sábado, 19 de noviembre de 2016



Urge aprovechar el momento para consolidar la Revolución Bolivariana

Carlos E. Lippo




El proceso de construcción del socialismo que hemos dado en llamar Revolución Bolivariana iniciado con la aprobación popular de la Constitución de 1.999 según la cual Venezuela se constituye como un Estado Social de Derecho y de Justicia, ha tenido desde esa fecha momentos estelares, a partir de los cuales pudo haberse logrado su consolidación con muy escasas probabilidades de involución, y conste que estoy diciendo su consolidación y no su irreversibilidad, porque mal podría hablarse de revoluciones irreversibles después de la caída de las repúblicas socialistas del este de Europa a finales del siglo XX.


Algunos de estos momentos estelares ocurridos durante el segundo mandato del Comandante Chávez han sido: abril de 2002, después de la derrota del golpe militar del día 11; febrero de 2003, después de la derrota del paro sabotaje petrolero de diciembre 2002 – enero 2003 y agosto de 2004, con la victoria electoral de las fuerzas populares en aquel referendo que pretendió ser revocatorio y terminó siendo confirmatorio del mandato.


Considero que no puede haber dudas en relación a que el inmenso auge de las fuerzas populares aunado a la desmoralización de las fuerzas de la contra en los dos momentos mencionados en primer término, pudo haber conducido al logro de importantes conquistas político sociales de las cuales sólo mencionaré la toma y subsiguiente instauración del control obrero de las empresas privadas con mayor participación en ambas procesos insurreccionales, en especial de aquellas dedicadas al procesamiento y distribución de alimentos, así como de las dedicadas a la difusión tendenciosa de noticias como arma insurreccional.


Sin embargo, no sólo que no se intentó alcanzar éstas ni ninguna otra de las conquistas que, en forma pacífica,  pudiesen haber incidido en la consolidación de la revolución, sino que se tendió la mano a la muy golpeada oposición aceptando participar en una mesa de diálogo “facilitada” por la OEA de César Gaviria, Trujillo, la misma que casi estrenó la recién aprobada Carta Democrática de la organización, con “el golpe dado por Chávez a Carmona Estanga el 13 de abril”, en lo que hubiese resultado un caso verdaderamente insólito hasta para la famosa “Escuela del Mundo al Revés” del inmortal Ernesto Galeano.


En aquella oportunidad, mientras fingía participar en la mesa de diálogo, haciendo gala de una suprema hipocresía y falta de palabra, la dirigencia de la contra promovió dos aventuras insurreccionales que paso a mencionar a continuación: la primera de las varias series de acciones terroristas de calle que estúpidamente han dado en llamar guarimbas, entre el 27 de febrero y el 04 de marzo de 2004, que dejó un saldo de casi una decena de víctimas mortales (1) y un intento de magnicidio a cargo de un avión militar y un grupo de paramilitares colombianos, develado el 09 de mayo en la finca Daktari, al este de Caracas (2). A pesar de ello el CNE les aprobó la convocatoria a un referendo revocatorio, en medio de las mayores dudas de que sus promotores hubiesen realmente cumplido los requisitos de ley, que al ser ganado ampliamente por las fuerzas populares determina el tercero de los momentos estelares a los que hemos hecho mención en el segundo párrafo de estas notas. De más está decir que este otro momento estelar tampoco fue debidamente aprovechado en la dirección de consolidar la revolución.


Hacia finales del primer año del muy atacado gobierno del Presidente Maduro se registró un nada desestimable auge de masas, asociado al clamoroso triunfo de las fuerzas de la revolución en las elecciones municipales de aquel año, en las cuales se obtuvo un poco más del 75 % de las alcaldías del país. Resulta imposible dejar de vincular este último auge, lo cual no disminuye en forma alguna su intensidad, a la operación gubernamental de tomar las empresas vendedoras de electrodomésticos que habiendo recibido divisas preferenciales estaban vendiendo a precios especulativos calculados con base en el dólar ilegal, para obligarles a vender a precios justos, en la que sin duda ha sido la más exitosa batalla librada en el marco de la guerra económica, que recibió de la contrarrevolución el descalificatorio nombre de el “Dakazo” por haberse iniciado con la toma de la extremadamente especuladora red de tiendas Daka.


Poco tiempo después de celebradas las municipales el Presidente Maduro, en gesto que le enaltece, convocó a Miraflores a ese casi 25 % de alcaldes opositores, con el propósito de ofrecerles la colaboración del gobierno central para el mejor desarrollo de sus respectivas gestiones. Allí estuvieron, entre otros, Daniel Ceballos (San Cristobal) y Antonio Ledezma (Metropolitano de Caracas), golpistas convictos actualmente procesados por razones de todos conocidas. También estuvo el alcalde de El Hatillo, David Smolansky quien meses más tarde en una posterior reunión de alcaldes y gobernadores con el Presidente Maduro, celebrada cuando ya había sido derrotada la estrategia terrorista denominada “La Salida” causante de 43 víctimas mortales, se atrevió a decir que no le reconocía, en momentos en los que no estaba frente al micrófono, para luego retractarse todo asustado, al ser conminado por el propio presidente a abandonar la reunión (3). ¡Miserias de una extremadamente vergonzante y traidora dirigencia opositora que finge dialogar en momentos de debilidad, mientras intenta seguir acumulando fuerzas locales y externas para dar al traste con la institucionalidad democrática y la soberanía de la nación!


Considero que en los actuales momentos estamos en presencia de otro muy importante auge de masas, no vinculado esta vez a una victoria puntual de tipo electoral o político, como lo fueron los anteriormente  reseñados, sino producto de un largo proceso de recomposición del movimiento popular chavista organizado, iniciado al día siguiente de la derrota electoral del 06 de diciembre y desarrollado al fragor de las batallas de la guerra económica y la resistencia a los embates de la contra y sus aliados internacionales, que apenas ha mostrado una ínfima parte de sus potencialidades con la toma pacífica del hemiciclo de la Asamblea Nacional el pasado 23 de octubre, con la actitud vigilante en las afueras del Capitolio mientras la fracción parlamentaria de la contra intentaba su frustrado golpe de estado y con la larga vigilia en los alrededores del Palacio de Miraflores mientras los grupos más exaltados de la contra amenazaban con ir a tomarlo.


Nadie podría negar que después de casi un año regodeándose con su primer triunfo electoral real en casi 19 años, después de haber hostigado al pueblo hasta el borde de la crispación con el concurso de sus paracos y bachaqueros y después de haber retado de mil formas a las fuerzas de orden público de esta muy curiosa dictadura, como estúpidamente persisten en llamar al gobierno más respetuoso de los derechos humanos que hemos tenido en más de 200 años de vida republicana, la dirigencia opositora se ha sentado a dialogar, además de que así se lo han ordenado sus amos del imperio, debido al grado de extrema debilidad en que se encuentran como producto fundamentalmente de la corajuda resistencia del pueblo chavista, presto ya a pasar a la ofensiva, y a sus propias contradicciones internas derivadas fundamentalmente de sus desmedidas ambiciones individuales de poder. Que nadie siga diciendo  entonces que se han sentado a dialogar en procura de la paz del país y para complacer al “santo padre, que tanto ama y defiende a los comunistas”.


Los resultados preliminares de este nuevo proceso de diálogo expresados en el primer comunicado (4), suscrito por ambas partes y por todos los acompañantes, dado a conocer hace ya una semana, resultan tan ampliamente favorables al gobierno que han generado un auténtico cataclismo en las filas de la contra cuya ala pirómana (Voluntad Popular, Vente Venezuela, ABP, los 15 partidos del chiripero y la cuerda de disociados que sin ningún control claman por ver sangre), insiste en seguir desarrollando por su cuenta el proceso insurreccional que iniciaron el 1ro. de septiembre, el mismo que ha sido abortado por la oportuna y eficaz intervención, pacífica por ahora, de la unión cívico-militar, que les ha sido tan letal que actualmente no logran reunir a más de 100 personas para marchar, aun pagándoles en dólares y ofreciéndoles bolsas de los CLAP llenas de exquisiteces gastronómicas navideñas.


Ignoramos cuál será el desarrollo final de este nuevo proceso de diálogo intentado por el gobierno, aunque la altamente pronosticable conducta de la dirigencia de la contra y algunas declaraciones de los voceros más conspicuos permiten prever que no será muy distinto del seguido por los procesos anteriores y en demostración de ello vayan estas muy recientes palabras de Ramos Fallup pronunciadas desde la presidencia de la Asamblea: “Hasta el día de hoy (17/11/16), en los supuestos acuerdos o entendimientos, la oposición ha cumplido de contado y el Gobierno sigue prometiendo fiados y hasta hoy no ha cumplido con nada. Si de aquí a este fin de semana no hay resultados de carne y hueso, nosotros retomaremos nuestra agenda y tendremos razones suficientes para explicarle al Vaticano que no podemos seguir en manos de un Gobierno villano que está acabando a este país” (5).


Si la conducta de la contrarrevolución en esta oportunidad será igual o diferente de la de las anteriores oportunidades no es lo relevante; lo relevante es que nosotros, no podemos seguir desaprovechando oportunidades de consolidar la revolución ya que el pueblo con toda razón terminaría por cansarse de seguir apoyando a una vanguardia irresoluta, por decir lo menos.


Contrario a lo que ha venido siendo nuestra conducta desde que comenzamos a escribir este tipo de notas, no vamos a intentar un análisis más o menos exhaustivo de las razones por las cuales hemos desperdiciado tantas oportunidades; en cambio preferimos especular diciendo que es probable que en el genoma de la Revolución Bolivariana existan algunos genes reformistas que la hayan inhibido de tomar el poder real o de al menos intentarlo con denuedo en algunas de esas oportunidades.


Estoy plenamente convencido de que el momento es más que propicio para intentar esa necesaria consolidación de la revolución que habrá de permitirnos dar un salto cualitativo importante en la construcción del socialismo; digo esto no sólo en razón de la extrema debilidad actual de las fuerzas de la contra en relación con la renovada fortaleza del poder popular chavista, aspectos que hemos señalado e párrafos anteriores, sino porque el verdadero tsunami que ha representado el triunfo electoral de Trump para los poderes reales del imperio y sus aliados, ha de generar necesariamente una temporal interrupción de la ayuda exterior que ella ha venido recibiendo.


Entendiendo que además de que el momento es más que propicio es urgente modificar o al menos neutralizar la acción de esos genes reformistas a los que he hecho mención, me voy a permitir sugerir tan sólo dos medidas con las cuales se pudiese comenzar a ejecutar ese salto cualitativo en procura de la construcción del socialismo y al mismo tiempo lograr inmediatos y muy significativos avances en el campo de la guerra económica; tales medidas son: la intervención y toma de control obrero de las principales empresas privadas procesadoras/distribuidoras de alimentos y la estatización de la banca.


Estas medidas deberían ser implantadas con arreglo a un estricto orden de prioridades que desde luego debiese comenzar por Empresas Polar, en el primer caso, y por los bancos nacionales subsidiarios de bancos extranjeros, BBVA Provincial, vinculado también a las empresas Mendoza y Citibank, que tanto daño no está haciendo en el marco del bloqueo financiero montado en contra del país.


¡A aprovechar el momento, haciendo implosionar a la MUD en mil pedazos y redoblando esfuerzos por la construcción del Socialismo!
¡De pie o muertos, nunca de rodillas!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!


Caracas, noviembre 19 de 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario