NEUTRALIZANDO
LA INVASIÓN IMPERIAL III: “tratando a los manifestantes violentos de la contra como
los terroristas que son”
Carlos
E. Lippo
En esta fase preparatoria de la invasión que estamos
viviendo en los actuales momentos, los manifestantes violentos de la
contrarrevolución tienen asignada la tarea de crear y mantener una situación de
violencia generalizada capaz de sumir al país en un estado tal de postración
que se haga posible ejecutarla justificándola con base en unos fines
supuestamente humanitarios.
Se trata de una variopinta fauna conformada por: mercenarios
con formación paramilitar, nacionales y provenientes de Colombia, muy difíciles
de distinguir de los nuestros por su gran parecido fenotípico; elementos del
lumpen delincuencial, nacionales y extranjeros, generosamente remunerados en
dinero y en especie (drogas y bebidas alcohólicas); jóvenes de las capas medias
de la población, algunos de ellos hasta con estudios de pregrado, con una tremenda
dosis de frustración por no poder residenciarse fuera del país o haber tenido
que regresar después de haberlo intentado, también generosamente remunerados; y
finalmente activistas y adherentes de los partidos de oposición que arengados
por sus “líderes” y/o soliviantados
por elementos de cualquiera de las categorías anteriores se tornan particularmente
violentos al calor de una frustrante manifestación.
Por la imperiosa necesidad que tienen de posar para
las cámaras de los grandes medios internacionales, tratando de que éstos puedan
implantar la matriz mediática de que ellos son el pueblo todo rebelado en
contra del gobierno revolucionario, así como por su estrategia de inculpar al
gobierno de todos sus desafueros, la mayoría de sus acciones criminales las
ejecutan en medio de manifestaciones públicas generalmente convocadas por sus
voceros con bombos y platillos; también ejecutan acciones aisladas, apoyadas
por algunos de sus adherentes, tratando de sumar a elementos descontentos que puedan
encontrarse presentes en la zona, tales como los saqueos a depósitos y locales
comerciales; y más recientemente han comenzado a realizar operaciones de
carácter militar, de tipo comando, como los ataques a las sedes de organismos
públicos, sedes militares y elementos de infraestructura vial como los puentes que
fueron parcialmente volados con explosivos en la urbanización Las Mercedes de
Caracas.
No creo necesario detenerme a mencionar el larguísimo
listado de crímenes atroces cometidos por la contra en esta orgía de terror que
alcanza ya casi los sesenta días; sólo mencionaré dos de ellos por
considerarlos emblemáticos: el haber quemado vivo a uno de los suyos en la zona
de Altamira, en el este de Caracas, por el único “delito” de ser negro y tener apariencia de chavista, crimen
perpetrado el sábado 20 como parte de la celebración del día 50 de su aquelarre
y después de haber escuchado un bochornoso e histérico “discurso” de Capriles R.; y el terror psicológico que han
infundido a través de las redes sociales sobre los padres y representantes, la inmensa
mayoría de ellos de clase media, que tratan de llevar sus niños al colegio, al amenazarlos no con
lesionarlos físicamente a ellos o a sus niños, pues ellos dicen ser muy
considerados, pero si con bajarlos de sus carros y destrozárselos por no haber
querido “colaborar con la resistencia”.
¡Sólo
diré, con toda responsabilidad, que se trata de acciones típicamente terroristas
en su inmensísima mayoría!
A quienes pueda parecerles exageradamente sesgada esta
apreciación he de recomendarles el análisis de la definición que del acto
terrorista hacía la Liga de Naciones (antecesora de la ONU), ya desde 1937,
como “cualquier acto criminal dirigido
contra un estado y encaminado o calculado para crear un estado de terror en las
mentes de personas particulares, de un grupo de personas o del público en
general”; al mismo tiempo que señalaba que: “los actos criminales encaminados
o calculados para provocar un estado de terror en el público general, un grupo
de personas o personas particulares para propósitos políticos son
injustificables en cualquier circunstancia, cualesquiera que sean las
consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas,
religiosas o de cualquier otra naturaleza que puedan ser invocadas para
justificarlos”.
Que la actuación de los manifestantes violentos de la
contra y la de las autoridades civiles, alcaldes y gobernadores, cuyos cuerpos
de policía los protegen, debe ser considerada como terrorismo es algo que sin
ser abogados, podemos comprobar a partir de la lectura del Artículo 4 de la “Ley Orgánica contra la Delincuencia
Organizada y Financiamiento del Terrorismo” (Ley Antiterrorista), vigente
desde el 30 de abril de 2.012, que paso a presentar a continuación de manera
resumida: “Acto terrorista es aquel acto
intencionado que por su naturaleza o su contexto, pueda perjudicar gravemente a
un país o a una organización internacional tipificado como delito según el
ordenamiento jurídico venezolano, cometido con el fin de intimidar gravemente a
una población; obligar indebidamente a los gobiernos o a una organización
internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo o desestabilizar
gravemente o destruir las estructuras políticas fundamentales,
constitucionales, económicas o sociales de un país o de una organización
internacional”.
Pero además, es
que el mismo Artículo 4 señala que entre los hechos considerados terrorismo
figuran: “causar destrucciones masivas a un gobierno o a instalaciones
públicas, sistemas de transporte, infraestructuras, incluidos los sistemas de
información, plataformas fijas o flotantes emplazadas en la zona económica
exclusiva o en la plataforma continental, lugares públicos o propiedades
privadas que puedan poner en peligro vidas humanas o producir un gran perjuicio
económico”. ¡En suma, un verdadero catálogo
de los actos vandálicos que han ejecutado los fascistas de la contra durante los
últimos dos meses!
Pero no termina allí, el mismo Artículo 4 señala que
un medio de cometer actos terroristas es “realizar
atentados contra la vida de una persona que puedan causar su muerte y
secuestrar o tomar rehenes” y define como organización terrorista a un grupo de tres o más personas asociadas
con el propósito común de llevar a cabo, de modo concurrente o alternativo, el
diseño, la preparación, la organización, el financiamiento o la ejecución de
uno o varios actos terroristas. Definición que es aplicable en su totalidad
al partiducho fundado por Leopoldo López y Carlos Vecchio (VP), actualmente
dirigido por Freddy Guevara y al también fundado por López junto a Julio Borges
y Henrique Capriles (PJ).
Confío en haber demostrado plenamente que tanto los
mal llamados guarimberos, como sus jefes políticos, sus financistas y quienes
les apoyan aun por omisión, tanto en el plano nacional como en el plano internacional
son unos terroristas. Considero que como el accionar de estos
terroristas debe ser detenido mucho más temprano que tarde como condición
necesaria para poder neutralizar la pretendida intervención militar del
imperio, no puede haber con ellos ningún tipo de tolerancia.
Siendo extremadamente fácil demostrar que estos mismos
terroristas son reos del delito de rebelión, con arreglo a lo previsto por el
Artículo 486 del Código Orgánico de Justicia Militar, no es necesario perder el
tiempo presentándolos ante la justicia penal ordinaria sino que hay que
llevarlos directamente a los tribunales militares.
Tenemos que tener presente que después de que los
terroristas que quemaron la humilde vivienda de un agricultor y artista
plástico merideño, por el sólo “delito”
de ser chavista, aun estando confesos del hecho, fueron puestos en libertad e
imputados sólo por el delito de incendio por la fiscalía de Luisa Ortega, no puede
esperarse de la jurisdicción civil ningún tipo de justicia; por ello celebro que
hayan sido presentados ante un tribunal militar a comienzos de esta semana, tanto
el profesor encargado de la “formación
ideológica” de VP, coordinador del ataque a la Base Aérea Francisco de
Miranda y otras muchas acciones terroristas, cuyo narcisismo de mostrar sus “hazañas” en sus redes sociales le da la
condición de terrorista confeso, como su financista, un “empresario” legitimador
de capitales provenientes del delito, apresado en posesión de más de 30.000
piezas de billetes de alta denominación.
¡Contra la
impunidad de los terroristas, aplicación a fondo de la justicia militar!
¡La intervención
del imperio es neutralizable!
¡Prohibido fallarle a la Patria,
prohibido fallarle a la Revolución… prohibido fallarle a Chávez, carajo!
¡El presente es de lucha, el
futuro nos pertenece!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas,
mayo 27 de 2017