Sin
haber sido emitido aún, el Petro tiene a la burocracia imperial en estado de
desesperación
Carlos
E. Lippo
“Al imperio no hay que subestimarlo, pero tampoco hay que temerle.
Quien pretenda llevar adelante un
proyecto de transformación, inevitablemente chocará con el imperio
norteamericano”
Hugo Rafael Chávez Frías
La
designación del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial fue una de las
resoluciones de la conferencia monetaria
y financiera de Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton
Woods, (Nueva Hampshire, Estados Unidos), entre el 1 y el 22 de julio de 1944; siendo
oportuno señalar que en aquel entonces Naciones Unidas era sólo un grupo de
naciones cuyos gobiernos habían suscrito en 1942 una declaración que les
comprometía a luchar juntos en contra de las “Potencias del Eje” (Alemania, Italia y Japón), en el marco de la
II Guerra Mundial.
Se
trató de una designación que impuso el gobierno gringo con una gran facilidad haciendo
uso de sus habituales maniobras chantajistas e intimidatorias, aunque basándose
en los siguientes hechos: EEUU poseía para esa época un 80 % de las reservas de
oro del mundo y estaba próximo a emerger de la guerra convertido en una gran
potencia industrial a la que las “Potencias
Aliadas” debían ingentes sumas de dinero por concepto de compra de
armamentos; las potencias de la Europa Occidental estaban todavía inmersas en el
conflicto bélico del cual salieron totalmente desangradas; la mayor parte de
los 44 participantes eran países latinoamericanos, la inmensa mayoría de ellos
altamente permeables a la influencia y el control de Washington por aquellos
días; y finalmente, una cantidad importante de naciones que todavía eran
colonias europeas no pudieron participar directamente sino a través de sus respectivas
metrópolis, como por ejemplo India, que participó representada por Inglaterra.
A todo esto habría que agregar que dicha designación no fue ratificada
posteriormente por la URSS, los países del bloque socialista y China, que se
retiró de la conferencia tras el triunfo de su revolución en 1949.
La
designación exigía que el dólar estuviese respaldado por oro así como también
su libre convertibilidad a razón de 35 dólares por cada onza (28,35 gr.) del
precioso metal, lo que se llamó “el
estándar internacional de oro” o “patrón
oro”, aplicable a las divisas de todos los países firmantes para poder establecer
su paridad en relación con la moneda estadounidense.
En
1971, obligado por el hecho de haber gastado la casi totalidad de las reservas
de oro, a consecuencia de los gastos generados por las guerras de Corea
(1950-1953) y Vietnam (1955-1975) y apegado a la inveterada costumbre de
incumplir los acuerdos suscritos, el imperio, en cabeza de su presidente de
turno el inefable Richard Nixon, decide dejar de respaldar el dólar con oro. Poco
después suscribe un convenio con Arabia Saudita, que era ya el primer
exportador mundial de petróleo, para que sólo aceptase dólares americanos en
pago por la venta de sus hidrocarburos. Dicho convenio, sugerido por otro de
los inefables, el secretario Kissinger, contemplaba por otra parte, el
suministro de armas, asesoría militar y defensa del corrupto régimen monárquico
saudí, ya desde aquel entonces uno de los mayores violadores de los derechos
humanos en este planeta.
Posteriormente
en 1975, por razones de desconfianza hacia los otros miembros, todos las
naciones integrantes de la organización de países exportadores de petróleo
(OPEP), de la cual formamos parte en calidad de miembro fundador, que a la
sazón contaban con más del 81% de las reservas mundiales de petróleo,
decidieron suscribir el mismo convenio, con lo que quedó conformado el sistema
petrodólar (1). Sistema absurdo y
aberrante que fuerza a todos los países del planeta a vender y comprar todo su
petróleo en dólares, creando una demanda internacional artificial por el dinero
de los Estado Unidos.
Antes
de comenzar a entrar en materia es oportuno y conveniente señalar que el 25 de
agosto de 2017, el impresentable Donald Trump, basándose en la Orden Ejecutiva
# 13692 del 8 de marzo de 2015, suscrita por Barack Hussein Obama, que declara
a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad
nacional de EEUU, emitió la # 13808 contentiva de una serie de sanciones de
carácter financiero que en opinión de Peter Koening (2), economista
y analista geopolítico de origen estadounidense, ex funcionario del Banco
Mundial, son las más amplias sanciones económicas de la historia, son
representativas de una guerra financiera directa que prácticamente paralizaría
a Venezuela y constituyen además un crimen de guerra, ya que ponen en peligro y
amenazan las vidas del pueblo venezolano.
Aunque
de una manera general y ambigua las sanciones aprobadas sólo pretenden bloquear
el acceso del estado venezolano y la empresa estatal PDVSA a nuevas fuentes de
financiamiento en dólares; bloquear todas las operaciones con dos títulos
valores (bonos) emitidos legalmente por PDVSA; e impedir la percepción de los
dividendos resultantes de las operaciones de su filial CITGO en territorio estadounidense,
en la práctica se trata, con arreglo
al sistema monetario occidental que hemos descrito al comienzo del artículo, de
excluir a Venezuela de toda transacción financiera internacional así como de un
bloqueo bancario total contra PDVSA,
imposibilitando las transacciones directas de hidrocarburos.
Las
referidas sanciones, motivadas sin duda alguna por la formidable derrota que
juntos, gobierno y pueblo revolucionario, propinásemos a la contrarrevolución
al lograr elegir a los miembros de nuestra Asamblea Nacional Constituyente
(ANC), poniendo fin así a la cadena de acciones terroristas que iniciasen a
comienzos de abril, se han constituido en un arma terrible en el marco de la
actual guerra económica, que ha servido para boicotear nuestras compras de alimentos,
medicinas e insumos varios de primera necesidad para consumo de nuestro pueblo,
con la anuencia de no pocos gobiernos cipayos como los de Colombia, España y
Portugal, al mismo tiempo que ha logrado establecer un férreo bloqueo
financiero con la ilegal complicidad de toda la banca occidental, habiendo servido
para inducir un impago (default) de los intereses de algunos títulos valores de
PDVSA, a pesar de que dicha empresa ha transferido los fondos en dólares
necesarios para cumplir tales compromisos.
Como
primera respuesta a estas sanciones nuestro gobierno decretó el día 7 de
septiembre un conjunto de medidas de carácter económico-financiero entre las
cuales destaca la salida del sistema petrodólar; en palabras del propio
presidente Maduro: “Venezuela va a implementar
un nuevo sistema de pago internacional y va crear una canasta de monedas para
liberarnos del dólar y con las monedas de libre convertimiento como el yuan
(moneda de China), el euro, el yen (moneda de Japón), la rupia (moneda de
India) y las monedas internacionales para liberar de las garras del dólar como
moneda opresora” (3).
A la fecha actual esta medida ha alcanzado plena vigencia y la cotización de
nuestro barril de petróleo se está expresando en yuanes, habiendo contribuido a
hacer posible su implantación el hecho de que más del 60 % de nuestro petróleo
de exportación está dirigido a países asiáticos, China e India
fundamentalmente.
Otra
medida destinada a contrarrestar los terribles efectos de las sanciones, dotada
además de un importante carácter ofensivo, es la creación de la criptomoneda
(criptoactivo o criptovalor) venezolana denominada el Petro, que anunciase el
presidente Maduro el pasado 03 de diciembre (4),
la cual habrá de estar respaldada en primera instancia por nuestras reservas
petroleras certificadas y posteriormente por nuestras reservas en oro,
diamantes y minerales estratégicos, en vías de su certificación, teniendo como
base institucional, política y jurídica al Observatorio del Blockchain de
Venezuela, institución adscrita al Ministerio del Poder Popular para la
Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, que está integrado por un equipo
multidisciplinario de especialistas en las áreas de tecnología, economía y
finanzas, legal, área monetaria y mediática.
La
medida está destinada también a contrarrestar los efectos nefastos del portal www.dolartoday.com, que desde Cúcuta y
Miami ha tenido éxito en posicionar una tasa cambiaria ilegal que el pasado año
se incrementó en un 3.315 %, sin ninguna basamento macroeconómico que la
sustente, pero que al ser asumida como real por el sector privado suministrador
de bienes y servicios en el país, ha sido la principal causa de una inflación fundamentalmente
inducida estimada en un 2.000 %, que lejos de estabilizarse está aumentando de
forma exponencial en lo que va del año 2018.
El
anuncio de la creación del Petro ha sido recibido con los mejores auspicios por
especialistas de talla internacional en el área de criptomonedas; tal es el
caso del connotado economista estadounidense Max Keiser, conductor del famoso
programa Keiser Report que transmite Russia Today, quien expresó en una serie
de mensajes en su cuenta Twitter @maxkeiser, conceptos tales como: que la
iniciativa de una criptomoneda es una buena forma de luchar contra el
imperialismo estadounidense que ahoga la economía venezolana; que con este
anuncio el presidente Nicolás Maduro dio un paso gigantesco para consolidar una
innovadora herramienta financiera que no permitirá injerencia alguna en la
captación de capitales y en el intercambio comercial; y el más auspicioso de
todos: “La necesidad es la madre de la
invención. Venezuela trata de superar la hiperinflación con una nueva –y
esperemos que deflacionaria, si lo hacen bien – criptodivisa: el “Petro”. Como
inventor y pionero en criptomonedas y monedas digitales, brindo todo mi apoyo a
esta iniciativa y animo a que otros hagan lo mismo” (5).
Entendiendo
que los detalles técnicos más específicos relativos a la nueva criptodivisa
escapan del alcance de un artículo como éste, sin embargo consideramos oportuno
señalar lo siguiente:
·
Según decreto del presidente
Maduro, de fecha 27 de diciembre de 2017 (6),
el Petro estará respaldado inicialmente por los 5.342 millones de barriles de
petróleo no desarrollado, originales en sitio, del Bloque Ayacucho 1, Área
Ayacucho de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) Hugo Chávez, que a precios
actuales representan una cantidad del orden de los 270 mil millones de dólares.
·
El Presidente Maduro en
Consejo de Ministros del 5 de enero pasado decretó la emisión de un total de
100 millones de criptomonedas Petro (7),
con un valor total estimado del orden de los 5.400 millones de dólares.
·
El Superintendente de
Criptoactivos de Venezuela, Carlos Vargas, declaró el pasado 7 de enero, entre
otras cuestiones, que: la moneda digital que impulsa al estado, el Petro, será
lanzada al mercado a través de una Oferta Inicial de Monedas (ICO); el Petro
funcionará igual que cualquier criptomoneda, siendo 0,10 Petro la menor
cantidad que podrá ser adquirida; y cada Petro podrá ser canjeado a través de
las casas de cambio virtuales, “pero
además de eso, va existir muchos comercios prestadores de bienes y servicios
donde se va a poder ir con su Petro o cualquier criptomoneda a intercambiarla” (8).
En relación a la factibilidad técnica de éxito del Petro,
no son pocos los connotados economistas venezolanos que se han manifestado de
manera totalmente favorable, Tony Boza (9)
y Juan Carlos Valdez, entre ellos. Considero sin embargo que el mayor indicio
de que nuestra criptomoneda habrá de satisfacer plenamente los objetivos que le
han sido encomendados, lo provee el hecho de que el pasado 9 de enero los
diputados opositores de la Asamblea Nacional (AN) en desacato (10),
cuyos actos tienen nulidad absoluta, según sentencia del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ), en sumiso acatamiento de las órdenes impartidas desde el
imperio, decretaron su ilegalidad.
Por otra parte, el carácter evidentemente absurdo de los
5 más comunes argumentos que han presentado sus detractores para atacarlo: que
su adquisición estará sujeta a sanciones, como si las transacciones con
criptovalores no fuesen anónimas; que es un instrumento de Maduro, como si no
se tratase de una de las más de 1.600 criptomonedas existentes en la actualidad;
que son simples bonos (¿!); que se trata de una burbuja especulativa, como si
no estuviese respaldado por un activo físico de alto valor actual y además en
sostenido ascenso; y que compromete nuestras reservas internacionales de
petróleo, como si éstas no fuesen y con mucho las mayores del planeta, no hay
duda de que asignan al Petro una inmensa factibilidad de éxito.
Dos hechos públicos, notorios y comunicaciones ocurridos
en el imperio la semana pasada, son los que nos conducen a sostener que la
prevista emisión del Petro tiene a la burocracia del imperio en estado de
profunda desesperación; tales hechos son:
·
Una notificación emitida por
el departamento del tesoro gringo el día 16 (11),
que con el apoyo de una débil y falaz
interpretación del texto de la sanciones de las cuales hablásemos al comienzo
de este artículo y dejando de lado el hecho evidente de que las transacciones
con criptomonedas son anónimas, por lo que escapan al control de las
autoridades monetarias y de la banca, advierte amenazadoramente a sus
ciudadanos que “podrían exponerse a
riesgos legales”, e incluso ser perseguidos legalmente en virtud de las
sanciones impuestas a Caracas.
·
El envío al departamento del
tesoro gringo de una correspondencia suscrita por los senadores de origen
latinoamericano Marcos Rubio (republicano) y Bob Menéndez (demócrata), enemigos
irreconciliables de la revolución bolivariana, que con
peores argumentos aun, solicitan las sanciones preanunciadas en la notificación
antes mencionada (12),
como si no tuviesen asuntos más urgentes que resolver en favor del pueblo
estadounidense, como sería el evitar el cierre técnico del gobierno federal,
que de hecho se produjo al día siguiente, fecha del primer aniversario del
gobierno de Trump, por décimo sexta vez (13).
Llegando al final de estas notas, debo decir que en
Venezuela todos los revolucionarios tenemos plena conciencia del inmenso riesgo
que estamos corriendo al no sólo no habernos doblegado ante las sanciones, sino
al haber diseñado y puesto en marcha la implementación de medidas destinadas a
contrarrestarlas, puesto que tales medidas no son sólo defensivas sino que
representan también un importante ataque a su ya débil signo monetario, carente
de todo respaldo real. No hay que olvidar que todavía están presentes los
escenarios de completa destrucción generados por el imperio en Irak y Libia
ante los solos anuncios de sus valientes líderes, Sadam Hussein y Mohamad
Gadaffi, de que pretenderían liberar a sus naciones de la tiranía internacional
del dólar. Tal riesgo lo asumimos todos plenamente; lo que ocurre es que en
nuestra patria en verdad hemos decidido ser libres.
Una prueba de que este riesgo es real e inminente lo constituye
el contenido de un artículo titulado “Colapso
en Venezuela y su impacto en la región” , escrito por R. Evans Ellins,
profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de los EEUU, publicado hace poco
en la edición trimestral de la revista "Military Review". Con la
mayor impudicia, el autor sostiene que las acciones del Gobierno del presidente
Nicolás Maduro “han demostrado que es
poco probable que la crisis política y económica de Venezuela se resuelva
mediante procesos democráticos”, añadiendo seguidamente que su gobierno debe
considerar “el despliegue de fuerzas de
mantenimiento o de imposición de la paz en caso de que la evolución de la
crisis y las posiciones de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas permitan tal acción” y precisando que las labores
militares en el país no deben pasar por "una
intervención militar directa en territorio venezolano a no ser para eliminar
algunas capacidades ofensivas que se emplean contra los vecinos de Venezuela” .
¡Más claro, imposible!
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Patria
o muerte!
¡Venceremos!
(4)
https://actualidad.rt.com/actualidad/256661-venezuela-maduro-anuncia-creacion-criptomoneda-petro
(7)
http://albaciudad.org/2018/01/presidente-maduro-ordena-la-emision-de-100-millones-de-petros-video/
celippor@gmail.com
Caracas, enero 24 de 2018