A propósito del “diálogo”, no
hay que olvidar que el enfrentamiento armado con la contrarrevolución es
inevitable
Carlos
E. Lippo
En
las últimas tres semanas ha tenido lugar el vil asesinato de una cantidad
importante de compatriotas vinculados de
manera pública a la revolución, así como de funcionarios de orden público en el
ejercicio de sus funciones que, con enorme tristeza e indignación, pasamos a
reseñar a continuación:
- César Vera, diputado suplente del Consejo Legislativo del Estado Táchira por el Movimiento Tupamaro, en la población de Ureña el 24/03, a manos de sicarios que huyeron luego a Colombia, según lo declarado por el Gobernador Vielma Mora (1).
- Nicolle Melissa Pérez Soler, oficial de Politáchira y Otto Márquez, oficial de la Policía Nacional Bolivariana, en la ciudad de San Cristobal el 29/03, al ser arrollados en forma deliberada por una buseta tripulada por presuntos estudiantes del Instituto Universitario Tecnológico de Los Andes, en momentos en los que intentaban restablecer el orden público en medio de severos disturbios generados por estudiantes de esa institución (2).
- Marco Tulio Carrillo, alcalde del municipio La Ceiba del estado Trujillo, militante del PSUV, en las afueras de su casa ubicada en la localidad de Santa Apolonia del mismo estado, el 31/03; murió a causa de haber recibido ocho impactos de bala a manos de un presunto sicario, según declarase el gobernador Rangel Silva (3).
- Jorge González Arreaza, general retirado de la GNB y su esposa, en el sector Merecure de la población de Caucagua, el 02/04, quien recibió 30 disparos mientras su señora recibía otra gran cantidad de proyectiles disparados por cuatro sujetos no identificados aún (4).
- Oscar Briceño García, joven músico y taxista, quien fue secuestrado y degollado, cuando realizaba un servicio de taxi desde Guanare hasta Sabaneta de Barinas, el 06/04 (5).
El
ministro para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, M/G Gustavo González
López, reveló este viernes que todos estos hechos violentos de alto impacto
social forman parte de una escalada de violencia fundamentada en acciones con
tintes paramilitares que buscan saldos políticos (5).
Se refirió también otros asesinatos de corte similar perpetrados en épocas
recientes, como el del sacerdote Darwin Antonio Zambrano (31/03) y el de otros
dos taxistas de la misma ruta Portuguesa-Barinas: Coromoto González, el 20/02 y
Oscar Barbarito Rojas, el 27/02. En las mismas declaraciones señalaba que “… el
grado de ensañamiento ulterior con las víctimas del delito, va más allá de un
simple robo y no buscan intereses personales”, para concluir
reflexionando que “estos hechos violentos que incluyen un alto grado de crueldad en los
que degüellan, desmiembran o acribillan a personas desvalidas y solas, tienen
un patrón de ensañamiento de los victimarios hacia personas de su misma
condición socioeconómica para generar terror en la población”.
No
se trata ni mucho menos de que sean éstos los únicos, ni los más deleznables
crímenes de la contrarrevolución durante estos 17 años. Necesitaríamos llenar
varias cuartillas sólo para señalar los nombres de todos nuestros mártires,
desde el mismísimo Comandante Chávez hasta los más humildes obreros y campesinos,
pasando por camaradas de la talla de Danilo Anderson, William Lara, Eliécer
Otaiza, Robert Serra y Ricardo Durán, así como por las heroicas víctimas de “Puente Llaguno”, el “paro-sabotaje petrolero”, la “arrechera de Capriles” y las “guarimbas de 2.014”, entre muchísimas otros.
El propio texto de la infamante “Ley de
Amnistía y Reconciliación Nacional” aprobada durante esta misma semana, al
pretender consagrar la impunidad para la totalidad de estos crímenes atroces nos
ahorra la necesidad de tener que señalarlos.
Hablando
de crímenes horrendos perpetrados en fechas recientes debo decir responsablemente
que la ola de linchamientos de presuntos maleantes comunes, en especial los
perpetrados en zonas de comprobada “vocación
guarimbera”, como la Urbanización Los Ruices de Caracas y los Altos
Mirandinos, podría estar formando parte de la demencial agenda “política” de los más sociópatas elementos
de la contrarrevolución. En apoyo a esta consideración puedo citar la más que
velada promoción generada por la forma ligera como se refieren a estos hechos
altos exponentes de la contra, que prácticamente justifican tales crímenes por
el fracaso de las políticas de seguridad del gobierno revolucionario, como es
el caso de Carlos Nieto Palma y Roberto Briceño León (6),
así
como el de Carlos Correa y Axel Capriles (7).
Para
acabar con este tema y como es sabido que a confesión de parte, relevo de pruebas,
paso a citar las palabras de un autodefinido activista del grupúsculo
denominado “Disidentes Venezuela” (Venezolanos Unidos contra La Dictadura, como
dice su lema central), que después de censurar tan horrible práctica señalaba: “El
cambio en Venezuela no se
alcanzará creyendo que la justicia es tratarnos como animales, con el perdón de
los animales, y que su odio por las desgracias que nos ocurren le da derecho a
desgraciarle cruelmente la vida a alguien” (8).
Es
posible que la jefatura local de la contra haya decidido optar por ordenar la
ejecución de esta estrategia dantesca ante su fracaso al intentar “calentar” la calle en respaldo a las
acciones seudo legales destinadas a lograr la rápida defenestración de Maduro, tal
como anunciaron petulantemente que harían los psicópatas y ex líderes estudiantiles,
ya no tan jóvenes, Fredy Guevara y Gaby Arellano en el segundo aniversario del
inicio de “La Salida”; es posible
también que sea una estrategia que le haya sido ordenada por los amos
imperiales en su prisa por acabar de una buena vez con el mal ejemplo que
constituye para el resto del hemisferio y para el mundo entero que este digno paisito
continúe todavía de pie y luchando gallardamente por el mantenimiento de su
soberanía.
Lo
que sí es seguro es que dicha estrategia no hubiese podido ser iniciada si no
existiese en el seno de la contra una importante cantidad de jóvenes imbuidos,
por diferentes vías, de un odio extraordinario hacia todo lo que representa el
chavismo, que en su gran mayoría son aquellos que siendo niños en los años
2.002 y 2.003 eran fanáticamente arrastrados por sus padres a participar con
ellos en los actos de masa de aquellos días, en detrimento del desarrollo de todas
las actividades propias de su edad, incluyendo su asistencia a clases, por
estar luchando en “defensa de la patria”;
tampoco hubiese sido posible sin esa alianza contra natura con elementos del
lumpenproletariado delincuencial local y foráneo que ha logrado establecer la
dirigencia toda de la MUD.
Debo
decir que celebro la creación por parte del Presidente Maduro de la “Comisión por la Verdad, la Justicia y la Reparación
a las Víctimas” (9), para
cuya coordinación designó al camarada Aristóbulo Istúriz. A dicha comisión le
auguro éxitos importantes en el campo de la necesaria difusión internacional
del problema, sobre todo a partir de la anunciada incorporación del secretario
general de la UNSUR, así mismo le deseo que en verdad pueda establecer las
bases de la necesaria reparación a las víctimas. Sin embargo, no puedo menos que
dudar de que pueda alcanzar siquiera un mediano éxito en materia de diálogo, ya
que jamás he escuchado a ningún líder de la contra y ni siquiera a un opositor
de a pie, pronunciarse ni pública ni privadamente en contra de esta estrategia,
ni de ningún otro de los elementos claves para un eventual entendimiento, como lo
serían el decreto de Obama, la guerra económica y por supuesto la pretendida ley
de amnistía.
Mucho
me gustaría escuchar al Presidente Maduro decir con mayor frecuencia y
convicción, a la usanza de Chávez, que esta revolución es pacífica más no
desarmada y lo que es más importante, ordenando a su brazo armado fundamental tomar
posiciones de combate en contra de los poderosos enemigos tanto internos como
externos que la acechan y amenazan con destruirla; así como ordenando la
incorporación de un pueblo civil armado a esta urgente tarea.
Como
en artículos anteriores no puedo menos que expresar mi rechazo a esas
posiciones vergonzantemente conciliadoras detentadas por algunos “camaradas” y no pocos “amigos” que llevan años insistiendo, de
manera genuina o interesada, en la realización de un diálogo con la contra,
como si Chávez no lo hubiese intentado suficientemente de manera infructuosa y
el Presidente Maduro no lo hubiese promovido hasta el cansancio a lo largo de
los últimos 3 años. Seguro estoy que un diálogo de esta naturaleza sólo conduciría a la entrega
de la revolución, sin haber disparado un solo tiro, ¡qué arrechera!
No
soy un belicista y siempre he tratado de no ser un hablador de pendejadas, si
ocurre que desde la ya lejana época de mi militancia revolucionaria universitaria,
siempre he tenido presente un párrafo de aquella carta de despedida que
escribió el Che a Fidel, hace ya 55 años (10):
“…
después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si
es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la
victoria”.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(7) http://www.el-nacional.com/sucesos/linchamiento-nuevo-rostro-impunidad-Venezuela_0_808719378.html
Caracas,
abril 10 de 2.016
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