Capitolio
mientras la fracción parlamentaria de la contra intentaba su frustrado golpe de
estado y con la larga vigilia en los alrededores del Palacio de Miraflores
mientras los grupos más exaltados de la contra amenazaban con ir a tomarlo.
Nadie
podría negar que después de casi un año regodeándose con su primer triunfo
electoral real en casi 19 años, después de haber hostigado al pueblo hasta el
borde de la crispación con el concurso de sus paracos y bachaqueros y después
de haber retado de mil formas a las fuerzas de orden público de esta muy curiosa
dictadura, como estúpidamente persisten en llamar al gobierno más respetuoso de
los derechos humanos que hemos tenido en más de 200 años de vida republicana,
la dirigencia opositora se ha sentado a dialogar, además de que así se lo han ordenado
sus amos del imperio, debido al grado de extrema debilidad en que se encuentran
como producto fundamentalmente de la corajuda resistencia del pueblo chavista,
presto ya a pasar a la ofensiva, y a sus propias contradicciones internas
derivadas fundamentalmente de sus desmedidas ambiciones individuales de poder.
Que nadie siga diciendo entonces que se
han sentado a dialogar en procura de la paz del país y para complacer al “santo padre, que tanto ama y defiende a los
comunistas”.
Los
resultados preliminares de este nuevo proceso de diálogo expresados en el
primer comunicado (4), suscrito por ambas
partes y por todos los acompañantes, dado a conocer hace ya una semana,
resultan tan ampliamente favorables al gobierno que han generado un auténtico
cataclismo en las filas de la contra cuya ala pirómana (Voluntad Popular, Vente
Venezuela, ABP, los 15 partidos del chiripero y la cuerda de disociados que sin
ningún control claman por ver sangre), insiste en seguir desarrollando por su
cuenta el proceso insurreccional que iniciaron el 1ro. de septiembre, el mismo que
ha sido abortado por la oportuna y eficaz intervención, pacífica por ahora, de
la unión cívico-militar, que les ha sido tan letal que actualmente no logran
reunir a más de 100 personas para marchar, aun pagándoles en dólares y
ofreciéndoles bolsas de los CLAP llenas de exquisiteces gastronómicas navideñas.
Ignoramos
cuál será el desarrollo final de este nuevo proceso de diálogo intentado por el
gobierno, aunque la altamente pronosticable conducta de la dirigencia de la
contra y algunas declaraciones de los voceros más conspicuos permiten prever
que no será muy distinto del seguido por los procesos anteriores y en
demostración de ello vayan estas muy recientes palabras de Ramos Fallup
pronunciadas desde la presidencia de la Asamblea: “Hasta el día de hoy (17/11/16), en los supuestos acuerdos o entendimientos,
la oposición ha cumplido de contado y el Gobierno sigue prometiendo fiados y
hasta hoy no ha cumplido con nada. Si de aquí a este fin de semana no hay
resultados de carne y hueso, nosotros retomaremos nuestra agenda y tendremos
razones suficientes para explicarle al Vaticano que no podemos seguir en manos
de un Gobierno villano que está acabando a este país” (5).
Si
la conducta de la contrarrevolución en esta oportunidad será igual o diferente
de la de las anteriores oportunidades no es lo relevante; lo relevante es que nosotros, no
podemos seguir desaprovechando oportunidades de consolidar la revolución ya que
el pueblo con toda razón terminaría por cansarse de seguir apoyando a una
vanguardia irresoluta, por decir lo menos.
Contrario
a lo que ha venido siendo nuestra conducta desde que comenzamos a escribir este
tipo de notas, no vamos a intentar un análisis más o menos exhaustivo de las
razones por las cuales hemos desperdiciado tantas oportunidades; en cambio preferimos
especular diciendo que es probable que en el genoma de la Revolución
Bolivariana existan algunos genes reformistas que la hayan inhibido de tomar el
poder real o de al menos intentarlo con denuedo en algunas de esas
oportunidades.
Estoy
plenamente convencido de que el momento es más que propicio para intentar esa
necesaria consolidación de la revolución que habrá de permitirnos dar un salto
cualitativo importante en la construcción del socialismo; digo esto no sólo en
razón de la extrema debilidad actual de las fuerzas de la contra en relación
con la renovada fortaleza del poder popular chavista, aspectos que hemos
señalado e párrafos anteriores, sino porque el verdadero tsunami que ha
representado el triunfo electoral de Trump para los poderes reales del imperio
y sus aliados, ha de generar necesariamente una temporal interrupción de la
ayuda exterior que ella ha venido recibiendo.
Entendiendo
que además de que el momento es más que propicio es urgente modificar o al
menos neutralizar la acción de esos genes reformistas a los que he hecho
mención, me voy a permitir sugerir tan sólo dos medidas con las cuales se
pudiese comenzar a ejecutar ese salto cualitativo en procura de la construcción
del socialismo y al mismo tiempo lograr inmediatos y muy significativos avances
en el campo de la guerra económica; tales medidas son: la intervención y toma
de control obrero de las principales empresas privadas procesadoras/distribuidoras
de alimentos y la estatización de la banca.
Estas
medidas deberían ser implantadas con arreglo a un estricto orden de prioridades
que desde luego debiese comenzar por Empresas Polar, en el primer caso, y por
los bancos nacionales subsidiarios de bancos extranjeros, BBVA Provincial, vinculado
también a las empresas Mendoza y Citibank, que tanto daño no está haciendo en
el marco del bloqueo financiero montado en contra del país.
¡A aprovechar el momento,
haciendo implosionar a la MUD en mil pedazos y redoblando esfuerzos por la
construcción del Socialismo!
¡De pie o muertos, nunca de
rodillas!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Caracas,
noviembre 19 de 2016
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